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El destino turístico Tarapacá con su punta de lanza establecida en la bella ciudad de Iquique CULTURA|OPINIÓN

El destino turístico Tarapacá con su punta de lanza establecida en la bella ciudad de Iquique

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Bernardo Muñoz Aguilar
Por : Bernardo Muñoz Aguilar Antropólogo Social Universidad de Tübingen, Alemania.
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Estoy seguro de que nunca olvidará sus días en la playa de Cavancha, un paraíso de voluntades terrenales y cósmicas que se han dispuesto para su goce y disfrute. El mar es muy sabio y siempre será bienvenido si le acompañan las buenas vibras y lo cuida como si fuera su casa.


Hace ya varios días que despierto muy temprano para instalarme desde las 8 de la mañana aproximadamente en la playa más linda de Chile. Sin medias tintas, la playa de Cavancha. Cuando arribo a esta por el sector del casino observo sus dimensiones físicas, el color de la arena, las aguas oscuras pero atractivas, el olor a mar, escucho nítidamente el canto de las gaviotas.

Es temprano y aun no llegan los bañistas, solo los primeros deportistas que realizan sus evoluciones en la blanca arena suelta y otros que prueban sus destrezas en las mojadas y oscuras arenas de su orilla fresca.

Al llegar al sector del Ex cine Délfico, hoy el Mauro, decenas de jóvenes retan a las olas en sus tablas de Body board, un sector en donde por sus relatos un error los llevaría a chocar con las cercanas rocas del fondo marino.

Ya desde pequeños adoptan las conductas de los antiguos changos que es convivir con el mar en todo su esplendor. Este rito lo revivirán también montados en sus tablas decenas de jóvenes y jovencitas al atardecer frente a una maravillosa puesta de sol que llena la península de Cavancha, e ilumina las embarcaciones que descansan en sus fondeaderos cercanos a la caleta de Cavancha.

Durante el día el publico ha cambiado. Donde me ubico llegan muchos turistas argentinos, bolivianos y brasileños los cuales copan las cálidas arenas, pero no se meten al océano, especialmente nuestros vecinos andinos, lo desconocen y respetan. Los argentinos y argentinas prefieren matear, comer cosas ricas, jugar con distintos juegos o conversar animadamente paseando por sus arenas y aguas prístinas.

Por el contrario, la relación que establecemos los iquiqueños e iquiqueñas con este mar es de avanzar sin pensarlo dos veces, hasta chocar con las primeras olas y capearlas hasta cansarnos, lo que puede llevar fácilmente unos 20 a 30 minutos. De ahí de vuelta a las cálidas arenas hasta la próxima metida.

Cuando me retiro, cerca de las 14 horas hago el camino inverso en dirección al casino de juegos y observo que hay una mezcla de un publico más popular y también al parecer local por la forma de agruparse en torno a los quitasoles y la cercanía de estos entre uno y otro. Como que ese sector es mucho más tranquilo en materia de olas les trajese más tranquilidad para sus conversaciones y a la vez para el cuidado de los niños. Aquí está el mar que tranquilo te baña, como reza la estrofa del himno nacional.

Una rutina mañanera en esta bella playa puede estar constituida de ejercicios en ambos tipos de arena, para luego adentrarse en el agradable mar bañado por la corriente fría de Humboldt. Para algunos podrá parecer frío, pero es la temperatura perfecta para que el cuerpo estresado del año de trabajo reaccione lleno de felicidad. Como ya dije, capear las potentes olas es el deporte local de la cual ningún iquiqueño de cepa se puede sustraer.

Tomar sol, llenarse de vitamina D en estas horas tempranas es altamente saludable, lo que combinado con sucesivos baños en esas maravillosas aguas te devuelve la vida al cansado cuerpo. Ahora si el agua salada le incomoda, usted puede después de sus sucesivas inmersiones hacer uso de generosas duchas de agua dulce que dada su tibieza no solo sacan la sal de su cuerpo, sino que el frio después de haber estado durante largos minutos en esas maravillosas aguas.

Sabemos que en el mundo entero hay playas maravillosas, que Europa tiene lo suyo, Oceanía y África no se quedan atrás, que Centro América alberga cálidas y transparentes aguas, así como Brasil no solo tiene las reputadas y glamorosas Copacabana, Leblón, la Barra de Tijuca entre decenas de encantadoras y menos conocidas orlas marítimas que crean el carácter alegre y festivo del hombre y mujer carioca. De ahí hasta Recife y más allá los contornos oceánicos de la gran nación verde amarela solo conocen de playas encantadoras.

Tuve la posibilidad de estar en Salvador de Bahía y a las playas tradicionales ya conocidas, debo agregar a la playa de los artistas, una playa de dunas café y aguas calmas en donde la música suave de un hombre que vendía moqueca de peixe y cerveza estúpidamente helada en su quiosco, acompañaba a este bahiano a bailar delicadamente para atracción de todos sus clientes.

Sin embargo, el espíritu chovinista de iquiqueñas e iquiqueños nos asegura que esta es la mejor playa de Chile y en el sur de América al menos, y en esta se encuentra todo lo que un ser humano necesita.

