Así como de dulce, su trayectoria empresarial también tiene su lado de agraz, especialmente en las últimas semanas, luego que El Mostrador revelara que el grupo Ditec mantenía vínculos con Juan Miguel Fuente-Alba, el procesado ex comandante en Jefe del Ejército. La compañía vendió a esta rama castrense más de 100 vehículos marca Land Rover, en una trama que involucra el pago de comisiones irregulares y que abre una nueva arista en la investigación liderada por el fiscal José Morales. Es más, los directores y ejecutivos de la firma, entre ellos su gerente general Tomás Etcheberry, serían citados a declarar una vez que la Fiscalía formalice a Fuente-Alba por lavado de activos, lo que ocurrirá a más tardar este 15 de abril.
Que sabe del mercado automotriz, no cabe duda. Ha asegurado que para aprender el oficio trabajó en un taller de autos, que fue vendedor, que partió de abajo. Su padre estuvo siempre ligado al sector automotriz, aunque de él hay poco registro en medios.
Juan Sebastián de Cárcer Prado es el actual timonel del grupo Ditec y controlador de este conglomerado automotriz, que su familia fundó en los años cincuenta y que hoy preside con un paquete de acciones cercano al 70%.
«Desde muy pequeño he estado en el mundo del automóvil, los camiones y todo lo que tuviera que ver con motores, mi padre siempre trabajó en este mundo, por lo tanto, ya desde los 4 o 5 años visitaba talleres, lo acompañaba a las carreras, luego ya cerca de los 12 años y en adelante, todos los veranos trabajaba durante un mes al menos en un taller, aprendí mecánica y siempre en mi casa se habló de autos hasta el día de hoy. Comencé a trabajar temprano en este mundo y he hecho casi de todo, como mecánico en los primeros años, luego en áreas administrativas y contables, en camiones y autobuses como vendedor, motores marinos e industriales, vendedor de coches, para luego ir avanzando a las áreas de gestión y control, trabajo en las distintas marcas, gerencias de áreas. He trabajado más de 35 años con las distintas marcas del grupo, nunca pensé trabajar en otra cosa, los autos y los negocios son una pasión, mis hijos también la tienen», dijo de Cárcer a una publicación recogida por la página web de Ditec.
Su padre –Fernando de Cárcer– fundó el holding con la representación de la marca Volvo y a partir de los años setenta incorporó una serie de otras líneas de alta gama. Pero el batatazo del grupo fue sumar a Porsche a su representación en el país, cuando la marca alemana era totalmente de nicho y sus opciones de venir directamente a Chile eran casi nulas. Fue ahí que los De Cárcer se hicieron de un prestigio en la industria, terminando, de paso, con el mito de que ese tipo de vehículos no se venderían en nuestro país.
Pero así como de dulce, su trayectoria empresarial también tiene su lado de agraz, especialmente en las últimas semanas, luego que El Mostrador revelara que el grupo Ditec mantenía vínculos con el procesado ex comandante en Jefe del Ejército Juan Miguel Fuente-Alba. La compañía vendió al Ejército más de cien vehículos marca Land Rover, en una trama que involucra el pago de comisiones irregulares a una tercera persona, Virgilio Cartoni, y que abre una nueva arista en la investigación liderada por el fiscal José Morales. Es más, los directores y ejecutivos de la firma serían citados a declarar una vez que la Fiscalía formalice a Fuente-Alba, lo que ocurrirá a más tardar este 15 de abril.
La cercanía de De Cárcer con Cartoni y Fuente-Alba –aseguran cercanos–era vox populi, se les veía juntos en instancias sociales, se visitaban, y con uno de los hijos del ex comandante –se desconoce puntualmente con cuál de ellos– compartían el gusto por las carreras de autos.
