Según varios miembros y ex miembros del Sodalicio, el padre Baertl posee muchas capacidades para manejar temas económicos. La razón de ello es que viene de una familia que tiene negocios en Perú, siendo los del sector de la minería los que más ganancias reportan al clan. Esta misma condición es la que le permitiría tener una gran red de contactos en el mundo empresarial y en el de los medios de comunicación. Un ex miembro de la institución afirma haber escuchado, al interior de las comunidades, que gracias a estos contactos se habría amortiguado un poco el escándalo mediático, luego de que se descubrieran los abusos sexuales cometidos por Daniel Murguía y el fundador, Luis Fernando Figari.
Fue el año 2010 cuando Alicia Romo, fundadora y antigua dueña de la Universidad Gabriela Mistral (UGM), conoció a Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, quien hoy es acusado de abusos sexuales, psicológicos y físicos contra ex miembros de la institución. Este encuentro marcaría el devenir de ambas entidades.
El Sodalicio de Vida Cristiana (también conocido por su nombre en latín Sodalitium Christianae Vítae, SCV), comunidad de religiosos nacida en Perú a inicio de los 70, ya llevaba diez años trabajando en Chile cuando estas dos autoridades coincidieron en Roma, en el marco de las reuniones de la Comisión de Familia del Vaticano. Ambos tenían un interés en común además de la religión: la educación. Fue ahí donde comenzó un proceso que culminaría con el traspaso de la UGM al Sodalicio, todo esto a cargo de las intensas negociaciones de Jaime Baertl, el primer miembro de esta institución en ser ordenado sacerdote, y que hoy figura en la página web del plantel universitario como presidente del Directorio.
No es cosa de azar que Jaime Baertl haya quedado a cargo de tales negociaciones. Este sacerdote es conocido en la institución por su capacidad para los negocios. Según una investigación realizada por los periodistas peruanos Pedro Salinas y Paola Ugaz, Baertl “dirige el emporio económico del Sodalitium, el cual tiene más brazos que un pulpo”, siendo Inversiones San José su principal pilar económico. Hasta fines de 2015 por lo menos, el sacerdote asistía todos los lunes a las reuniones de directorio de esta empresa, de acuerdo a la investigación periodística.
En opinión de varios miembros y ex miembros del Sodalicio, el padre Baertl posee muchas capacidades para manejar temas económicos. La razón de ello es que viene de una familia que tiene negocios en Perú, siendo los del sector de la minería los que más ganancias reportan al clan. Esta misma condición es la que le permitiría tener una gran red de contactos en el mundo empresarial y en el de los medios de comunicación.
Un ex miembro de la institución afirma haber escuchado, al interior de las comunidades, que gracias a estos contactos se habría amortiguado un poco el escándalo mediático, luego de que se descubrieran los abusos sexuales cometidos por el ex sodálite Daniel Murguía. Situación similar habría ocurrido cuando se conoció la doble vida de Germán Doig, miembro que la institución consideraba ejemplar y que el propio Baertl calificó como “el mejor entre nosotros” durante su misa de exequias. Posteriormente se abrió una causa para su beatificación, que debió detenerse en 2010 tras descubrirse que había cometido abusos sexuales.
El 2010 fue clave al interior del Sodalicio de Vida Cristiana. Ese año las autoridades de la institución religiosa fueron fuertemente presionadas para que hicieran público un hallazgo macabro: la doble vida del casi santo Germán Doig, quien en realidad había cometido varios abusos sexuales y manipulación psicológica sobre sus víctimas.
Una de las personas que descubrió los abusos cometidos por este sodálite fue Rocío Figueroa, que en ese tiempo pertenecía a la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR), rama femenina del SCV. Las investigaciones partieron en 2008, cuando se recibió un primer testimonio de inconductas sexuales de Doig. Esto motivó la creación de una comisión investigadora al interior del Sodalicio, instancia en la que participó Jaime Baertl.
