Es un hermoso y conmovedor libro de gentes sencillas, de gente del bar, de “bar adentro”, donde llegan solitarios, nostálgicos, los marginados, otros más empoderados, pero todos ellos, y ellas, con algo digno de ser escuchado y contado.
El bar y restaurante “El Quitapenas” se ubica en Recoleta frente al Cementerio General (aunque primeramente estaba en la calle Zañartu, en Independencia) y tiene una historia de hace muchas décadas (incluso desde el siglo XIX en su origen) y forma parte del “patrimonio sentimental” y cultural gastronómico de Santiago; un restaurante legendario, que ha recibido a miles de deudos que han pasado a servirse algo allí, después de cumplir con las honras fúnebres a sus seres queridos o cercanos.
Más aún, alguna vez comenzó a nacer un nuevo Club que sería el popular Colo Colo, a partir de una crisis en el club Magallanes, rebelándose algunos integrantes de este, entre ellos David Arellano. Cuántas historias, anécdotas allí. Lugar del pueblo y de culto, que los “hombres de bar” sabrán valorar en su justa dimensión.
El autor de este breve volumen, compuesto por ocho cuentos, se ha propuesto hacerse asiduo de este lugar, para ir conociendo los relatos que pudieran contarle especialmente los parroquianos, esto es, ir “bar adentro”. Para ello se va haciendo conocido, volviendo siempre y se va convirtiendo poco a poco –como suele suceder con los parroquianos del bar– en alguien familiar para quienes lo visitan. Lentamente se va haciendo conocido, ganando la confianza de algunos parroquianos. Escuchará sus historias, en torno a una botella de vino, una cerveza y algún sándwich de cuando en cuando. Esto da origen a ocho conmovedoras historias.
El narrador irá “inculturándose”, observando lo que pasa, quiénes llegan, quiénes son; algunos visitantes le despiertan curiosidad y hallará la manera de invitarlos a su mesa, donde escuchará sus historias, señalándoles que lo que busca es conocerlas, oírlas atentamente y después publicarlas, hacer un libro con ellas. Entre esos personajes esto gusta mucho. Es una forma de permanecer, de existir, de abrir las compuertas de lo que guardan.
El ambiente es, en general o totalmente, popular. Quienes llegan allí no son personajes “importantes”, sino individuos casi anónimos, y ahí, en torno a una cerveza o una botella de vino, se sienten en su pequeño paraíso o, al menos, en el sitio donde pueden estar en paz por el tiempo que dure esa estación. Son casi siempre los pobres, los “apartados”, los solitarios, lo postergados, los “perdedores” de este mundo (al menos en estos cuentos, donde no aparecen “triunfadores”). De ellos, el narrador obtendrá los relatos que recogerá en su libro, y que el escritor, Patricio Espinosa Cuevas, narra con sensibilidad, acogiéndolos, sencillamente como a él se los contaron, sin que pierdan la poesía que encierran. Una gran cosa, nada de fácil.
Reseño algunos que me han gustado mucho (sí, que me han gustado porque si no, no estaría escribiendo estas líneas), que me han conmovido (aunque en realidad, todos o la mayoría): “Cuatro patas de una mesa coja”, en que el protagonista es un solitario que hace años que los tres primeros días del mes visita “El Quitapenas”, se sienta a la misma mesa, en un acto que, a todas luces, tiene una gran significado que los parroquianos desconocen. Nadie, sin un interés, una promesa o una decisión mayor realiza eso porque sí. Se llama don Arturo, y en esa mesa que ocupa había estado con su padre.
“Nadie merece morir sin ser llorado”, con la historia de doña Doris Felicia Garrido Garcés, una plañidera, de esas mujeres que ya van quedando pocas, que se dedicaban a llorar por los difuntos en los velatorios; ella tiene la particularidad de no cobrar; es su oficio, pero lo hace gratuitamente y quién sabe si por caridad. Es su misión en el mundo de los pobres y la gente sencilla.
El cuento “Alba y radiante” (en irónica alusión a la canción “La novia” de Antonio Prieto), ocurre en el mismo Quitapenas, donde llega intempestivamente la novia con su futuro marido y los invitados, más del oficial del registro civil que se incorpora, pero antes llama a gritos a uno de los garzones, Nicolás, a quien ella bien conocía y quien la había traicionado. Un relato humorístico y anecdótico de muy buena ley.
El último, “Carlitos Sánchez, descansa en paz”, es un maravilloso y triste relato sobre uno de estos jóvenes llegados a Santiago de la provincia sureña, o de cualquier parte, y tratan de sobrevivir aun cuando la fortuna parezca hasta ignorar su existencia.
En síntesis, “Quitapenas” es un hermoso y conmovedor libro de gentes sencillas, de gente del bar, de “bar adentro”, donde llegan solitarios, nostálgicos, los marginados, otros más empoderados, pero todos ellos, y ellas, con algo digno de ser escuchado y contado.
Ficha técnica
Patricio Espinosa Cuevas, “Quitapenas, cuentos de un bar frente al cementerio”, Ediciones El bardo irreverente, Santiago de Chile, junio de 2023, 105 páginas.