Durante una semana, las actividades de esta conmemoración permitirán ampliar el mapa de proyecciones y encuentros en torno a las mismas, llevando las producciones nacionales a más rincones del país y conectando con nuevas comunidades y audiencias.
Desde 1984, cada 29 de noviembre se conmemora el Día del Cine Chileno. Una fecha impulsada por la Asociación Gremial de Profesionales y Técnicos Audiovisuales con el propósito de recordar la vida y obra de la pareja de cineastas Carmen Bueno y Jorge Müller, detenidos desaparecidos por la dictadura cívico-militar. Ese acto inicial de homenaje ha trascendido, y hoy, el Día del Cine Chileno no sólo es un espacio de memoria, sino también un escenario para el reencuentro con las múltiples miradas que configuran nuestra cinematografía.
El jueves 28 de noviembre de 1974 los jóvenes cineastas presentaban el estreno de “A la sombra del sol”, película en la que ella (de 24 años) ejerció como continuista y él (de 27) como camarógrafo. A la mañana siguiente, en la intersección de Francisco Bilbao con Los Leones, ambos fueron detenidos por agentes de la DINA y llevados al recinto de Villa Grimaldi . Exactamente cincuenta años después, este jueves 28 de noviembre, se proyectará por primera vez la versión restaurada de la película, realizada por la Cineteca Nacional de Chile, con la presencia de sus directores, Silvio Caiozzi y Pablo Perelman.
El hito forma parte de las actividades del Día del Cine Chileno impulsadas por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que este año, en alianza con la Red de Salas Independientes de Cine, ofrecerá una amplia cartelera de re-estrenos, estrenos y pre-estrenos nacionales.
Películas como “Los colonos” (ópera prima de Felipe Gálvez), un crudo western ambientado en Tierra del Fuego que relata el genocidio contra el pueblo selk’nam, cuestionando la violencia de la colonización y la narrativa oficial del Estado chileno; o “La verdadera historia de People in the dragon” (dirigida por Pablo Greene, y coescrita junto Claudia Huiaquimilla), que con una comedia musical ligera y profundamente honesta nos invitan a reírnos de nuestras propias precariedades, mostrando lo que significa ser artista en Chile y el valor de la amistad en estos tiempos.
Porque el cine chileno no se agota en el relato de la dictadura, el Golpe Militar o el período de la Unidad Popular. Un estudio de CineChile.cl, demostró que apenas el 14,85% de las 613 películas nacionales estrenadas entre 2001 y 2023 abordan estos tópicos. El dato desafía la percepción común, esa que tantas veces circula como un mantra: “El cine chileno es monotemático”.
Y es por ello que el Día del Cine Chileno no sólo es una conmemoración; es una invitación. Una oportunidad para despojarnos de prejuicios, ver más allá de los sesgos y redescubrirnos en nuestras propias historias. Las salas independientes de cine son mucho más que un espacio de proyección; son lugares de encuentro que ofrecen ventanas para encontrarnos con otras realidades y formas de comprender el mundo.
Entre el 25 y el 30 de noviembre, el cine chileno se desplegará por más de 30 espacios de exhibición en 25 comunas de 12 regiones del país. Además de las salas asociadas a la Red de Arica a Coyhaique, las actividades se desarrollarán en comunas que no suelen tener acceso a estos contenidos, como San Pedro de Atacama, Copiapó, Calle Larga, Cabildo, Ninhue, Yungay, Chimbarongo y Padre las Casas, entre muchas otras. Serán cerca de 150 funciones, más de la mitad de ellas dirigidas especialmente a estudiantes, donde niños y jóvenes podrán además interactuar con realizadores o miembros del elenco de las películas, acortando la distancia que existe entre especialistas y espectadores.
Durante una semana, las actividades de esta conmemoración permitirán ampliar el mapa de proyecciones y encuentros en torno a las mismas, llevando las producciones nacionales a más rincones del país y conectando con nuevas comunidades y audiencias. Pero no se queda ahí. Este evento también arroja luz y pone en valor aquello que ocurre a oscuras, durante todo el año, en los espacios de exhibición cinematográfica independiente de distintos barrios y ciudades. La experiencia compartida de encontrarnos e interactuar con las películas. Porque el cine chileno no es, ni debe ser, exclusivo de unos pocos: las pantallas están allí, dispuestas para que lo hagamos nuestro.