![Hay que leer en la bahía: sobre “Las overalistas de Patronato” de Germán Carrasco](https://media-front.elmostrador.cl/2025/02/Captura-de-Pantalla-2025-02-05-a-las-17.12.31-700x402.png)
Hay que leer en la bahía: sobre “Las overalistas de Patronato” de Germán Carrasco
Más allá de generar una crítica hacia el momento del país, el autor compone una narración reflexiva y lúcida que hacer mirar al espejo a este país. Siempre desde la bahía, del roquerío, el punto donde el mantel de Chile termina o comienza para elevarse hasta la Cordillera. Carrasco tira el mantel.
Hay que irse a leer a la bahía, con el mar de fondo, haciendo rock en las piedras. Salir de la ciudad y sumergirse en el bosque que desemboca en la arena que resiste los machetazos del mar de invierno. En ese tramo de arena imagino al lector, al poeta o al ensayista, o más bien al narrador híbrido que compuso este texto, denominado “Las Overalistas de Patronato”.
Germán Carrasco nos dice “que hay que tomar aire, el de la bahía oxigena un poco”. Más bien su propuesta es un viento, una ráfaga necesaria de palabras, que a ratos sacude y en otras limpian las calles sucias y manchadas que han dejado los nefastos últimos años en este gallogallina de país.
Carrasco, siempre optando por un discurso sincero –de lo contrario este libro no tendría sentido-, inicia este texto las relaciones amorosas en su dolor, en su futilidad, en la sensualidad pre y post coital, pero sobre todo en la ternura social.
![](http://media-front.elmostrador.cl/2025/02/WhatsApp-Image-2024-12-18-at-5.20.49-PM.jpeg)
El estallido social que todavía no se digiere, nos mantiene –no sé hasta cuando cresta- en un país feto, pero un feto monstruoso, dentro de una bolsa amniótica abastecida por ácidos fundamentalistas, exageraciones de miedo por la prensa patotera y el odio a la migración. Quizás ese feto aborte, o brote de la vagina para que una nueva generación pague el costo alto de respirar en este país harpía. “Hoy el viejo sueña con una dictadura y la vieja sueña con un océano de desinfectante”, escribe Carrasco.
Y en medio del desconcierto, las respuestas están o siguen estando en la literatura o el cine, afirma este narrador híbrido, dando citas o reprochando los gustos desabridos del privilegiado progresismo chileno con su desinfectante “cerodramismo”. El mismo progresismo que creó esta criatura de varias cabezas del Frente Amplio, que se perpetuó en la menudencia de los temas no importantes y no logró conectarse con los problemas reales de las personas, con los de abajo.
La cultura del “cerodramismo” pasa a ser cómoda y liviana como las pizzas veganas… “letras sonsas, novelas seudo zen, novelas en donde una pareja pasa en cama leyendo, demasiados nerds sin vida, demasiado desperté calentito pa’tomar desayunito, demasiados actores burgueses interpretándose a sí mismos”, narra Carrasco.
Y la literatura más amarrada que nunca por editores y editoras gallinas, que prefiere el “cerodramismo”, o que actúan en patotas para cancelar.
“Le hicieron una celada a uno de los mejores escritores jóvenes, una verdadera carnicería y homicidio sobre el que hoy algunas personas hacen un pequeño mea culpa que no sirve de nada”, afirma Carrasco que luego saca a colación el episodio del festín de una langosta en la embajada de España.
Luego el narrador se pregunta dónde están las narrativas de abogadas, médicas, secretarias.
“Sólo aparecen nanas, que son utilizadas a modo de lavadoras de culpas, aparecen nanas pero nunca en primera persona… Quizás por lo mismo porque no hay representación popular en ninguna administración progresista desde la recuperación de la democracia en la medida de lo posible, estatua de Aylwin incluida. El campo de acción se hace cada vez más estrecho en un país que ya es estrecho, más segregado más patotero. Un país-fundo exige el látigo, la prepotencia, lo sólido. Así que no se les dio la importancia a las poéticas de lo pequeño, del aspecto, no totalizantes ni inseminantes”.
Carrasco, en “Las Overalistas de Patronato”, más allá de generar una crítica hacia el momento del país, compone una narración reflexiva y lúcida que hacer mirar al espejo a este país. Siempre desde la bahía, del roquerío, el punto donde el mantel de Chile termina o comienza para elevarse hasta la Cordillera. Carrasco tira el mantel.
Para terminar una frase: “…Devolver a un estúpido que fue a escribir sobre las votaciones en Venezuela. Era evidente que no lo iban a dejar ingresar al país que confundió con un café en Providencia”.