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Arte Al Límite Museo: entre la descentralización y el nomadismo CULTURA|OPINIÓN Crédito: Cedida

Arte Al Límite Museo: entre la descentralización y el nomadismo

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Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
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Lo que une a ambos proyectos expositivos, no es sólo compartir un espacio museal, sino dotar de contenido a propuestas que tangencialmente siguen siendo parte del nomadismo.


Podría partir diciendo que, de la semejanza a la diferencia existe un abismo. Sin embargo, “Hacer que otro mundo sea posible”, implica que por sobre la lícita expresión de deseo, esté presente esa intrínseca búsqueda en la cual estamos inmersos, donde coexisten dos tipos de individuos.

Los que definitivamente se asientan y se entregan sin oponer resistencia a la rutinaria hegemonía que viene preestablecida y demarcada, y quienes optan por volver al nomadismo. Es decir, buscan sobrevivir desprendiéndose de lo material, no como un postulado que los margine, sino que los sitúe en un espacio que se construye en la medida que la necesidad surge.

Dicho de otra manera, existe una colectividad en tránsito, que por cierto retoma la pértiga del nomadismo que se extiende hasta Panquehue región de Valparaíso, específicamente en el Museo de Arte Al Límite (AAL Museo), con dos muestras que abren un nuevo año de exhibición con la Bienal NOmade (Selecta II), una apuesta que a los diez años del inicio del proyecto, y luego de configurar una cartografía itinerante emplazada en más de 20 asentamientos nómades en 8 países, en los que cada lugar simboliza un pequeño oasis.

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Perfectamente puede tratarse de una cárcel abandonada, un gueto, una iglesia gótica o inclusivo una fortaleza que en su tiempo sirvió para resguardarse a los piratas.

Todos lugares que obviamente, están muy alejados de lo que las bienales tradicionales proponen, ya que muchas de ellas se enmarcan en un modelo anquilosado, burocrático y donde las capas de la realidad están tapadas y/o tapeadas por un ejercicio en que no existe mayor circulación, dado que muchas veces la rotación, se da entre ellos mismos, e incluso en algunos casos se reparten hasta los premios.

Consagración que abiertamente se opone a los postulados de la Bienal NOmade, donde no hay ni ganadores ni perdedores, sino sólo artistas nómades o No made, que hasta la fecha suman alrededor de 120 (de 58 nacionalidades), de los cuales en AAL- Museo, están representados por 10 artistas con sus intervenciones in situ, evidenciando ese espíritu no competitivo, que su propio curador Hernán Pacurucu (Ecuador) confirma.

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Continuando con el recorrido, y como complemento está “Pangue, Festival de Video Arte”, que presenta su primera versión en colaboración con Arte Al Límite Museo (Panquehue-Chile) y Building BridgesArt Foundation, de Los Ángeles, California, ofreciendo una nueva plataforma expositiva para los artistas cuya preocupación es la naturaleza.

Por lo que el desafío del festival es promover una profunda reflexión sobre nuestro entorno y los retos ambientales pendientes, lo que muchas veces incide en una coexistencia entre arte, tecnología, ciencia y naturaleza. Poniendo en valor la premisa de lograr que otro mundo sea posible. Para ello, no sólo explora, sino que encarna y encara a través la intervención in situ y el registro en video ese eco de la realidad que se incide en la totalidad de las propuestas artísticas de este festival.

El festival consta de dos secciones, la primera con una colección de videos de la colección de Arte Al Límite bajo la curaduría de Marisa Caichiolo (EEUU.), y una segunda que incluye obras seleccionadas a partir de una convocatoria abierta de Estados Unidos, Canadá, México y el Caribe. Esta fue seleccionada por un jurado, donde la ganadora del festival es de la artista mexicana Mónica Arreola, con su obra “Una isla vacante” (2024).

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Un proyecto que en paralelo documenta tanto la transformación física del paisaje periférico de la zona fronteriza de Tijuana, como las fisuras de la crisis económica de una ciudad limítrofe que cada vez deja más expuestos los resabios sociales de la migración y otros fenómenos que ciertamente se intenta ocultar a través de una instrumentalización de la información, pero en ese sentido el arte lleva la delantera en cuanto a libertad de expresión.

En conclusión, lo que une a ambos proyectos expositivos, no es sólo compartir un espacio museal, sino dotar de contenido a propuestas que tangencialmente siguen siendo parte del nomadismo. Un hecho de la causa que más allá de los escenarios de confluencias, deciden hacer un alto en Panquehue, para continuar su periplo por tantos países como sea posible, siendo consecuente con el desafío de llevar proyectos artísticos donde no los hay.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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