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¡Buenas tardes, habitantes de este Universo Paralelo! Son los dinosaurios los protagonistas de esta edición. ¿Acaso hay algo que atraiga más las miradas infantiles hacia la ciencia? Y como los científicos somos eternos niños, los dinosaurios nos seducirán siempre.
Nos ayuda en la travesía jurásica Daniela Flores, licenciada en Biología. Además de estar terminando sus estudios de doctorado en la Universidad de Chile, Daniela es parte de una hermosa iniciativa para acercar las ciencias y las artes: la fundación DICTA (fundación para el Desarrollo Interdisciplinario de la Ciencia, la Tecnología y las Artes). Es también investigadora del Núcleo Milenio Evolución Temprana de Mamíferos. Ella nos contará sobre dos de sus pasiones:
El cuestionario de esta semana lo responde Cristóbal Galbán, doctor en Ciencias del Mar y profesor titular de Centro de Genómica, Ecología y Medio Ambiente (GEMA) de la Universidad Mayor.
En nuestras Breves Paralelas, seguimos hablando de dinosaurios. ¿Sabes de donde viene el nombre «dinosaurio»? Hablaremos del hombre que acuñó el nombre y que este sábado cumpliría 220 años. También destacaremos una enigmática y especulativa conexión entre la desaparición de los dinosaurios y la materia oscura, propuesta por la física teórica Lisa Randall hace casi 10 años.
Espero que disfruten de esta edición de nuestro Universo Paralelo. Si es así, compartan y ayúdenme a promover la ciencia en los medios. Y si les llegó de alguien, ¡inscríbanse ya!
Los fósiles nos cuentan sobre el origen y la historia evolutiva de los seres vivos. Dentro del territorio chileno, el sector de Cerro Guido y el Valle del Río de las Chinas, ubicados en la Provincia de Última Esperanza, Región de Magallanes, resguardan la historia biológica del final de la Era Mesozoica, también conocida como la «Era de los dinosaurios».
Estas condiciones climáticas desafiantes se hacen particularmente evidentes cuando preparamos los «bochones», bloques de yeso, bandas de arpillera y papel húmedo, los cuales sirven para sostener y proteger el fósil. Este proceso requiere mezclar las bandas de arpillera con yeso y agua casi congelada, usando las manos.
El frío de la Patagonia hace de este procedimiento un gran desafío, dejando las manos rojas, temblorosas y sin sensibilidad. Sin embargo, a pesar del esfuerzo, el cansancio y los dolores producto de las caminatas y el peso, todo se olvida cuando acontece el sublime momento de descubrir un nuevo fósil, que nos remonta a millones de años de historia.
Durante los últimos años, se han evidenciado diversos hallazgos que han clarificado cómo era la vida en el Cretácico en este lugar.
Recientemente, se dio a conocer el descubrimiento del primer mamífero del Mesozoico chileno, el Magallanodon baikashkenke, que representa una de las formas de mayor tamaño para el Mesozoico, y del Orretherium tzen. Estos descubrimientos son señales de la gran riqueza fósil de este lugar y posiblemente de otros tantos lugares no explorados del territorio chileno.
Cuando pensamos en un árbol típico, visualizamos cómo las ramas se bifurcan desde un tronco central en ramas más pequeñas y periféricas. Esta imagen es una buena analogía para entender la evolución de las especies. A lo largo de la historia de la vida, surgieron especies ancestrales en tiempos remotos, que ahora conocemos a través de sus fósiles (representando ramas más profundas).
Una dimensión clave para comprender los cambios evolutivos y observados en el registro fósil es la biología del desarrollo. Esta disciplina estudia cómo los organismos crecen y se desarrollan desde una célula inicial hasta su forma adulta. De allí surge evo-devo, un campo interdisciplinar que conecta la evolución de las especies (EVOlution) con la biología del desarrollo (DEVelopment).
