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“El silencio que nos habita”: un trabajo clínico en contextos de pobreza y marginación CULTURA|OPINIÓN

“El silencio que nos habita”: un trabajo clínico en contextos de pobreza y marginación

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La obra permite palpar la densidad del abandono y la desprotección cruda a la que está sometida la población más pauperizada de nuestro país.


El silencio que nos habita. Escucha psicoanalítica donde resiste lo humano”, publicado por Tiempo Robado Editoras, 2024, es un libro fornido y delicado a la vez, un libro donde la intimidad de los relatos clínicos se enlazan con la necesaria evaluación crítica de la realidad social neoliberal.

Se trata de la compilación realizada por las autobautizadas Mujeres del Silencio, las psicólogas Magdalena Correa, Claudia Curimil, Pilar Soza, Evelyn Ortega y Romina Petersen, quienes, desde el psicoanálisis, se insertan con su trabajo clínico en contextos de pobreza y marginación en Santiago de Chile, allí donde el Estado interviene desconociendo la subjetividad y negando la propia violencia que ejerce a través de sus políticas de encierro y exclusión.

El grupo Mujeres del Silencio nace y se desarrolla al compartir el estudio y la reflexión sobre el abordaje clínico de niños y niñas internados en el sistema de protección residencial (ex-SENAME), así como la labor respetuosa y artesanal de acompañamiento terapéutico a padres y familiares de éstos.

Este grupo de psicólogas y psicoanalistas se congregan imaginariamente en torno a un árbol cargado de experiencia, agudeza técnica, ternura e inteligencia. Este “pilar” imaginario fue y sigue siendo la psicoanalista chilena Pilar Soza Bulnes (1951-2020) a través de sus textos y su recuerdo en tanto supervisora clínica, maestra, compañera y amiga.

El primer tercio de este valioso libro para el Psicoanálisis chileno incluye 9 escritos de ella como autora o en coautoría. Esta recopilación es un justo -y póstumo-, homenaje y reconocimiento de Pilar como una pensadora valiente, creativa y sensible de la realidad de los más desprotegidos.

Escuchar el silencio que nos habita  fue la guía de un trabajo clínico  situado e itinerante por la ciudad en busca de aprehender y significar lo no nombrado, lo borrado, lo desestimado por los protagonistas de los casos aquí presentados en sus propias historias personales y familiares, y así aportar al tejido vivo donde la subjetividad se ve interrumpida en las roturas del lazo social. Escuchar el silencio es, así también, palpar la densidad del abandono y la desprotección cruda a la que está sometida la población más pauperizada de nuestro país.

Si la mayoría de los chilenos se sienten sin el respaldo del Estado para enfrentar la vejez, el trabajo, la infancia y la vida -como así fue expresado durante el Estallido social del año 2019-las personas que protagonizan las viñetas clínicas de este libro habitan en un presente despoblado de futuro. Se trata de una población etiquetada como “vulnerable” y que, en su reverso, son un riesgo para la sociedad dominante, es decir, “vulneradores”, sujetos de sospecha de inhabilidad parental, en primer término, e inhabilidad social, en su globalidad.

El libro se nutre de autores como Bleichmar, Aulagnier, Kaës, Davoine, Gaudillière, Salazar y S. Freud, y concluye con escritos, reflexiones y experiencias refrescantes de psicoanalistas chilenas y extranjeras que conocieron a Pilar Soza en su trayecto de vida. El hilo que recorre la pluma de estos textos es la inclusión de la violencia en la escucha psicoanalítica, pues “la violencia tiene nombre; vale la pena nombrarla”. (Soza, P, p. 117)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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