Muy temprano las maquinas especializadas del alcalde Mauro Soria limpian las blancas arenas para dejarlas impolutas para la jornada que se avecina. Sabemos que esta es nuestra cara en medio de la ciudad hacia el pacífico y la hemos cuidado durante generaciones. En nuestra más tierna juventud concurríamos a esta playa y no dejábamos ningún recuerdo que significase un vejamen para la playa, es decir, los restos de un helado o una colilla de cigarrillo, por ejemplo. Aprendimos a respetarla desde temprano y recorríamos sus profundidades sacando las concheperlas para nuestros trajes de baño.

Largas jornadas de capear olas a bordo de un inmenso neumático dejaban más cercana aun nuestra amistad, enterrarnos en sus limpias arenas durante largos minutos o hacernos la señal de Superman en el pecho con nuestras manos y un diseño conseguido contra la arena, nos daban una identidad changa a toda prueba. Eran veranos que iban desde octubre hasta fines de marzo aproximadamente y nuestra piel iba de color moreno hasta un negro oscuro producto de tantos rayos de sol, Y no usábamos bloqueador.

Esta es la misma identidad que recorre nuestros 90 kilómetros de costa aproximadamente hasta la desembocadura del río Loa, pasando por Pabellón de Pica y playas tan hermosas como Chanavayita, Ike Ike y Chanavaya. Siempre y en cada playa cualquier iquiqueño que se precie de ser un chango tendrá su historia particular con una o varias de estas playas tras largos campamentos de sucesivos veranos, que se repiten de generación en generación, donde un abuelo o un padre se muestra orgulloso de enseñarle los rincones y secretos de una playa que ha conocido de sus historias, sueños y esperanzas, a sus herederos y pequeños changos y changas, como ya hice con mis hijos.

Algunas playas han cambiado de nombre producto de la creatividad de nuevos visitantes, otros sectores se han vuelto un polo gastronómico como lo es lo que ha pasado con la antigua caleta de los Verdes, donde los actuales changos entregan sus productos marinos al paladar de iquiqueños y visitantes, productos que bañado por la fría corriente de Humboldt presentan un sabor inigualable a la hora de degustar erizos, almejas, choritos, piures, jaivas, empanadas de mariscos, seviches que con su frescor alteran para bien las papilas gustativas de changos y turistas de todo el mundo. De hecho ya degusté estas gónadas maravillosas en un estado de máxima frescura al ser extraídas el mismo día por los changos de los Verdes.

Volviendo a la playa de las delicias, es decir Cavancha, esta cuenta en su península con una ruta gastronómica y de bares que animan la noche iquiqueña. En este sector destaco y sugiero el pescado y mariscos del Club Náutico, desde donde se observa como las olas avanzan sobre la península y se desparraman desordenadamente en la orilla de la playa, saboreando un rico lenguado o cabrilla preparada por manos de cocineros expertos, lo que posibilita además de lo gourmet una romántica velada a la luz de las velas si así lo desea. En Cavancha todo es posible.

De día en la playa de Cavancha le recomiendo algunas cosas: en primer lugar, no lleve su celular, desconéctese, medite en las cosas buenas que tiene la vida, no lleve documentos so pena de extravío. Si llega la fuerza publica luego comprenderán que usted no es un delincuente y el tema no pasará a mayores. No ensucie la playa, cuídela como cuida su casa y se irá de esta con una nueva amiga, la bella Cavancha.

Aguante su billetera ya que la oferta de los vendedores ambulantes, con cuidada presencia y productos muy interesantes es para deleitarse y no solo con productos locales, sino que también con el aporte culinario de culturas hermanas que han preferido el trabajo honesto antes que dedicarse a actividades ilegales.

Pero por sobre todo le recomiendo degustar un autentico manjar iquiqueño, el helado de mango, que proviene de la única fabrica que hace este delicioso producto desde hace 67 años con la misma receta, la fábrica Cónstenla, una rica mezcla de agua y pulpa de mango que en su estado de frescura y sabor inigualable saludará a su feliz estómago.

Ahora si quiere gastar dinero vaya a probar suerte al casino de Iquique, aunque me imagino que usted sabe que casi siempre la casa gana o vaya a la ZOFRI a deleitarse con un turismo de compras.

Pero estoy seguro de que nunca olvidará sus días en la playa de Cavancha, un paraíso de voluntades terrenales y cósmicas que se han dispuesto para su goce y disfrute. El mar es muy sabio y siempre será bienvenido si le acompañan las buenas vibras y lo cuida como si fuera su casa. Desde ahora acompañaran su realismo mágico el sonido de las olas, el graznido de las gaviotas, tus inmersiones en sus exquisitas aguas, el dorado que consiguió con ese sol maravilloso en su piel salada y humedecida por las olas de Cavancha, una playa dentro de otras privilegiadas que ha obtenido a través de una certificación internacional la categoría de blue flag, premio a las mejores del mundo. Le esperamos en la tierra de campeones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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