Estos procesos son altamente regulados y conservados a lo largo de la evolución, lo que significa que cambios en los genes y expresión genética, en los patrones del desarrollo o en la dinámica de las células y tejidos, pueden tener efectos enormes en la morfología de un organismo.
Ejemplos de investigaciones en evo-devo se hacen también en Chile. Un caso fascinante es la evolución de las aves a partir de ciertos dinosaurios carnívoros, conocidos como terópodos, que caminaban sobre dos patas. Otros estudios investigan cómo las aletas de los peces evolucionaron en el linaje de los peces.
La biología evolutiva del desarrollo, o evo-devo, nos proporciona una perspectiva integrada de cómo los procesos de desarrollo han influido en la evolución de las especies. A través del estudio de los cambios en los programas del desarrollo, podemos entender mejor cómo surgieron las diversas formas y estructuras que observamos en la naturaleza hoy en día.
Cada semana hacemos las mismas cuatro preguntas a un científico. En esta edición, entrevistamos a Cristóbal Galbán, doctor en Ciencias del Mar.
–¿Qué te motivó a dedicarte a la ciencia?
-Desde pequeño he tenido curiosidad por la exploración y la ciencia ficción. Siempre he pensado que van de la mano. Una de las cosas que siempre quise cuando era niño era salir de mi ciudad y conocer otros países y otros ambientes, pero no como turista, sino para descubrir los secretos que allí podrían estar escondidos. Por otro lado, juega un rol importante el ambiente que tenía en casa. Otro aspecto que recuerdo es a mis padres leyendo artículos científicos acerca de su especialidad en medicina, y mi casa siempre ha estado llena de libros. Para mí, en algún instante, cuando se acercó el momento de decidir qué hacer cuando fuera mayor, supe que quería seguir estudiando y aprendiendo.
–¿Cuál es la obra científica que más influyó en tu actividad?
-Uno es un libro que leí acerca de la evolución, que se llama La vida maravillosa, de Stephen Jay Gould. Me lo recomendó un profesor de zoología en la universidad y lo leí en apenas tres días. Explicaba cómo fueron los ambientes y qué especies los habitaban, hipotetizando sobre las relaciones interespecíficas en los ecosistemas. Por otro lado, hay dos artículos científicos que me ayudaron en mi desarrollo posterior y que estuvieron muy relacionados con mi investigación. Uno de ellos se titula “Oceanic biogeochemicalcontrols on global dynamics of persistent organic pollutants”, publicado en el año 2002 por Jordi Dachs, quien fue además mi director de tesis doctoral. Y uno que siempre recordaré con cariño, fue un artículo que leí acerca del intercambio de gases entre el aire y el agua, que se titula “Mechanism and rate of gas transfer across the air-sea interface”, de 1976. Tuve la suerte de conocer en persona al autor, quien me mandó una copia en un sobre deseándome todo lo mejor para mi doctorado.
–¿Cuál es el problema científico más importante por resolver?
-Creo que es un tema totalmente alejado de mi disciplina, pero considero que conocer el mecanismo evolutivo de la especie humana y el origen de la vida son dos de las preguntas más importantes que tenemos que responder como especie. Creo que es importante conocer de dónde venimos para saber hacia dónde vamos, y estos dos problemas son los más importantes por resolver. En los últimos años ha habido grandes avances en estas áreas, pero no tengo dudas de que tendremos más, ya que cada vez tenemos más capacidad tecnológica.
–¿Cuál es la pregunta que te desvela como científico y cómo la enfrentas?
-La verdad es que esta pregunta surgió por casualidad durante mi tesis doctoral, y es entender la influencia de los microorganismos en el ciclo biogeoquímico de contaminantes. Actualmente, conocer los mecanismos de cómo las comunidades bacterianas de la columna de agua pueden afectar al ciclo biogeoquímico de estos compuestos tóxicos es mi principal pregunta de investigación. En este aspecto, la aproximación no es fácil, pues siempre he sido bastante reacio a trabajar con microorganismos, pero me he dado cuenta de que, para responder este tipo de preguntas más complejas, es muy importante asociarse con investigadores que saben más de otros temas y que, con sus conocimientos y experiencias, pueden ayudarme a responderlas.
