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“La sangre que corre por sus venas” de Francisco Marín Naritelli: fantasmas que habitan en el fondo CULTURA|OPINIÓN

“La sangre que corre por sus venas” de Francisco Marín Naritelli: fantasmas que habitan en el fondo

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Luis Caroca Saavedra
Por : Luis Caroca Saavedra Escritor. Autor de “Los esquilmadores” y de “Espesos ríos de tinta”.
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Hijo de un padre ficticio al que odia, vive lo que le tocó vivir y el culpable de toda esa tragedia, de ese fatum, es el mismísimo dictador, el cual resulta ser la presa mayor, el premio gordo de sus deseos sangrientos.


Agustín Sinclair, el personaje. Más allá de los asesinatos que lleva a cabo y que van desde el martillazo reiterado hasta el descuartizamiento, es producto de los hechos históricos, políticos y familiares que originaron su dolor, resentimiento y rabia. Sediento de venganza, sangre y justicia, describe sus actos sin pelos en la lengua. Dato curioso: es fácil pensarlo como un personaje de 2024 más allá de que la obra esté ambientada en la última década del siglo pasado.

Tal vez por eso se pueden hacer ciertos paralelismos entre ambos momentos de la historia de Chile, lo que le da a Sinclair cierta atemporalidad. El Chile de los años noventa, es el Chile “en la medida de lo posible”. De hecho, así comienza esa década, como si dicha expresión enunciada por el primer presidente de la Concertación fuera una maldición que heredaron los gobiernos posteriores de dicho conglomerado, la Nueva Mayoría y, también, de los nenes que están actualmente en La Moneda.

Sinclair y los otros personajes experimentan el desencanto al ver que sus expectativas se desmoronan como un castillo de naipes. Dicho proceso queda de manifiesto en sus diálogos llenos de desilusión y amargura. “Al menos yo tenía una misión”. “Debo decir”, palabras reiterativas de Sinclair.

“Soy un verdadero narrador omnisciente y un puto crack”, “Omitir y asesinar”. Pero también es un hombre contradictorio, con cuotas de remordimiento, de culpa al pensar, por ejemplo, en la nieta de Pedro Urbina, un ex agente del régimen que fue víctima suya, como si fuera un símil de sus propios traumas infantiles. La sicopatía, entonces, por momentos, se desvanece…

Los amigos de Sinclair son una manifestación de todo lo que le acontece. Benjamín es concerta y Paco de una izquierda pusilánime. De alguna manera el asesinato y posterior descuartizamiento es deshacerse de esa izquierdad anémica. Mientras que el sexo con Antonia actúa como redención. El nombre mismo, Sinclair, con inequívocas reminiscencias al personaje de Demian de Hermann Hesse, da alguna pista sobre este ser voluble y complejo.

El Sinclair de Marín Naritelli también experimenta la mentira, en su caso, el de unos padres, el de un sistema dictatorial. El felatio que le practica Benjamín y las discusiones que mantiene con sus amigos sobre la homosexualidad en la obra ya mencionada del autor suizo-alemán, es una representación de aquello: el bullying, el colegio, un abismo, la vida o la bondad, la muerte o la maldad son experiencias vividas tanto por el Sinclair de Hesse como el de Marín Naritelli.

Sinclair, el de “La sangre que corre por sus venas”, hijo de fantasmas que habitan en el fondo del mar. Hijo de un padre ficticio al que odia, vive lo que le tocó vivir y el culpable de toda esa tragedia, de ese fatum, es el mismísimo dictador, el cual resulta ser la presa mayor, el premio gordo de sus deseos sangrientos.

Marín Naritelli muestra todo su talento de narrador en esta obra, con una prosa resuelta, dinámica, cuyo personaje central se muestra en toda su versatilidad, crudeza y suciedad (sangre) como un sujeto culto, con conocimientos en variadas obras literarias, musicales, cinematográficas y de cultura pop. Al final del libro, los deseos del lector terminarán el trabajo iniciado por el autor.

Ficha técnica:

Francisco Marín Naritelli. “La sangre que corre por sus venas”. Ediciones Amuleto, 2024. 160 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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