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“Atisbos”, la poesía de Nicolás Poblete: suicidio, eutanasia y otras hierbas CULTURA|OPINIÓN

“Atisbos”, la poesía de Nicolás Poblete: suicidio, eutanasia y otras hierbas

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Aníbal Ricci Anduaga/Letras de Chile
Por : Aníbal Ricci Anduaga/Letras de Chile Ingeniero comercial y escritor.
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Quizás esta materialidad oscura de la vida, esa que olvidamos agregar a nuestra biografía, sólo sea posible de soportar a través del arte, las cosas inmateriales que le dan sentido al sin número de contrariedades que todos los seres humanos experimentamos a lo largo de nuestras vidas.


Hablar de la vida, del significado de vivir, tiene tantas interpretaciones. Unas describen los frutos de un ser humano, lo material, otras pueden sugerir el mundo espiritual como lo más importante.

Nicolás Poblete describe la vida (o la muerte) de un amigo desde otro punto de vista, también material, un cúmulo de episodios o residuos prácticos al que pocos desean dar visibilidad, aspectos quizás ingratos que se acumulan en el tiempo.

No se trata de una persona cualquiera, sino de un suicida que decide quitarse la vida por voluntad propia. Acaso no seremos todos unos suicidas tomando decisiones a diario que atentan contra nuestra salud: beber, fumar, ejercitarse en exceso. Los daños al corazón, articulaciones, a los pulmones se acumulan y son inevitables. Al final todos atentamos contra nuestra vida y acaso un suicida es un ser humano más consciente.

Cuántos de nosotros observamos que la enfermedad avanza (a todos nos alcanza) y nos dejamos caer en el hospital, sin importar la dignidad ni el sufrimiento de nuestras familias y en el peor de los casos hacerlos contraer enormes deudas con el sistema de salud. No es más consciente quitarse la vida a tiempo, suena hasta espiritual, y al leer a Nicolás Poblete es imposible no pensar en la eutanasia como un derecho que debiéramos llamar humano.

El autor enumera medicamentos, los nombra meticulosamente, las sesiones de psiquiatra y las comunidades terapéuticas. Todas esas estaciones significan gastos para una sociedad que se piensa desde lo material, según la óptica del dinero. Quizás por eso se detiene en esta cuenta infinita de gastos que se acumulan en una vida, sobre todo la de un paciente psiquiátrico que existe fuera de los márgenes, que no aporta al PIB del país.

Por lo general, los aportes de una persona con problemas mentales no son valorados por la sociedad, hablamos de una entidad que sólo supone gastos. Algunas veces podrá realizar alguna obra artística, pero su arte tampoco se traducirá en pesos.

El libro de Nicolás Poblete es sombrío en ese aspecto, al destacar lo material por sobre el espíritu, pero es también una forma de descargar la rabia porque es lo único numerable o fácil de categorizar, podemos gritar al cielo que los fármacos no fueron los suficientes, que los médicos erraron en su diagnóstico, es nuestra plegaria al cielo buscando encontrar alguna explicación a la muerte.

Flashes aleatorios de Nicolás Poblete (N.P.):

Fármaco para la depresión, muchas contraindicaciones, el psicoterapeuta escucha la historia, una que trascurre más lento, proveniente de otro tipo de creatividad.

N.P. sitúa esta vida como en un purgatorio, ya no pertenece al mundo real.

El asesinato saca del letargo, es ilegal matarse a sí mismo, aunque Cristo hizo algo parecido antes de resucitar.

N.P. plantea que vivir es ilegal, nosotros nunca lo autorizamos.

El cuerpo de Jesús, ese poste de luz que no pertenece a nadie y siempre ilumina. Es un cuerpo inmaterial, hay que dejar partir algunas cosas, especialmente lo material.

N.P. duda de la real existencia del cuerpo, acaso no sea lo más importante.

El sujeto congeló sus estudios y la universidad restituyó el arancel. Recomendó que el exalumno fuera atendido por otros facultativos.

N.P. sabe que el dinero devuelto irá a otra institución: los hospitales no quiebran, todos llegarán en algún minuto a sus puertas.

Pocos esquizofrénicos se recuperan, víctima de efectos secundarios o de las malditas matemáticas. La probabilidad siempre opera en su contra.

N.P. es escéptico de los fármacos y de las comunidades terapéuticas, entre otras muchas contrariedades.

La dopamina y la serotonina brindan esperanza al cerebro, mientras los químicos artificiales luchan por controlar su producción. La locura será la más probable reacción.

N.P. busca razonar mediante estadísticas y la materialidad, acerca de las razones de la locura. Es obvio que el miedo buscará una explicación razonable.

¿Una carta? No es más que vanidad. Después del primer intento ya no será necesaria.

N.P. piensa que el crimen perfecto no deja huellas, en realidad no es un crimen y no requiere una nota.

Abrir las cortinas para dejar entrar la luz, una receta que piensa la mayoría.

N.P. intuye que no servirá de nada, sólo es una receta para gente “normal”.

Diagnósticos, tratamientos, nuevos facultativos. Colocar nuevas etiquetas no va a solucionar el problema.

N.P. observa como un brote esquizofrénico va sacando a su amigo de foco, que ya no puede estudiar ni trabajar.

Vivir es la exigencia mínima de todo ser humano. ¿Por qué necesitas tanta sangre? El lector atento ramificará esta idea y pensará en la trascendencia.

N.P., en el fondo, cree que vivir es una elección que no depende de los amigos (de terceros).

Unos electroshocks pueden hacer disminuir la dosis de medicamentos, una solución para contrarrestar la anterior. ¿Existe solución para la locura?

N.P. está cansado de tantas alternativas que no llevan a ningún puerto.

Todos los tratamientos se traducen en dinero. Todos se benefician, menos el paciente.

N.P. denuncia que la salud (en chile al menos) es un negocio.

El suicida, en su caída, ha destruido la propiedad privada de un particular.

N.P. no entiende cómo la vecina exige compensación (también el taxista que trasladó el cuerpo al hospital), al parecer todo el mundo traduce la muerte como un asunto de dinero.

Consuelo:

“En aquella época la música fue para mí una forma de seguir viviendo un sueño en medio de la pesadilla que era la realidad”, dijo alguna vez Charly García, expresando que la música lo salvó.

Quizás esta materialidad oscura de la vida, esa que olvidamos agregar a nuestra biografía, sólo sea posible de soportar a través del arte, las cosas inmateriales que le dan sentido al sin número de contrariedades que todos los seres humanos experimentamos a lo largo de nuestras vidas.

Habrá que alimentar al espíritu para hacer más soportable el camino.

El libro de Nicolás Poblete se vuelve vertiginoso en las últimas páginas, un cerebro humano que lucha por escapar en múltiples direcciones, toda una experiencia para leer luego de la partida de un ser querido.

Ficha técnica:

“Atisbos”

Autor: Nicolás Poblete Pardo

Editorial Cuarto Propio (marzo de 2024)

214 páginas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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