La ilustración científica es una de las más antiguas intersecciones entre arte y ciencia. Un buen ilustrador en esta área debe ser capaz de llevar los conceptos científicos a los ojos del lector de la manera más clara posible, eligiendo los ángulos y los énfasis adecuados, sin perder de vista el componente estético que potencia el impacto de un trabajo científico.
Mauricio Álvarez ha participado en proyectos científicos de diversas disciplinas. Pueden ver más de su obra en su página de Instagram aquí. Sus ilustraciones han llegado incluso a ser portada de Nature, que es, para muchos, la revista científica más prestigiosa del mundo.
¡Y muchas gracias a Mauricio Álvarez por regalarnos esta bella imagen de la semana!
– Este próximo sábado celebramos el natalicio del biólogo y paleontólogo inglés Richard Owen, a quien vemos en una fotografía de 1879, posando al lado de un esqueleto de un moa gigante, un pájaro ya extinto que vivió en Nueva Zelanda hasta el siglo XVI.
A pesar de sus grandes contribuciones, Richard Owen no estuvo exento de controversias. Era conocido por sus disputas con otros científicos de la época, como Charles Darwin, con quien tuvo desacuerdos sobre la teoría de la evolución.
Su enfoque en los arquetipos y las similitudes estructurales entre organismos anticipó principios de la biología evolutiva del desarrollo, o evo-devo, ayudando a entender cómo las estructuras anatómicas pueden tener una base común y evolucionar de maneras diversas.
– En 2015, la física teórica estadounidense Lisa Randall presentó una hipótesis tan fascinante como especulativa sobre la desaparición de los dinosaurios. En su libro Dark Matter and the Dinosaurs, Randall sugiere que la materia oscura podría haber jugado un papel indirecto en la extinción de los dinosaurios.
La teoría plantea que, hace 66 millones de años, un disco de materia oscura en la Vía Láctea perturbó la órbita de cometas en la nube de Oort.
Aunque esta hipótesis es altamente especulativa y no cuenta con evidencia directa que la respalde, ofrece una perspectiva innovadora sobre cómo las fuerzas cósmicas pueden haber influido en eventos históricos en la Tierra. Randall sostiene que este enfoque podría explicar no solo la extinción de los dinosaurios, sino también otros eventos de impacto cíclicos en la historia del planeta.
En nuestro cuestionario de hoy, Cristóbal Galbán nos habló de la importante influencia que ejerció sobre él un libro llamado La vida maravillosa, de Stephen Jay Gould. Yo no leí ese libro, pero sí el que aparece en la imagen que acompaña a este texto: La sonrisa del flamenco (Drakontos Bolsillo, 2008), que escribió el mismo autor en 1985.
Su estilo accesible, lúdico y profundo hace de esta obra una lectura imprescindible para los entusiastas de la ciencia.
– No puedo terminar esta edición sin recomendar un disco que fue tan importante en mi adolescencia: Clics modernos, de Charly García. Tenía 14 años cuando apareció en 1983. Yo no era muy fan de esas canciones, que se bailaban incansablemente en las fiestas de esa época, tales como «Nos siguen pegando abajo» y «No me dejan salir». Trataba de ser distinto y despreciaba todo lo masivo. Pero escuchando nuevamente cada una de esas canciones con la mirada amplia que te da el tiempo, solo puedo decir que me arrepiento. ¡Qué tremendo disco!
Ahora bien, incluso en esa época había una canción que me seducía más allá de mis prejuicios. Una balada que comienza con una misteriosa nota de sintetizador al que pronto se sumaba un piano acústico. Una canción sin percusión que hablaba de los desaparecidos por la dictadura argentina. La canción se llama «Dinosaurios». Una alegoría sobre la desaparición:
Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.
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