Parte de la investigación sobre el procesado ex general indica que algunas de las facturas falsas que utilizaba desviaban dineros para repuestos. Clovis Montero, ex subtesorero del Ejército, señaló en parte de sus declaraciones lo siguiente: «Respecto de los euros, Santic se los pedía para que Gino Mesina, que en ese tiempo estaba en la misión militar de Chile en España, le comprara repuestos para el auto del hijo, que, al parecer, además de ser mecánico, corría autos”.
Con un gusto particular por los autos –tiene en su patrimonio un Porsche 911 de 1985 y otro del 2012, además de motos–, a De Cárcer le gusta correr. Es, de hecho, un avezado piloto, parte de varias corridas organizadas por Porsche y en las que, además, participan varios influyentes CEOs del mercado local, que son dueños de automóviles de la marca y practican el deporte como hobby.
La noticia generó varias reuniones entre los socios, directores, ejecutivos y direcciones regionales de Ditec. En ese contexto, De Cárcer, por ser el controlador de la firma, parece el más expuesto. Además, porque fuentes del caso aseguraron que el ex subsecretario de Prevención del Delito del primer Gobierno de Piñera y actual asesor remunerado del Ministerio del Interior, Cristóbal Lira, está “blindado» por su cercanía con el ministro Andrés Chadwick.
Lira se ha defendido argumentando que, cuando se hicieron los negocios cuestionados, él no estaba en la empresa, ya que era subsecretario de Prevención del Delito, pero omite mencionar que nunca dejó de ser socio y que, una vez conocidos los mismos y siendo actualmente asesor clave remunerado en La Moneda, no denunció la irregular conducta. Hasta hoy es el segundo socio más importante de Ditec. Su red de apoyo político le jugaría a favor. Lira es, también, concejal de Lo Barnechea.
[cita tipo=»destaque»]Con un gusto particular por los autos –tiene en su patrimonio un Porsche 911 de 1985 y otro del 2012, además de motos–, a De Cárcer le gusta correr. Es, de hecho, un avezado piloto, parte de varias corridas organizadas por Porsche y en las que, además, participan varios influyentes CEOs del mercado local, que son dueños de automóviles de la marca y practican el deporte como hobby.[/cita]
En la industria, De Cárcer siempre ha sido influyente y, ya sea como director o primer vicepresidente, hace varios años ostenta un sillón en la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC). Además de autos, corre enduro y compitió en esa categoría y en off road. «He recorrido todo Chile y gran parte de Sudamérica y Europa en moto por rutas off road, desde la Patagonia hasta Mato Grosso en Brasil. Tengo muchos kilómetros de moto en el cuerpo. Hace varios años corro en autos clásicos en categorías open con un 911 con buenos resultados y espero seguir haciéndolo por mucho tiempo. Soy un gran aficionado a la navegación a vela, dentro de mis planes está cruzar el atlántico y dar la vuelta por el Cabo de Hornos, el ciclismo, esquí de nieve, buceo y otros deportes, me gusta mucho la vida outdoors y con la familia», comentó en una entrevista recogida por la página web de Ditec, refiriéndose a su estilo de vida.
En julio de 2018, Ditec anunció su reorganización, porque en mayo de ese año uno de los socios emblemáticos del proyecto, Eduardo Costabal, había dejado la empresa. El «Guayo», como lo conocen sus cercanos, era dueño del 22% de la firma y, tras la venta, De Cárcer concentró cerca del 70% de la misma. Del porcentaje restante, una parte importante está en manos de Cristóbal Lira.
Pero los orígenes de este cambio en Ditec se remontan a unos cinco años, con la llegada en 2013 de Tomás Etcheverry a la gerencia general del grupo Ditec, cargo que hasta entonces era ejercido por el propio De Cárcer, quien había comandado los hilos ejecutivos de la compañía por una década.
Etcheberry, quien está en sus 40 años, ejerce hasta hoy en el puesto y ha marcado un nuevo estilo en la firma, donde una nueva camada de profesionales está tomando protagonismo en ella.