Según Figueroa, cuando ella y otras integrantes de la FMR supieron que había más de una víctima de Doig, acordaron que una de ellas hablaría con el padre Jaime para darle la información. “Primero lo hizo en una confesión en la que Baertl dijo que no nos metiéramos a investigar a Germán (Doig), que eso sería contraproducente y le haría mucho daño a la Fraternidad”, recuerda la denunciante.
Tras esta respuesta, Rocío indica que “no volvimos a hablar con él porque entendimos que él ya sabía”. Fue por esta razón que las integrantes de la comunidad decidieron hablar directamente con Luis Fernando Figari. La mensajera fue Figueroa, quien indica que “fue peor”, porque Figari era “la madre del cordero”.
Esta no es la única ocasión en que se menciona que Baertl tenía conocimiento de abusos perpetrados al interior del Sodalicio. El 2011, una víctima presentó ante el Tribunal Eclesiástico de Lima una denuncia de abuso sexual contra Figari. En ella se mencionaba al sacerdote como una de las personas al tanto de la situación.
[cita tipo=»destaque»]La acusación más grave contra el cura la hace Martín Scheuch, un ex miembro de la institución que comenzó a frecuentar el SCV a fines de los 70. El denunciante indica que a los 16 años “Jaime me pidió que me desnudara y fornicara con una silla”. Esto habría ocurrido en medio de una conversación entre ambos, cuando Baertl, que aún no era sacerdote, ejercía como su guía espiritual.[/cita]
“Quiero dejar constancia que he referido a este incidente (de abuso) al Padre Jaime Baertl Gómez en una conversación personal en el año 2002 y se las he repetido en varias ocasiones, además en esa misma conversación le mencioné de las otras acusaciones contra el Sr. Figari de las que me había enterado, pero me dijo después que las conversó con el Sr. Figari y que este las había negado y que en mi caso concreto no lo veía como abuso sexual”, señaló.
El documento fue recibido por el padre Víctor Huapaya Quispe, de la familia del Opus Dei y que actualmente preside dicho Tribunal, dependiente del Arzobispado de Lima. Él mismo habría enviado este documento al Dicasterio, del cual depende el Sodalicio en Roma, que es la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Ni el Vaticano ni ninguna autoridad eclesial hablaron con la víctima.
A pesar de estos testimonios, el padre Baertl declaró ante la Fiscalía Peruana que “nunca tomé conocimiento de abusos físicos o psicológicos entre miembros del SCV”.
La acusación más grave contra el cura la hace Martín Scheuch, un ex miembro de la institución que comenzó a frecuentar el SCV a fines de los 70. El denunciante indica que a los 16 años “Jaime me pidió que me desnudara y fornicara con una silla”. Esto habría ocurrido en medio de una conversación entre ambos, cuando Baertl, que aún no era sacerdote, ejercía como su guía espiritual.
Scheuch recuerda que la conversación estaba siendo difícil, pues él no quería hablar de ciertas cosas. Fue entonces que “él mismo (Jaime Baertl), antes de tomar esta medida, fue a consultar con el superior de esa casa”, que era Germán Doig. El episodio habría ocurrido en 1979 en la comunidad de San Aelred, la segunda casa que tuvo el Sodalicio en Perú.
“Como yo percibí que el mismo Jaime Baertl se sintió incómodo, entiendo que esta fue más que nada una manera de abusar psicológicamente de mí con una acción con contenido sexual”, reflexiona el denunciante. Y agrega que el sacerdote “no sacó ningún provecho de este acontecimiento, ni siquiera me tocó”, pues la intención era más bien “quebrarlo” emocionalmente para que hablara en la consejería espiritual.
Scheuch denunció este hecho a la comisión investigadora del Sodalicio que trabajó en estos casos en 2016. En primera instancia su denuncia fue considerada verosímil y, por lo tanto, reunía las condiciones para ser contado dentro del grupo de víctimas de la institución y acceder a compensaciones por los daños. Sin embargo, sin ninguna explicación, su denuncia fue desestimada al poco tiempo. Hasta hoy, no hay claridad sobre por qué se desestimó la verosimilitud del testimonio.
