De una cierta manera, autores mexicanos contemporáneos han seguido haciéndose cargo de estas corrientes sobre historias familiares, esta vez, desde la perspectiva de muy personales narrativas que bordean la autoficción.
El reciente estreno de la adaptación fílmica de la novela Pedro Páramo, obra cumbre de las letras de México, nos ofrece una excusa para poner los ojos en dicho país y sus literaturas. Hay quien dice que la influencia de esta creación de Juan Rulfo se ha prolongado sin parar desde su publicación en 1955: de ella se ha afirmado que es inquietante, desafiante, desoladora, enigmática, arquetípica… la lista podría prolongarse por varios párrafos.
El punto basal del libro nos remite al personaje de Juan Preciado, quien busca a su padre -Pedro Páramo- en el pueblo de Comala con el objetivo de cumplir el último deseo de su madre, quien acaba de fallecer. El universo que se despliega a partir de esta premisa es vasto y poblado de amplios significados.
De una cierta manera, autores mexicanos contemporáneos han seguido haciéndose cargo de estas corrientes sobre historias familiares, esta vez, desde la perspectiva de muy personales narrativas que bordean la autoficción. Un ejemplo reciente es La cabeza de mi padre (2022), de Alma Delia Murillo.
En este libro, la narradora se dispone a iniciar un proceso de adopción como madre soltera a sus 40 años. Como conoce la dificultad de obtener la custodia de un niño si ella está sola, comienza la búsqueda de su propio padre, de quien no tiene noticias desde su infancia: apenas conserva de él una vieja fotografía.
Como si fuera una road movie, se traslada de Ciudad de México a Michoacán con el propósito de encontrarlo y, en este tránsito, se expone la reflexión sobre la historia de una sociedad que surge a merced de los padres que abandonan a sus familias y las mujeres que sobreviven a esta expandida realidad. Se trata de un doble viaje. Por una parte, el físico, el que realiza para buscar a su padre. Por otra, el emocional, donde reconstruye los pasajes más duros y complejos de su propia existencia.
En el caso de Canción de Tumba (2011), de Julián Herbert, la narrativa familiar nos expone a una moribunda prostituta llamada Guadalupe Chávez, ingresada en un hospital con un diagnóstico no favorable de leucemia. Guadalupe (a lo largo de la narración sabremos que ha usado otros nombres a lo largo de su vida) es la madre del narrador quien, a partir de este proceso de enfermedad y convalecencia, reconstruye solapadamente las historias de ambos.
Herbert se enfrenta a los episodios de su propia existencia -desde una infancia nómada hasta su actual paternidad-, así como la manera en la que su madre llevó adelante la suya ajena a cualquier atisbo de convención social. Por medio de un relato muy íntimo, finalmente las reflexiones se van volcando hacia una sociedad mexicana desgarrada por la violencia, la corrupción y las desigualdades sociales.
En Ceniza en la boca (2022), de Brenda Navarro, la protagonista no puede parar de pensar constantemente en su hermano, quien se ha quitado la vida lanzándose desde un quinto piso. Con la vista puesta en el pasado, recuerda la infancia en México de ambos criados por sus abuelos, ya que su madre se ha trasladado a España para buscarse la vida. Luego mayores, los dos hermanos se instalan en Madrid hasta que ella decide moverse por su cuenta a Barcelona para buscar su propio destino.
En ese lapso es cuando el hermano fallece y, después, ella debe cargar las cenizas de su hermano a un México que se le aparece de golpe, del todo diferente al país que ella recordaba. Y en estas idas y vueltas la narradora se va enfrentando a la precariedad, la xenofobia o el desarraigo. Tal como en los casos anteriores, se trata de traslados físicos que exponen, simultáneamente, la dimensión interior de estos seres humanos.
La cabeza de mi padre, Canción de tumba y Ceniza en la boca son apenas tres ejemplos de historias personales y familiares que se han hecho cargo, desde una perspectiva actual, de la senda que abrió Pedro Páramo. ¿Gozan de buena salud las letras mexicanas? Todo indica que sí.