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Irrelevancia en Cúcuta: el paso en falso de Piñera en la escena internacional Opinión

Irrelevancia en Cúcuta: el paso en falso de Piñera en la escena internacional

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Más que un paso en falso del Presidente, la incursión en Cúcuta fue un viaje totalmente innecesario. Polémico y sin ganancias, además, de seguro tendrá efectos políticos por varios días más. Logró reanimar a una parte de la oposición, incluidos dos presidenciables. Victimizó la figura de Bachelet y dejó en evidencia que Macri y Bolsonaro tomaron más precauciones con una operación que tenía pocas posibilidades de éxito. Tal vez el Presidente deba reflexionar que la ansiedad por asumir un protagonismo internacional ahora le puede pasar una mala jugada en lo interno.


Estas deben haber sido las vacaciones más extensas de un presidente en las últimas décadas. Veinte y cinco días divididos en dos momentos. Recordemos que el mandatario –sorpresivamente- decidió adelantar su descanso en una semana, cancelando de última hora una visita programada a la Región de la Araucanía. Además, el día previo, Piñera hizo unas declaraciones que sacaron roncha en todo el espectro político: conminó a los parlamentarios a trabajar en el verano para poder avanzar en la agenda legislativa. Dicho esto, abandonó Santiago rumbo al lago Ranco –tan de moda este verano-. “Cura Gatica”, comentaron varios diputados y senadores.

La primera parte fue con viento a favor. Una agenda relativamente tranquila, aunque lo más llamativo fue el quiebre comunicacional con otros períodos de verano del mandatario. El cambio de estrategia fue más o menos obvio. Por primera vez –por suerte- no tuvimos que asistir al rito anual de febrero, ese que nos condenaba a observar en los noticieros de TV los partidos de fútbol con sus inquilinos, sus idas a misa, asados familiares, cabalgatas. Un despliegue que utilizó todos los veranos de su primer período. ¿La razón? Alguien en La Moneda logró convencer al Presidente que cuando las cosas no están del todo bien, es mejor salir un rato de escena, y también que los chilenos parecen haberse cansado de “ver” cómo los ricos y famosos aprovechan el verano. En otras palabras, evitar que la gente asociara “Tiempos Mejores” como una ventaja de unos pocos, los mismos de siempre.

Pero esta fase tuvo un abrupto corte. Los incendios en el sur y lluvias devastadoras en el norte, obligaron al Presidente a interrumpir la tranquilidad de los lagos Ranco y Caburga, luego de las presiones y críticas de distintos sectores -no de la oposición, que se tomó las vacaciones con rigurosidad- por la falta de conducción frente a las tragedias. Quedó en evidencia el hecho de que el mandatario y ministro del Interior salieran al mismo tiempo. El vacío de liderazgo se notó, de seguro el adelanto de las vacaciones presidenciales provocó la descoordinación.

Un punto de prensa para hablar de Venezuela –algo esperable-, y luego el Presidente volvió a sus vacaciones. El ministro Chadwick a escena y el mandatario a descansar. Hasta que nos golpeó con un video subido desde una de sus casas en el lago, en que informaba de la postulación de Chile al Mundial 2030 junto a otros países de Sudamérica. Pero las sorpresas de verano no terminarían. Ahora venía el viaje a Cúcuta para acompañar la entrega de ayuda solidaria a Venezuela y también las gestiones para armar un nuevo referente que reemplazaría a Unasur. Por supuesto, las tres iniciativas estaban vinculadas: el intento del Presidente por posicionarse como líder en el continente. Y de paso, desviar la atención de las tragedias en el norte y el sur.

Tanto la creación de Prosur –“Para el Progreso de Sudamérica”- como la visita a Cúcuta comenzaron a generar polémica estando aún Piñera de vacaciones. En el caso del organismo que daría por muerto a Unasur -“Unión de Naciones Sudamericanas”-, el objetivo es evidente. Recordemos que ese referente nació en 2004 impulsado por Hugo Chávez y secundado por Lula y Kirchner en la época dorada de los gobiernos de izquierda en el continente. Sebastián Piñera vio una oportunidad para adelantarse un paso a sus colegas de derecha –Macri, Bolsonaro, Duque, Abdo Benítez- y concretar su sueño de ser el líder de América del Sur, así como en su momento lo tuvo Chávez hace 15 años.

