Dirigentas políticas y de organizaciones de mujeres replicaron los dichos de la secretaria de Estado, quien señaló que la convocatoria del 8 de marzo “parece de un sector de la oposición” y “distrae de los temas más centrales, importantes y mayoritariamente demandados por las mujeres”. Para sus detractoras, las palabras de Plá son “injustas” y una “pequeñez”. Señalaron además que la ministra sufre de “ceguera política” y que en lugar de identificar la convocatoria con un sector político determinado, debe “hacerse cargo” de las demandas del movimiento feminista.
Las declaraciones de la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, dándole la espalda a la huelga feminista del próximo 8 de marzo abrieron una fuerte controversia.
Dirigentas políticas y desde el mundo de las organizaciones de mujeres replicaron los dichos de la secretaria de Estado, calificando sus palabras como “críticas injustas” y una “pequeñez”, y señalaron además que la ministra sufre de “ceguera política” y se “opone a la organización histórica del movimiento”.
A juicio de la ministra, el llamado a paralizar este 8 de marzo no refleja «cómo las mujeres han movilizado el mundo» y puso en duda el sentido de la convocatoria, señalando que “distrae de los temas más centrales, importantes y mayoritariamente demandados por las mujeres”. Es más, sostuvo que “pareciera que es una convocatoria de un sector de la oposición”.
Desde la Cámara de Diputados, la presidenta de la Comisión de Mujeres Loreto Carvajal (PPD), refutó estos dichos e hizo un llamado al Gobierno a «hacerse cargo» de las demandas del movimiento social. “Le recomendaría que más allá de opinar de la organización de un grupo de mujeres totalmente validado, escuche el mensaje y se haga cargo”, dijo la parlamentaria.
Esta conexión que hizo Plá entre la convocatoria a la huelga y la oposición también encontró respuesta de Karina Delfino, vicepresidenta de la Mujer del Partido Socialista. A juicio de la exdirigenta estudiantil, las críticas de la ministra a la convocatoria son injustas, ya que son demandas que están transversalmente expuestas en distintos gobiernos. “Las mujeres de Chile nos movilizamos porque sufrimos violencia a diario, porque nuestra vida es más precarizada y porque Chile sigue siendo desigual”, indicó.
En la misma línea, la diputada del Frente Amplio, Gael Yeomans, sostuvo que la secretaria de Estado “comete un gran error en dar carnet de militancia a quienes levantan la huelga feminista del #8M . ¿Dónde está el enemigo en esta movilización que exige el fin de la violencia de género contra las mujeres? ¿No es ese el objetivo que dijo compartir el Gobierno?”.
Desde el mundo estudiantil también levantaron la voz. Para la presidenta de la Eederación de Estudiantes de la Universidad Católica y vocera de la Confech, Belén Larrondo, esto dichos demuestran que el Gobierno “le da la espalda a las mujeres del país otra vez” luego de un 2018 marcado por las movilizaciones feministas.
“El fin a la violencia machista o los derechos reproductivos garantizados al parecer para la Ministra Plá no son el centro, ¿cuál es entonces?”, preguntó.
A su vez, la presidenta de la FECH, Karla Toro, interpeló a la ministra, señalándole que efectivamente “la huelga feminista busca “favorecer” a un sector de la sociedad. A millones de mujeres y disidencias que no han encontrado respuesta desde su gobierno a la violencia, discriminación e injusticia que enfrentamos día a día, solo por ser mujeres”, sostuvo.
Por su parte, Daniela López, abogada feminista de Abofem y del Estudio Jurídico AMLDefensaDeMujeres, puso el foco en los errores de conceptualización que comete la ministra al abordar el tema. “La huelga feminista entiende la violencia de género como un problema social, que organiza mujeres, crea redes de solidaridad y lucha contra la desigualdad”.
En este sentido, señaló que la campaña impulsada por la ministra «No lo dejes pasar» trata la violencia como un problema individual, que debe denunciar, frenar y probar la misma mujer sin que cambien las instituciones y la sociedad, como si el problema fuera la guerra de sexos y no la desigualdad naturalizada”.
Así, concluye que “la ministra no reconoce a su ministerio como feminista y se opone a la organización histórica del movimiento. La apelación individual siempre esconde privilegio de clase, en cambio el feminismo es cuestionamiento a la desigualdad que se sostiene en privilegios”.