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Tres catalanes en doble rebeldía CULTURA|OPINIÓN

Tres catalanes en doble rebeldía

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Pablo Bravo
Por : Pablo Bravo Periodista y escritor.
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Barcelona es una ciudad plenamente europea, cosmopolita y abierta la inmigración. Este generoso crisol le ha permitido desarrollar un valioso capital cultural que, en el caso de la lengua castellana, se mueve muy libremente y alejada de las reglamentaciones de Madrid y del poder local catalán.


Para quienes hemos habitado en Barcelona, constituye una realidad más que asumida su condición de ciudad en la que cohabitan dos idiomas: el castellano y el catalán. No resulta difícil acostumbrarse a esta realidad. Aunque, hilando más fino, con el tiempo uno empieza a detectar importantes sutilezas, incluso tensiones de los más diversos tipos, incluyendo la política.

El Estatuto Lingüístico de la comunidad de Cataluña establece lo siguiente: «1. La lengua propia de Cataluña es el catalán. 2. El idioma catalán es el oficial de Cataluña, así como también lo es el castellano, oficial en todo el Estado español>>.

Esta rebuscada redacción permite entender, en parte, lo que ocurre en dicho territorio: no es a priori y formalmente Cataluña una comunidad bilingüe, como uno piensa en un primer momento, sino que es un territorio donde vehicularmente se usa el catalán como la lengua oficial y formal (educación, documentos públicos, televisión y radio, señaléticas, etc.) y el castellano funciona más bien como un idioma que se acepta, como una realidad que ocurre en la calle, entre los ciudadanos, de forma viva y espontánea, lejos de lineamentos y regulaciones oficiales. Simplemente existe, “está en el aire”.

No es mi afán entrar en el debate catalán, es una cuestión interna de esta comunidad que ya cuenta con años de discusión.

Pero, a partir de esta descripción, quisiera centrarme en tres destacados escritores que, siendo catalanes, han optado por desarrollar su obra en lengua castellana. Por eso me atrevo a analizarlos como escritores fuera del establishment catalán, y no solo eso: sostengo que han concretado una doble rebeldía porque, por una parte, actúan al margen de la lengua oficial catalana, y por otra, alejados del castellano de corte “centralista y normativo” que domina en Madrid.

El castellano que se habla en Barcelona es muy especial, es mucho más suave y dulce que el duro madrileño y, además, es un idioma mestizo, porque suele “contaminarse” de catalanismos adaptados a esta forma tan particular de hablar. En otras palabras, es un idioma que se desarrolla y mueve lejos de los círculos del poder y, por lo mismo, se permite ser más libre, lúdico y, en ocasiones, experimental.

Juan Marsé (Barcelona, 1933-2020) es un escritor catalán de tomo y lomo que desarrolló sus grandes novelas en castellano: Últimas Tardes con Teresa, Si Te Dicen que Caí o El Embrujo de Shanghai (las tres usan barrios marginales de Barcelona como telón de fondo), entre otras, constituyen parte de lo mejor de las letras que se han escrito en la península ibérica durante el último siglo. La primera de ellas, novela fundamental ambientada en el franquismo tardío, narra las desventuras de un pequeño delincuente, el Pijoaparte, que se hace pasar por joven revolucionario y, de esta forma, logra seducir a una joven burguesa con ideas de izquierda. Buena parte de esta historia se desarrolla en la localidad costera de Blanes, frente al mar Mediterráneo, y gracias a la lectura de este libro, Roberto Bolaño llegó a establecerse a esta ciudad.

En 2008 le fue concedido a Marsé el Premio Cervantes. Recibió, además, otros premios durante su trayectoria literaria, como el Ateneo de Sevilla, el Nacional de la Crítica, el Juan Rulfo, el Quijote, el Planeta y Biblioteca Breve. Todos estos premios reconocieron la obra de este creador catalán que escribió sus novelas… en castellano.

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), catalanoparlante, es uno de los escritores españoles vivos más reconocidos internacionalmente. Y ha desarrollado el conjunto de su obra en lengua castellana. Pero no solo eso, se le suele considerar un escritor “poco español”. En una entrevista que concedió en Chile hace un par de décadas, el autor declaró que “en España sigue imperando la idea de que la literatura tiene que ser realista. Y como mi literatura se considera más excéntrica, veo que es mucho más comprendida en los países hispanoamericanos”.

Varias veces Vila-Matas ha declarado que se siente más que a gusto entre sus pares latinoamericanos. Y no solo eso, algunas de sus obras más reconocidas están ambientadas en países de la región, como El Mal de Montano (Chile) o Montevideo (Uruguay), entre otras.

Javier Cercas nació en Extremadura en 1962, pero desde los cuatro años reside en Girona, al norte de Cataluña. Es decir, es un catalán -como tantos otros- que se han asimilado gracias a las diversas inmigraciones que ha recibido esta comunidad autónoma. Prolífico autor en lengua castellana, ha asumido públicamente una posición crítica respecto de los procesos nacionalistas del independentismo.

Su primera obra célebre, Soldados de Salamina, realiza un cruce entre ficción y realidad en el marco de la Guerra Civil Española, sobre el fusilamiento fallido de un representante franquista, Rafael Sánchez Mazas (padre del escritor Rafael Sánchez Ferlosio), enigmáticamente a último momento perdonado por un miliciano republicano. En la narración aparece un joven Roberto Bolaño animando al propio Cercas a investigar más sobre esta historia y escribir un libro.

Otras obras notables de Cercas son Anatomía de un Instante, escrito en clave periodística, y donde magistralmente disecciona el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en España, cuando el coronel Antonio Tejeros toma el Parlamento a base de tiroteos, y donde solo tres hombres no se esconden bajo las butacas mientras llueven los balazos: uno de ellos enfrenta al militar armado, es el Presidente de Gobierno, Adolfo Suárez. Otra creación destacada de Cercas es El Impostor, una “novela sin ficción”, donde narra el caso de Enric Marco, cuando de manera escandalosa se conoció que este supuesto deportado español en el campo de concentración nazi de Flossenbürg había falsificado su historia y, no solo eso, nunca había estado allí ni en ningún otro campo como prisionero.

No hace mucho, Javier Cercas, escritor catalán que escribe en castellano, asumió como miembro de la Real Academia Española de la Lengua.

Barcelona es una ciudad plenamente europea, cosmopolita y abierta la inmigración. Este generoso crisol le ha permitido desarrollar un valioso capital cultural que, en el caso de la lengua castellana, se mueve muy libremente y alejada de las reglamentaciones de Madrid y del poder local catalán. No alcanza a ser una lengua proscrita, pero sí se mueve de manera ágil y viva. Y nos permite conocer a creativos y sólidos escritores, cuyas prosas pueden dialogar fácilmente con aquellas que dulce y traviesamente se desarrollan en otras regiones del mundo, como Latinoamérica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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