Pero la travesía a Cúcuta habría de convertirse en la gran polémica del verano. Las críticas no se hicieron esperar. Desde la Región de Aysén los alcaldes y organizaciones sociales levantaron una voz de molestia, exigiendo que el mandatario partiera por visitar la zona aún en alerta roja a causa de los incendios que consumen una parte importante de sus bosques milenarios. Incluso, el anuncio presidencial logró un milagro que a estas alturas parecía imposible: despertó a una parte de la oposición ligada a la ex-Nueva Mayoría –los dirigentes del Frente Amplio parecen haber partido juntos a un lugar remoto porque no han existido este verano-, quienes instalaron un punto político. El presidente Piñera quería utilizar las relaciones internacionales para calmar el frente interno. En una puesta en escena insospechada, todos los excancilleres salieron a criticar con dureza al mandatario, incluidos dos que podrían ser “presidenciables”: José Miguel Insulza y Heraldo Muñoz

Toda la semana previa al viaje a Cúcuta, el Gobierno tuvo que salir a explicar y confrontar a una resucitada oposición. Con una vocería políticamente débil – del desconocido subrogante Emardo Hantelmann–, La Moneda pareció confundida entre sus propios argumentos, intentando aclarar que tenía cubierto el frente interno, pese a que todos los medios de comunicación mostraban las imágenes de incendios y los efectos provocados por el clima en el norte. Tampoco aparecía muy convincente que el Presidente emprendiera esta misión personal, cuando los mandatarios de las dos potencias del continente –ambos de derecha-, Macri y Bolosonaro se restaran de la iniciativa.

Y cuando el que explica se complica, el viaje a Colombia se convirtió en un problema antes de su partida. El mandatario adelantó su vuelta a Santiago en dos días y programó una visita flash a la Araucanía –que había suspendido en enero- y Los Lagos para evaluar los incendios, dándole la razón a sus críticos. Las diatribas se mantuvieron hasta unas horas antes, saliendo incluso a flote los costos de la ayuda que llevaba Chile en comparación con los gastos de la operación política.

Las polémicas marcaron todo este viaje del Presidente, incluida la anécdota de la falla del avión FACH, y por supuesto, el exabrupto de Miguel Bosé, que terminó convirtiéndose en “la noticia” del masivo concierto Venezuela Aid Live –nombre que lo asociaba más a EEUU-, luego que el español se descompensara en el escenario lanzado una frase no solo muy mal educada y machista contra Bachelet, sino que reflejó su ignorancia de cómo opera la ONU. Sin proponérselo, la expresidenta terminó como la protagonista de ese día, incluido un sorpresivo mensaje que le envió JAK – ¿nueva estrategia después de dos meses de silencio total? – de apoyo.

Lamentablemente para las pretensiones del presidente Piñera, Cúcuta estuvo lejos de lo que esperaba. Sin un protagonismo importante, con una operación que resultó fracasada y en el ojo de la polémica por casi 10 días. Tampoco fueron felices algunas de sus intervenciones, quedando marcadas frases que sonaron más a cliché, cuñas preparadas y a estrategia comunicacional para elevar su imagen personal, más que al objetivo de solidaridad y humanidad que era el fondo. “Vienen Tiempos Mejores para Venezuela”; “Maduro tiene los días contados”, “Voy a defender la libertad”, “Más temprano que tarde los venezolanos recuperarán la libertad”

Este fue más que un paso en falso del Presidente, un viaje totalmente innecesario. Polémico y sin ganancias, además, de seguro tendrá efectos políticos por varios días más. Logró reanimar a una parte de la oposición, incluidos dos presidenciables. Victimizó la figura de Bachelet y dejó en evidencia que Macri y Bolsonaro tomaron más precauciones con una operación que tenía pocas posibilidades de éxito. Tal vez el Presidente deba reflexionar que la ansiedad por asumir un protagonismo internacional ahora le puede pasar una mala jugada en lo interno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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