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Las mujeres trabajadoras en investigación y la academia en Chile CULTURA|OPINIÓN Crédito: Cedida

Las mujeres trabajadoras en investigación y la academia en Chile

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Este 8 de marzo, señalamos con fuerza que la investigación no avanza si se sigue excluyendo, y el conocimiento sólo es verdaderamente libre cuando todas y todos tienen las mismas oportunidades de crearlo.


Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer trabajadora nos recuerda las deudas pendientes con la equidad de género en todos los ámbitos laborales, incluyendo la investigación.

Este es un espacio en el cual las brechas de género siguen marcando la trayectoria de muchas mujeres, por eso, desde la Red de Investigadoras (REDI), creemos relevante reflexionar sobre la realidad de las mujeres en investigación y la academia, las que enfrentan obstáculos estructurales, inestabilidad y precarización que dificultan su acceso a financiamiento, su desarrollo profesional y la posibilidad de conciliación con las exigencias de la productividad científica.

A pesar de que las mujeres han conquistado espacios en la academia y la investigación, la desigualdad persiste. Van más de 100 años desde el ingreso de Amanda Labarca, como la primera profesora universitaria en el país, pero nuestra posición en la academia aún no es equitativa.

Según datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, las mujeres representan solo un tercio de quienes realizan investigación en el país. Esto es una mejora parcial pues cada vez entran más mujeres a estas áreas, pero su participación disminuye en la medida en que se asciende en la jerarquía académica.

Asimismo, en promedio las mujeres ganan menos que los hombres, poseen trayectorias educativas y laborales fragmentadas, tienen una baja presencia en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y a medida que poseen mayores estudios y especialización tienen menor representación, pues desertan del sistema o tienen mayores dificultades en publicar y adjudicar proyectos.

A esto se suma que existe una subrepresentación en roles de liderazgo y espacios de toma de decisiones. Todo esto se relaciona con el sistema que potencia la competitividad y la productividad, por encima de la cooperación y las alianzas.

El peso de los cuidados y la difícil conciliación

El trabajo de investigación no se detiene. Publicar constantemente, postular a fondos, dirigir proyectos, guiar estudiantes y participar en redes de colaboración son exigencias que, en la mayoría de los casos, no contemplan la realidad de género.

En este escenario, las investigadoras con responsabilidades de cuidado enfrentan una carga doble: la exigencia de la academia y el peso de las labores domésticas y de cuidados, que siguen recayendo de manera desproporcionada en las mujeres.

Las políticas de conciliación en Chile son aún insuficientes. Sin conciliación en la práctica disminuye la capacidad para postular a fondos y cumplir con los exigentes plazos de ejecución de los proyectos.

La falta de medidas efectivas como licencias de maternidad extensibles a la productividad académica, flexibilización de plazos en concursos de financiamiento (internos y externos), evaluaciones académicas que consideren los cuidados y apoyo real en el acceso a salas cuna y jardines infantiles dentro de universidades y centros de investigación, perpetúan la desigualdad.

Muchas investigadoras ven afectada su carrera por periodos de maternidad o por asumir el cuidado de familiares enfermos o dependientes, lo que las coloca en desventaja en un sistema que mide el éxito en función de la cantidad de publicaciones y proyectos adjudicados.

En este sentido, las investigadoras en muchos casos deben optar por salir del sistema y como sociedad perdemos los tremendos aportes que podrían haberse realizado.

El acoso y la violencia en los espacios de investigación

A esta sobrecarga se suma otra problemática: el acoso y la violencia de género en los espacios de investigación. Universidades y centros científicos han sido escenarios de múltiples denuncias de acoso sexual y laboral, donde la jerarquía y la dependencia académica generan condiciones para el abuso.

En algunos casos, las investigadoras deben enfrentar la disyuntiva entre denunciar o arriesgar su carrera, ya que las represalias, la revictimización y la impunidad existen en un sistema que debería proteger a las víctimas.

Si bien en los últimos años las instituciones de educación superior han implementado protocolos de denuncia, mandatadas por la implementación de la ley 21.369, la prevención del acoso sigue siendo uno de los grandes vacíos a abordar, convirtiendo estas medidas insuficientes en la práctica. Tener espacios seguros y la lucha contra la violencia de género en la academia debe ser una prioridad.

El acceso desigual a financiamiento y reconocimiento

Otro de los grandes desafíos para las investigadoras en Chile es la inequidad en el acceso a financiamiento y reconocimiento académico. Los fondos de investigación, como los otorgados por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), han sido históricamente menos accesibles para las mujeres.

A pesar de representar casi la mitad de los postulantes en algunas áreas, las tasas de adjudicación en varios grupos siguen favoreciendo a los hombres, esto a pesar de que desde la agencia se han impulsado medidas que favorecen la equidad de género en algunas etapas de la carrera del investigador/a.

Esta desigualdad responde, en parte, a sesgos de género que operan en los procesos de evaluación y selección de proyectos, por ejemplo, las mujeres reciben menores puntuaciones en evaluaciones anónimas cuando se identifica su género, y los paneles evaluadores tienden a subvalorar su liderazgo en proyectos científicos.

La brecha también se evidencia en el reconocimiento académico. Las mujeres son menos premiadas, reciben menos invitaciones a congresos como expositoras principales y tienen menor acceso a redes de colaboración internacional. Todo esto afecta no solo su trayectoria individual, sino la diversidad y calidad de la ciencia que se produce en el país.

Hacia una ciencia con perspectiva de género

Si queremos avanzar hacia una ciencia más justa e inclusiva, es urgente reconocer que investigar es trabajar y que las condiciones en que se desarrolla este trabajo deben garantizar equidad de género y la dignidad de las condiciones laborales.

Esto implica, entre otras cosas, establecer políticas de financiamiento con enfoque de género, crear mecanismos de conciliación realistas, garantizar protocolos eficaces contra el acoso, visibilizar el trabajo de las mujeres científicas en STEM y HACS (Humanidades, artes y ciencias sociales), y promover la paridad en la toma de decisiones dentro de universidades y centros de investigación.

Así también, se requiere de una institucionalidad fuerte y comprometida que no solo realice acciones de afirmación positiva, sino que efectivamente se comprometa con no patrocinar ni financiar a perpetradores y cerrar la puerta a quienes discriminan por razón de género. El ecosistema de ciencia y tecnología debe reconocer que la violencia existe y trabajar activamente en su erradicación.

La producción de conocimiento no puede seguir basándose en un modelo que mantiene los roles de género, penaliza la maternidad, naturaliza la precarización y perpetúa la violencia.

Como Red de Investigadoras creemos que considerar el tema género en la academia no es solo por el derecho a investigar en igualdad de condiciones, sino por transformar un sistema que, en su estado actual, pierde el talento, las ideas y las contribuciones de mujeres que, a pesar de las adversidades, siguen investigando, creando y resistiendo.

Este 8 de marzo, señalamos con fuerza que la investigación no avanza si se sigue excluyendo, y el conocimiento sólo es verdaderamente libre cuando todas y todos tienen las mismas oportunidades de crearlo.

Directiva Red de Investigadoras: Ximena Báez, Cory Duarte, Fabiola Arévalo, María José Gallardo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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