Como dice Jorge, fueron canciones que se podían recordar y silbar ingresando a la cultura de un Chile gris, encerrado en los limites que dibujó la dictadura en los medios de comunicación para toda una generación que quería libertad.
Se publicó en redes sociales una entrevista a Jorge Gonzalez, a 40 años de “La voz de los 80″ y en el cumpleaños 60 del líder de la banda Los Prisioneros. Jorge luce como siempre irónico y creativo a la hora de recordar el origen de la emblemática banda en la comuna de San Miguel, en que destaca cierta ingenuidad en el inicio, que fue el paso de una banda de juegos musicales a la que se consolida en el corto tiempo y hasta los 90.
No es para mi la hora de hacer un balance de calidad musical, que por cierto me excede, sino más bien de constar que de ese origen del liceo de San Miguel operando con la precariedad instrumental, dan un paso a una banda hoy icónica en la cultura país, sin fondos culturales concursables y a golpe de pura convicción.
En la entrevista resulta notable la aproximación de Jorge cuando recuerda que lo que partió como un juego de tres adolescentes improvisando con instrumentos prestados, desde lo precario de los medios, y que lograron articular una colección de canciones que conectaron casi instantáneamente en la juventud de la época.
Como dice Jorge, fueron canciones que se podían recordar y silbar ingresando a la cultura de un Chile gris, encerrado en los limites que dibujó la dictadura en los medios de comunicación para toda una generación que quería libertad, y no obstante que, como señala Jorge, había gente que estaba feliz con ese modelo, “estamos todos felices, pasándolo muy bien”.
A 40 años de “La Voz de los 80”, la pregunta es pertinente: ¿por qué subsistieron hasta hoy esas canciones con un dejo de rebeldía y melodías bailables?
La clave para esa pregunta encuentra su respuesta, en mi opinión, en que significaron en su aparición un canto bailable a los nuevos tiempos que vendrían para una gran mayoría de jóvenes, que estábamos actuado para cambiar la realidad y expectantes en cómo se desenlazaría un cambio de época, que terminara con un sistema opresor y se iniciaría pronto un retorno a la libertad y la democracia.
Entonces ahí, estas canciones -“¿Por qué no se van del país?”, “La cultura de la basura”, “Muevan las Industrias”, “Tren al Sur”-, resultaron un paradigma que acompañaron ese cambio social y político a una juventud esperanzada y además canciones que se podían bailar y silbar, como dice Jorge.
Mirando a 40 años ese Chile de los 80 deja un testimonio vivo, de una cultura que quería emerger rompiendo los moldes de la cultura oficial, y así se expresó para la generación de los 80 en la pintura, el teatro, en la música y en las artes, siempre desde la precariedad de medios y oportunidades, y que hoy emergen con la estética y la fuerza propia de una sociedad que se abría paso mediante expresiones que vaticinaban los cambios que estaban ocurriendo, para retomar una mirada y direccionar hacia otro país.
Otra mirada de hoy a la generación de los 80 deja la señal de que en términos de protagonismo político, y siempre dentro de la heterogeneidad de ella, fue una generación de sacrificio, que luego retornando el rumbo del país a la democracia esa misma generación que fue protagónica en el proceso político, social y cultural, resultó postergada por la generación de los 70, que tomó un excesivo protagonismo político desde el interior y desde quienes volvían del exilio, marginando figuras clave de la Generación 80 a nivel país, pasándola en el mejor de los casos a la banca de la reserva.
Como señala el rector Carlos Peña, la generación de los 80 fue una generación aplastada por la generación más longeva que arrasó con ella, como una manera de compensar los años perdidos del exilio y de la dictadura, y según Peña ahora viene el tiempo de la revancha. Enhorabuena venga esa revancha para darle un nuevo oxigeno a la buena política.
Quiero terminar recordando que, no por azar, la canción “El Baile de los que Sobran”, de 1986, que también se puede leer como “El Baile de los que Faltan”, se reinstaló en una segunda oportunidad como un verdadero himno del movimiento de octubre de 2019.