En un tiempo en que las personas se dejan llevar por la carrera del consumismo, la poesía de Pilar se vuelve necesaria e inspiradora porque cumple con el propósito de recordarnos que conectar con nuestra interioridad es esencial y fundamental para encontrar significado a la existencia.
Sin lugar a dudas la periodista,gestora cultural y poeta, Pilar González Langlois nos sorprende con su primer libro: “Los árboles mojan a la gente”. (Editorial Cuarto Propio 2024).
La autora convoca al lector a develar esta invitación, desde un título absurdo, original y desafiante.
El libro cuenta con una presentación escrita por el poeta Américo Reyes Vera, quien la define como “un espíritu de lo femenino vertido sin adornos al borde de la majestuosidad o del delirio cargado de luces y posibilidades”.
En la primera página encontramos un poema sin título donde la imagen del pasto rozando los dedos, crea una conexión íntima con la naturaleza, mientras el tiempo se traslada hacia voces de olvidos sombríos, sugiriendo una lucha entre lo efímero y lo permanente, prosiguiendo con un largo poema titulado: “Los Árboles Mojan A La Gente”.
Este se va desgranando punto a punto, con un torrente de imágenes sensoriales que retratan experiencias donde el encanto y el desencanto juegan a ser presa de percepciones, remordimientos y culpas.
El hablante lírico destaca por notorios tonos surrealistas, acercándose a espejismos oníricos combinando lo etéreo con lo tangible en una danza de palabras y emociones.
“El cielo está listo para ser fecundado/El silbido de los peces gime al traspasar la primera ventana”.
Son visiones y cuadros poéticos entrelazados a hebras de una realidad dolorosa que contempla fracturas y extorsiones íntimas, donde la realidad y lo absurdo se transforman en un juego acompasado de evocaciones y reflejos conscientes e inconscientes.
En este paisaje de emociones y divagaciones de una juventud desvanecida, existe una innegable lucha entre la memoria,el olvido y la realidad.
La soledad se impone con insolencia, intensificando la crudeza del presente acentuando la sensación de alienación, desasosiego y desesperanza.
Encontramos sugerentes imágenes que impactan, por ejemplo:
“La tristeza de los álamos es una sola y no todos los días son iguales/Tropiezos simbólicos envuelven todo el pasado/Cómo una ternura hecha de agua/En una tormenta dulce de lágrimas prestadas”.
Todo el poema impulsa al lector a seguir la lectura para indagar el destino que seguirá esta voz delirante de dolor y remordimiento.
Sin duda alguna, este primer libro es la puerta de entrada a muchos otros que vendrán, porque Pilar González Langlois, ya rompió el cristal del silencio, descubrió su voz y su timbre poético.
En un tiempo en que las personas se dejan llevar por la carrera del consumismo, la poesía de Pilar se vuelve necesaria e inspiradora porque cumple con el propósito de recordarnos que conectar con nuestra interioridad es esencial y fundamental para encontrar significado a la existencia.