Propone una manera de hacer y crear, en la cual despliega un modelo de práctica artística como investigación, con la que expande el enfoque del arte rupestre y ancestral a nivel nacional e internacional, difundiendo y poniendo en valor diferentes líneas de conocimiento.
En una época en que florecen las StartApp, y donde la gente está convencida de que Chap GPT tiene todas las respuestas, vemos a Sebastián Riffo Valdebenito (1987), un artista visual que voltea la mirada y resitúa el foco en una propuesta expositiva que da cuenta de la vastedad de las culturas precolombinas, retomando el influjo de las imágenes ancestrales, que revaloriza a través de diversas alegorías, que concibe y manufactura, replicando formas milenarias de expresión
En ellas destaca una materialidad que se refleja en cada una de estas “Geometrías y vestigios”, las que están expuestas en la Sala de Arte CCU, poniendo en valor a una propuesta correspondiente a una investigación plástica desarrollada en los últimos cuatro años, donde la mayoría de las obras fueron creadas en residencias artísticas fuera del país en México (Universidad de las Artes de Aguas Calientes), Argentina (Proyecto Urra y Beca Lazo cordillera).
Allí, en paralelo, se incluyen piezas de la primera Bienal SACO de Arte & Arqueología en San Pedro de Atacama (El Lenguaje de las piedras y una última obra realizada en colaboración con la Corporación Chinchorro Marca, la que se suma al resto de esta serie de pinturas, videos, todos enmarcados por una instalación sonora compuesta por José Miguel Candela, quien supo generar una envolvente atmósfera temporal a una muestra curada por Naomi Orellana y bajo la dirección museográfica de Isabel Gómez.
Lo asombroso de este artista, es que indaga a cabalidad las milenarias formas de trabajo que se ven expresadas en manifestaciones humanas que datan de cientos de años a.C. y que Riffo Valdebenito reconoce y rescata, en su gran mayoría, a través un trabajo de campo con las comunidades, procurando replicar ese atávico proceder empleado por las culturas ancestrales.
Un hecho que incluye desde la recolección de las materias primas, luego hervir las telas y tinturarlas de manera artesanal con diversos elementos orgánicos extraídos de la naturaleza, como son la cebolla blanca y morada, el eucaliptus, la cochinilla o la cúrcuma, solo por mencionar algunos de los componentes empleados que darán como respuesta una impronta donde se perciben colores cercanos a la tierra los que a su vez sirven de para generar diversos patrones geométricos en los cuales está no sólo la presencia andina, sino una rusticidad que concluye en el hecho de que es el propio artista quien pinta, corta y cose cada una de las telas.
Laborioso proceso que se puede apreciar en la serie “El lenguaje de las piedras”, (2021- 2024), donde trasciende al tiempo y el espacio, y que se aprecia en toda esta muestra, pero en particular en dos pinturas de gran formato “Mitos y ritos de Atotonilco” (2022), pintada con esmalte al agua sobre tela, con la que elabora un gigantesco patchwork, con el que alude a las cosmovisiones e imaginarios indígenas mesoamericanos, pertenecientes a la cronología prehispánica y que formaron parte de una investigación realizada por el artista en el marco del proyecto “De aquí para allá: agitaciones recíprocas entre México y Chile”.
Otra obra de gran formato es Historias del Puelmapu (2021), donde se entrelazan múltiples referencias del acervo indígena argentino, con registros fotográficos de la kawésqar Eulltyalma o Tafá, el Cacique Foyel, un retrato de su familia y el rostro de Damiana o Krygi. Todas imágenes que comparten el hecho de ser originarios que vivieron en cautiverio en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata en Argentina y que murieron prematuramente debido al desarraigo de su tierra y a las condiciones inaceptables a las que fueron sometidos.
Por eso destaco el trabajo de este artista, porque conlleva un extenso proceso de años de investigación en que retrotrae una forma de hacer, y le adiciona una técnica que nunca abandona- la pintura, que -desde sus inicios- ha sido todo un referente en su universo autoral, ya que a ese lenguaje pictórico se adhieren lo intuitivo y el imaginario, entretejiendo una correlación histórica que surge en el arte rupestre.
En ella, al unísono, aflora la catástrofe o el derrumbe como fenómenos ligados a un hito telúrico-histórico que además recorre parte importante de Latinoamérica, donde es ineludible la presencia de los numerosos terremotos, inundaciones, erupciones e incendios que han moldeado nuestras “ruinas colectivas”, convirtiendo estos eventos telúricos en desastres socioculturales que recurrentemente vulneran un vasto territorio y sociedades, tanto en Chile como en el resto de Latinoamérica, las que son representadas en diversas formas de expresión.
Allí la indagación arqueológica e histórica se evidencia en la profundización y preocupación por develar significativos ejemplos emblemáticos como la serie “Abismos ancestrales” (2023) de los Chinchorro, quienes a pesar de tener una organización social simple de cazadores-recolectores, crearon rituales y prácticas funerarias tan o más sofisticadas que las sociedades políticamente complejas, allí Riffo hace referencia a las comunidades pre-cerámicas y pre-metalúrgicas que poblaron las costas del desierto de Atacama alrededor del 7020 a.C. y el 1500 a.C.
Este hecho fue enfatizado además por su curadora Naomi Orellana. “El montaje de ‘Geometrías y vestigios’ permite conectar diseños pintados en las máscaras de las momias Chinchorro con patrones de telas industriales utilizadas el artista, fusionando el universo material de lo ancestral y lo contemporáneo para propiciar nuevos acercamientos”.
En suma, es esclarecedor el hecho que Sebastián Riffo Valdebenito, proponga una manera de hacer y crear, en la cual despliega un modelo de práctica artística como investigación, con la que expande el enfoque del arte rupestre y ancestral a nivel nacional e internacional, difundiendo y poniendo en valor diferentes líneas de conocimiento.
Estas confluyen para interpretar el pasado a través de tazas ancestrales que deambulan en nuestro presente, y se trasladan a un escenario temporal en el que entre otras cosas alude a la reflexión, el aprendizaje e indirectamente a la resiliencia.