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In memoriam Maggie Smith (1934-2024) CULTURA|OPINIÓN

In memoriam Maggie Smith (1934-2024)

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Fue parte de un club de destacadas actrices británicas como Hellen Mirren, Judy Dench, Julie Andrews, Imelda Staunton y Joan Plowright. Todas ellas educadas en la estricta disciplina del teatro inglés de mediados del siglo XX, con una capacidad para proyectar un sinnúmero de personajes sin gritar.


Ha muerto en Londres la renombrada actriz Maggie Smith a los 89 años de edad. Su prolífica carrera da cuenta de toda vida dedicada al teatro, el cine y la televisión.

Smith es mundialmente conocida por su rol en las películas de Harry Potter, interpretando a la estricta profesora Minerva McGonagall y por la serie Downton Abbey, en la que deslumbró en su rol de Violet Crawley, condesa viuda de Grantham. Tuvo una sensible despedida de los escenarios en la segunda entrega cinematográfica de la serie, Downton Abbey: una nueva era (2022) y el Club de los Milagros (2023)

Su carrera, sin embargo, se extiende por siete décadas, desde que debutó en el teatro Oxford Playhouse en 1952 y luego saltó a Broadway con New Faces of ’56. Su apreciable calidad actoral le permitió dar vida a cientos de personajes, que varían entre una ex monja que vive en una van en el estacionamiento del dramaturgo Allan Bennett (The Lady in the van, 2015) a la rígida Lady Hester Random, en la excelente película Té con Mussolini (1999), en que comparte pantalla con Cher, Judi Dench, Joan Plowright y Lily Tomlin.

En 2007, ya diagnosticada con un cáncer de mamas, la actriz se negó a detener su trabajo, presentándose al set de Harry Potter en silla de ruedas, para grabar sus escenas durante el tratamiento de quimioterapia al que se encontraba sometida.

Coronan su brillante carrera una serie de premios, entre ellos dos Oscar (Mejor Actriz por The Prime of Miss Jean Brodie en 1969 y Mejor Actriz de Reparto por California Suite en 1978), un Tony, cuatro Emmy, cinco BAFTA, tres Globos de Oro y cinco Premios del Sindicato de Actores de Estados Unidos).

Maggie Smith fue parte de un club de destacadas actrices británicas como Hellen Mirren, Judy Dench, Julie Andrews, Imelda Staunton y Joan Plowright. Todas ellas educadas en la estricta disciplina del teatro inglés de mediados del siglo XX, con una capacidad para proyectar un sinnúmero de personajes sin gritar, la diversidad camaleónica de la actuación en su mejor cara.

Con un excelente humor y disfrutando del anonimato que le permitía vivir en Pulborough, un pequeño pueblo de West Sussex, Smith confesó en 2015, en el programa The Graham Norton Show de la BBC, que hasta grabar Harry Potterhabía podido caminar libremente por la calle, hasta que se le comenzaron a acercar niños a pedir una foto o un autógrafo. Un niño incluso le preguntó si realmente era un gato en la película.

Para quienes amamos el cine y la televisión, Maggie Smith ha sido una grata compañía en decenas de películas y series, siempre con una dicción impecable y una postura que ha construido la imagen mundial de la mujer inglesa. Hija de una familia de clase media, educada en el rigor de la Inglaterra de postguerra, será largamente extrañada por su audiencia, acostumbrada a una interpretación sin errores y un timbre de voz difícilmente reemplazable.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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