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Día de la Cultura Folklórica y Margot Loyola: un legado indivisible CULTURA|OPINIÓN

Día de la Cultura Folklórica y Margot Loyola: un legado indivisible

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Carlos Delgado Lizama
Por : Carlos Delgado Lizama Académico del Departamento de Danza de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
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Valorar la cultura folklórica en el día del natalicio de Margot Loyola, no es solo un reconocimiento a una Premio Nacional de Artes, es reconocer la importancia de la diversidad de toda la sabiduría popular, la variedad de expresiones representativas y las formas de vida propia de los pueblos.


Todos los 15 de septiembre a contar de 2016 se conmemora el día de la cultura folklórica, en honor a Margot Loyola en el día de su natalicio. Hablar de la cultura folklórica y referirse a Margot Loyola resulta indivisible.

La cultura generada por los pueblos de forma colectiva, satisfaciendo necesidades de la vida, es la producción humana que permite verificar la creación que cohesiona a los integrantes de una comunidad, los distingue y representa en la infinidad de manifestaciones de identidad. Los grupos humanos de manera espontánea van heredando y transformando sus componentes culturales sin imposiciones en una dinámica permanente que permite incorporar, transformar, abandonar y desechar componentes cuando no tiene o dejan de tener sentido en la vida comunitaria. Es así, como no es posible reducir la cultura folklórica en algo estático, homogéneo y estandarizado.

Tradición y transformación parecieran términos contrarios, sin embargo, es posible constatar que una práctica tradicional y/o folklórica presenta variaciones de acuerdo a quien la realiza y en cual territorios se manifiesta. Del mismo modo, como esa misma práctica heredada de generación en generación va inevitablemente mutando a través del tiempo. Existe un poder creativo y transformador propio del ser humano que va en concordancia con sus necesidades de orden práctico, expresivas, estéticas, cosmogónicas, religiosas y tantas otras que hacen parte de la vida en comunidad.

Interiorizarse en la cultura folklórica, en definitiva, es adentrarse en el ser humano, comprender su forma de vida, su manera de estar en el mundo, de entender su trascendencia. Sería un error simplificarla a ciertas expresiones difundidas por los medios de comunicación de masas en el mes de septiembre, en las llamadas fiestas patrias. Del mismo modo, como se presenta en los establecimientos educacionales asociado a ciertos “bailes típicos”. La danza tradicional es una manifestación estética, cargada de signos y símbolos, de una maravillosa complejidad que permite reconocer una expresión individual y colectiva de identidad cultural variable.

El legado de Margot Loyola es multidimensional, abarcando ámbitos investigativos, interpretativos, creativos y académicos. Imposible circunscribirla a uno solo. Su fructífero andar por los caminos de todo Chile, acercándose con respeto y admiración a los habitantes de pueblos y ciudades, le permitió un profundo conocimiento del sentir popular. Le importaba saber, de esos hombres y mujeres portadoras de tradición, sus penas y alegrías, de sus sueños y necesidades. Conjuntamente con lo anterior, venía de manera espontánea la transmisión de las expresiones musicales, coreografías, literarias y otras.

En Margot Loyola hubo una metodología de investigación de campo, que sin saberlo, era emic (“emic” es tomar el punto de vista del nativo, mientras que “etic” es el punto de vista del que analiza). La interpretación y explicación de los hechos venían de los mismos informantes, se generaban espacios de confianza que hacían posible que emergiese la sabiduría propia de la localidad. Ese conocimiento era el punto de partida para construir su interpretación artística en los escenarios de Chile y del extranjero.

Importante de recalcar en las interpretaciones escénicas de Margot Loyola, es el entendimiento evidente de la simbiosis que se produce entre la artista y la informante. La comprensión de la distinción de un espacio artístico a uno de la vida en la comunidad, en donde la expresión cultural no tiene un fin escénico. En la escena hay técnica extracotidiana, aprendida en la academia. Voz y cuerpo educado al servicio de una expresión folklórica que pasa por la ineludible subjetividad sensible del artista. Sin olvidar el respeto por esas materialidades que representan e identifican a personas, por tanto, el componente creativo del intérprete es a partir de dichas particularidades referidas a la cultura tratada.

La docencia ejercida por Margot Loyola fue realizada en espacios de educación superior y también en múltiples espacios informales a la largo de todo Chile. Escuelas de Temporadas de la Universidad de Chile, Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cursos de perfeccionamiento docente, grupos folklóricos, etc. Sus énfasis, en cuanto a la enseñanza y aprendizaje de la danza, estaba no solo en la forma y el estilo en cuestión, por sobre todo en el carácter. Aquello que le imprime cada ejecutante entregando particularidad expresiva, animando el estilo y la forma. Aquí radica el entendimiento profundo de la inmaterialidad de la cultura danzaria folklórica.

En el ámbito creativo, Margot Loyola fue una de las primeras canta autoras de raíz folklórica, como se diría hoy día. Compuso música de danzas tradicionales como refalosas, cachimbos y otras, así como tonadas que se piensan folklóricas por estar creadas con los moldes tradicionales. Su creación se plasmó también en metodologías de la enseñanza y aprendizaje, metodologías de la investigación de campo y en formas de abordar la interpretación de un repertorio tradicional.

Valorar la cultura folklórica en el día del natalicio de Margot Loyola, no es solo un reconocimiento a una Premio Nacional de Artes, es reconocer la importancia de la diversidad de toda la sabiduría popular, la variedad de expresiones representativas y las formas de vida propia de los pueblos que brinda sentido pertenencia y cohesión social.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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