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“Bach. El músico de Dios” de Elizabeth Subercaseaux: conversaciones entre el maestro y el pianista CULTURA|OPINIÓN

“Bach. El músico de Dios” de Elizabeth Subercaseaux: conversaciones entre el maestro y el pianista

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Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Por : Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega Abogado, Comunicador Social. Tiene estudios de postgrado en Comunicación Social, Humanidades y Filosofía. Ha sido directivo en el sector de la educación superior privada. Profesor universitario y columnista.
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Es una novela de alto interés, que refleja estudio, investigación y cercanía con la catadura del personaje, como también sensibilidad y amor por la música y sus grandes posibilidades. Una obra que abre una ventana fértil y generosa para asomarse al fascinante mundo de la música.


Hace unos meses se publicó el libro “Bach. El músico de Dios” (Editorial Catalonia, Santiago, 2024. 174 páginas), cuya autora es la escritora y periodista chilena Elizabeth Subercaseaux, el cual presenta de una manera cercana, amable y humana la vida y obra del gran músico del barroco.

En los últimos años, Subercaseaux ha aportado otras entregas de este género dedicadas a grandes compositores, conformando una selecta colección de músicos ilustres: Brahms. Los dilemas del alma; Wagner. El genio y su condena; Schumann. La música para Clara, y Beethoven. La música del silencio.

Se trata de una novela biográfica, o biografía novelada, lo que admite un relato que sin duda se afinca en las vicisitudes reales de la vida del compositor, pero incorpora muchos elementos de ficción que le confieren una dimensión y atractivo muy particular a la obra.

El relato discurre en primera persona, es el propio músico ya de edad avanzada, postrado, acechado y afligido por una ceguera galopante, quien va haciendo un ejercicio retrospectivo y narra pormenores de su vida y desarrollo, de su familia, de su consagración precoz a la música, de su sintonía con la divinidad y, contra todo infortunio y designio trágico de la vida terrena, de su inmensa esperanza en la promesa de un más allá glorioso.

Todo en el marco de una narración verosímil, con un lenguaje más signado por la emoción que por la razón, que se adentra con llaneza y confianza en la intimidad del personaje, de su vida cotidiana, sus interacciones familiares, sus rutinas domésticas, sus angustias y desgarros, y, en algunos pasajes también, sus ideas y posiciones sobre gobernantes y frente a situaciones políticas de la época.

No escapa al discurrir de esta novela, la compleja peripecia espiritual vivida por Johann Sebastian Bach, desde sus añorados días de infancia en la ciudad de Eisenach, en el seno de una familia de músicos, sus abnegados años de formación, los hitos principales de su carrera de compositor, intérprete y profesor, hasta su instalación definitiva en la ciudad de Leipzig, como cantor de la Iglesia de Santo Tomás.

Es en este lugar donde Bach consigue instalarse con su numerosa familia, y desencadenar la mayor expresividad de su impresionante fuerza creativa, en armonía con una una rica vida espiritual y una consagración íntegra, devocional, insobornable a la música, como la forma más excelsa y elevada de que disponen los seres humanos para de acercarse a Dios.

Una parte relevante de la narración está dedicada a los inusitados encuentros que Bach tiene en sueños con el célebre pianista canadiense Glenn Gould (Toronto, 1932-1982), uno de los más caracterizados intérpretes de las obras del gran compositor, en especial de sus Variaciones Goldberg (BWV 988).

En el marco de la ensoñación de estas conversaciones entre el maestro y el pianista, se produce un interesante contrapunto entre las vidas de ambos, con inevitables cruces de épocas, tendencias, historias y destinos. Bach no sabe ni puede saber nada de Gould ni de su tiempo, mientras que este conoce cada detalle de la vida, del entorno y de la música del compositor, tanto así que desde su niñez ha dedicado lo mejor de su esfuerzo, inteligencia y sensibilidad a estudiarlo e interpretarlo en su legendario instrumento.

En uno de estos encuentros oníricos, se hace presente también uno de los maestros del pianista, el chileno Alberto García Guerrero (La Serena, 1886; Toronto, 1959), quien se hizo cargo de su formación y lo guió desde los ocho años de edad y hasta las postrimerías de su adolescencia.

Son diálogos sugerentes y llenos de evocaciones, enriquecidos con ilustrativos datos biográficos de ambos personajes, reflexiones sobre el sentido de la música, la relación entre el pasado y el futuro, la misteriosa conexión de la música con la vida y con la muerte, con Dios y la eternidad. Son personas muy distintas, no sólo por las épocas en que vivieron sino también porque cada una enfrentó su circunstancia vital de manera muy diferente, contrastante, incluso hasta contrapuesta.

Es, sin duda, un valor destacable, un acierto de esta obra, que en principio es una versión novelada de la biografía de un gran compositor como fue Bach, el que la autora haya tomado la opción, no exenta de riesgos, de incorporar en ella la presencia de este peculiar e improbable personaje, Glenn Gould, uno de los intérpretes más eximios y renombrados del compositor alemán, pero no por ello ajeno a la constante controversia y polémica por su particular, y para muchos, aberrante, manera de ejecutar las obras para teclado del ícono del barroco.

En realidad, un pianista que no deja indiferente a nadie; abrumadoramente admirado, tanto como resistido e incluso despreciado por muchos.

Es preciso decir, en todo caso, que en esta parte del texto se advierten algunas imprecisiones en cuanto a fechas de giras, lugares de presentaciones y años de grabaciones hechas por Gould, lo cual, sin embargo, no empaña ni desmerece el genuino interés que despierta el despliegue de estos diálogos en la obra.

Es una novela de alto interés, que refleja estudio, investigación y cercanía con la catadura del personaje, como también sensibilidad y amor por la música y sus grandes posibilidades. Una obra que abre una ventana fértil y generosa para asomarse al fascinante mundo de la música y, en especial, para aventurarse en la verdadera peripecia espiritual que representa la inmensa obra musical del gran Bach.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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