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“¿Cómo se escapa de un castillo?” de Gabriela Paz: proteger y aprisionar amablemente CULTURA|OPINIÓN

“¿Cómo se escapa de un castillo?” de Gabriela Paz: proteger y aprisionar amablemente

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Estamos ante una poesía cuya riqueza y variedad no impiden un buen manejo de la síntesis, tan primordial en este género.


En este libro, la poeta Gabriela Paz nos adentra en una singular búsqueda de la libertad femenina. Cabe subrayar lo de singular, tanto por la particularidad de ese proceso, sin duda laberíntico, como por el alto nivel poético en que está expresado. Ya los signos de interrogación en el título indican que no se trata de un manual ni de un panfleto versificado sobre cómo dejar atrás unos muros protectores y la opresión que esto implica.

Cada uno de los 65 poemas que conforman el libro se relaciona cabalmente con el título, pues estamos ante una poesía cuya riqueza y variedad no impiden un buen manejo de la síntesis, tan primordial en este género. Son el andamiaje mediante el cual la hablante lírica (permítaseme la feminización del concepto) nos conmueve al transparentar plenamente su camino hacia una anhelada libertad.

De este modo, se nos revela un proceso lleno de obstáculos que aunque son incruentos ocultan una crueldad finamente solapada que se exterioriza en ataduras atávicas, bondadosas cosificaciones, el cepo dulce de la comodidad, los obligados retrocesos, las imprescindibles metamorfosis de la autoimagen. Todo aquello podrá posponer la deseada meta pero esta es factible de alcanzarse; por lo menos, esa impresión le queda a este lector

Para adentrarnos en estos y otros aspectos detengámonos en el poema “Sirenas”, que cito completo:

¿Cuántas mariposas te cabían en la boca?/ Entre un jardín de siglos tantas Ofelias muertas/ los ríos no traen flores ni piedras ni peces ni agua// Que caigan las lluvias/ Que se diluvien los bordes/ Que nazca la gran mar/ y a todas/ nos haga sirenas (21).

La pregunta del primer verso, la hablante la dirige a sí misma. Y nos parece que esas mariposas suponen inquietudes y deseos en la encrucijada de ser formulados o inhibidos. La muerte de Ofelia, por supuesto alude al Hamlet shakespeariano pero, sobre todo, a la más conocida de las pinturas que se le han dedicado, la del prerrafaelista John Everett Millai (1829-1896), donde Ofelia aparece muerta en el lecho de un río y rodeada de flores.

Aparte que esta amalgama de la alusión verbal con una visual enriquece el poema, está la pluralización “tantas Ofelias” y la reiteración del hecho, “siglos”. Y esos ríos que nada traen; sin duda, verdaderos leteos. La segunda estrofa, sin embargo, es claramente antitética a la primera, los “Que”, en función anafórica de sus tres versos subrayan el deseo de una lluvia torrencial que borre las limitaciones, “bordes”, origine la inmensidad marina y las sirenas. Obsérvese en este sentido el “nos” señala una colectividad convertida en sirenas y la salida; o sea, el escape del castillo, que no se consigue con el suicidio de las Ofelias sino que mediante una transformación libérrima.

Como suelen saber los lectores de poesía lírica, nos encontramos en ella con la enunciación de un yo, sin embargo este puede aparecer suplantado por otras formas expresivas como el “te” y el “nos” en “Sirenas”, son típicos de la poesía, sobre todo después de la formulación rimbaudiana : “Je suis un outre”, para destacar los contrapuntos entre la identidad y la otredad. La poeta Gabriela Paz en ¿Cómo se escapa de un castillo?, utiliza estos recursos con notable destreza y variedad con el fin de subrayar las imágenes y metáforas que dejan a la luz el deseo de escapar de su castillo y los obstáculos que esto implica; es decir, no solo cómo esa hablante lírica se ve a sí misma, ya sea individualmente “Una muchacha salvaje/ Una muchacha isla/ Una muchacha amuleto de la imaginación” (18) o como grupo “hermanas” (23), “Las que del carbono hacemos/diamantes” (29) sino también cómo se siente valorada “niña” (24) “bailarina para el eco de los muertos” (33), cosificada “Lo amé hasta el infortunio de serle joya” (36), “trataron de vestirnos con seda y nos llenaron de gusanos” (58), subyugada “Cursas el sendero de la hembra mansa” (63) y cómo se concibe al proyectarse en la deseada liberación: “Ni tormento ni abismo/Ni prisa (…) Bañada por un sol/que no me distingue de la hierba (75), “Tal vez llegó la temporada de ser aves” (77).

Ahora bien, conviene insistir que el castillo del cual se quiere escapar, al igual que los de origen medioeval protege y encierra, a diferencia de estos sin embargo carece de gruesas murallas almenadas, de fosa y puente levadizo, de guardias con arcos o ballestas, de sala de armas, de mazmorras y de torre. Un verso lo define como “palacio líquido” (43), que a este lector le cuesta evitar de relacionarlo con La sociedad líquida y El amor líquido, de Bauman, debido a la fragilidad de las relaciones y compromisos, sin embargo en esta obra de Gabriela Paz vemos que junto a esa labilidad, sobre todo en cuanto a los afectos, operan en sentido contrario caricias rutinarias y reglas implícitas destinadas a mantener vivo lo que ya no es posible:

“Los esquemas /se vertían formando/ estructuras líquidas/ donde ellas lavaban/ sus calzones blancos/ donde ellas circulaban/ contra el propio galope (20). Como en los castillos de antaño, aquí están vigentes, y a contrapelo de los deseos de la hablante lírica, las funciones de proteger y de aprisionar.

Por mucho que sofoque, sin embargo, no se escapa de esta clase de castillos al primer intento, hay salidas engañosas y meandros que no llevan a ninguna parte. Por eso, hemos hablado al comienzo de que tiene un carácter laberíntico. Los laberintos, como es sabido, están ligados a los ritos de iniciación y conllevan una transformación en quien logra salir de ellos. Así parece ser en este poemario, como hemos visto al detenernos en el poema “Sirenas” y que asimismo podemos apreciar en otros versos: “Ligera/no imitaré el canto de los pájaros/para volar/ al silencio parecerse” (71).

Ahora bien, no queda claro, y en principio no debe quedarlo, si se consigue aquello o simplemente se proyecta un deseo más potente que la realidad. El texto es ambiguo en este sentido y en una poesía de carácter predominantemente lírico no podría ser de otro modo, así el lector, en comunión con la emoción que produce el texto, tendrá la última palabra.

Ficha técnica:

¿Cómo se escapa de un castillo?,
Gabriela Paz Morales
84 páginas
15,24 x 22,86 cm
ISBN:9789878470818
Editorial Buenos Aires Poetry,
Buenos Aires, 2024

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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