Al ser consultado sobre estos hechos, Baertl indicó a través de un correo electrónico que “me ciño a las investigaciones internas tanto de la Comisión Ética como la Comisión Internacional que han publicado sus conclusiones y en ninguna tengo acusaciones”. Agregó que “me han atacado y me siguen atacando mucho en Perú pero son calumnias y difamaciones a las cuales no puedo estar prestando atención pues mi único juez es el Señor y a Él me debo”.
Los contactos de este sacerdote con familias importantes no solo están en Perú. Según las investigaciones de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, Baertl tendría una estrecha relación con la familia Cueto en Chile.
El conocimiento de este religioso en negocios no es menor. En 1999 formó una fundación offshore en Panamá en el estudio Icaza González-Ruiz & Alemán, que estuvo involucrado en el caso de corrupción Bárcenas en España. La Fundación fue bautizada como PUSAN y luego su nombre fue cambiado a Fundación San Ignacio. Con esta, Baertl realizó una serie de movimientos económicos. Cabe señalar que, al traspasar dinero a este tipo de cuentas, las entidades tributarias de Perú no pueden acceder a su información.
El rol de Jaime Baertl en el traspaso de la UGM no fue menor, pues luego del encuentro entre Alicia Romo y Luis Fernando Figari, fue él quien estuvo a cargo del proceso de ingreso del SCV al plantel. Así, en 2012 lograron entrar al directorio y en 2013 nombrar al sodálite Aldo Giacchetti como rector de la universidad, marcando el fin de una era para la familia Romo.
Sobre cómo se dieron las negociaciones, en una entrevista publicada por el diario La Tercera el 21 de septiembre de 2013, Baertl declaró que “la Señora Alicia (Romo) jamás habló, jamás, de que tuviéramos que pagar por la universidad”. En el mismo reportaje, indica que la única condición para el traspaso de la casa de estudios era inyectar los recursos necesarios para su debido funcionamiento.
Si bien no hay una cifra exacta de cuánto ha significado la inyección de recursos, se sabe que son millones de dólares provenientes del Sodalicio. El dinero se ha utilizado para modernizar la casa de estudios, cosa que ha implicado cerrar carreras, despedir trabajadores, cambiar decanos y profesores, comenzar la construcción de una nueva sede en Huechuraba y, sobre todo, invertir en el proceso de acreditarse, lo que dio sus frutos, pues en septiembre del 2016 lograron obtener dos años de acreditación. A esto se suma el anuncio de que la UGM absorberá a la UCINF, situación que ha generado bastantes críticas de parte del Consejo Nacional de Acreditación por una posible falta de transparencia en el proceso.
Si bien el sacerdote Jaime Baertl figura como el presidente del Directorio de la Universidad, fuentes de la misma institución señalan que, a fines de enero de este año, se realizó un almuerzo de despedida para el religioso. En la instancia, donde habrían estado presentes algunas autoridades de la universidad, se habría comunicado que no continuaría en el cargo, pues tendría una nueva misión apostólica en Colombia. Esta información fue corroborada por un miembro del SCV.
La salida de Baertl aún no ha sido informada de manera oficial al resto de trabajadores de la universidad ni a los alumnos. Aunque la información oficial indica que la decisión pasa por esta nueva misión, fuentes al interior de la casa de estudios y la institución religiosa, indican que el escándalo que vive actualmente el Sodalicio por las acusaciones de abuso sexual, psicológico y físico que pesan contra su fundador y otros miembros y ex miembros del SCV, ha generado ruido en torno a Baertl.
Esto, porque él es considerado como un sodálite cercano al círculo de Figari, además de uno de los miembros más poderosos de la institución religiosa, a pesar de no ocupar ningún cargo oficial. Por otro lado, algunas víctimas del Sodalicio coinciden en catalogarlo como encubridor y una de ellas indica que “si cae, no cae solo”.