Cabe recordar que la historia de Costabal en Ditec está, precisamente, ligada a la labor ejecutiva. Sus inicios en el grupo se remontan a 1982, cuando partió vendiendo autos Volvo a diplomáticos, a los que visitaba personalmente. Suscribió acciones en el año 2000, tras una reorganización de la familia De Cárcer que –se comenta– también dejó varios heridos entre los otros hermanos.
Conocido por ser muy sociable, Costabal lideró el desembarco de Porsche en Barcelona en 2014, cuando el grupo decidió llegar a Europa. El «Guayo» también es un piloto avezado de competiciones. «Eliseo Salazar, un piloto con gran renombre en Chile, me metió en la aventura de correr las 24 Horas de Daytona, la carrera más complicada del mundo porque son dos circuitos en uno. La competición es como una droga y pasé dos años corriendo el campeonato norteamericano de GT en circuitos tan carismáticos como Indianápolis y Sebring, pero al final sabía que era muy complicado para un amateur seguir entre profesionales y lo dejé, porque era una auténtica locura», contó al medio Sport.es en 2016.
Sobre su arribo a España dijo que la marca germana Porsche “exigió que uno de los dos socios que dirigíamos la compañía viniese aquí para el relanzamiento y yo, que soy culo inquieto, decidí probarme. Me vine por seis meses y me enamoré de la ciudad». La apuesta del grupo por el mercado español fue en grande. Ditec pagó $ 14 millones de euros por el centro de Porsche en Barcelona.
En algún punto de esta historia la relación entre De Cárcer y Costabal comenzó a erosionarse, al punto que la salida del histórico ejecutivo, que en los medios se mostró como una venta sin contratiempos, tuvo un capítulo de alta tensión.
Las versiones son encontradas. Por un lado, se ha dicho que a De Cárcer no le gustaba cómo «El Guayo» estaba llevando las riendas de la empresa, que por eso le fue quitando funciones, que empezaron a distanciarlo de la compañía y a «ahogarlo», según afirmó una fuente. Por otro lado, se ha señalado que a Costabal, un ejecutivo de toda la vida, le molestó el protagonismo que Tomás Etcheverry había asumido en la firma como gerente general.
Etcheverry es de total confianza de De Cárcer. Es su operador, aseguran. Y en la crisis de la empresa suscitada por el caso de las ventas al Ejército ha estado a su disposición, como también lo ha estado en otros momentos complejos para la compañía, que también incluyeron la salida de Costabal.
El quiebre entre Costabal y De Cárcer tuvo su clímax con un titular en el vespertino La Segunda: «Eduardo Costabal sale a vender su participación en Porsche y Land Rover». El artículo –parte de una nota de ese diario del 11 de julio de 2017– consignaba que el empresario había entregado un mandato para explorar la venta de sus acciones en la empresa, valoradas en unos US$ 100 millones.
Ante esto, De Cárcer desplegó sus redes en Santiago. A tanto llegó su molestia por el hecho de que se ventilara en los medios la salida de Costabal, que la negociación posterior entre ambos fue bastante hostil. Conocedores del caso aseguraron que la salida del «Guayo» fue muy por debajo de lo que costaban sus acciones, que De Cárcer estaba decidido a que ningún tercero entrara en la firma –poniendo en riesgo su red de relaciones–, al punto de acusarlo de que no estaba cumpliendo con la posibilidad de darles opción preferente de compra a los socios. «Si el paquete valía 10 millones, él se fue por cuatro», comentó una fuente a modo de ejemplo.
La rabia de De Cárcer no solo ha sido contra Costabal, sino también aflora ante cualquier nota de prensa que no le acomode, al punto que Ditec –en una especie de castigo operado a través de Tomás Etcheverry– ha indicado que no avisará más en ciertos medios de comunicación, haciendo uso de su poder avisador con todas sus marcas.
Al final, la versión oficial de la salida fue que «Costabal optó por radicarse en España, lo que habría influido en su decisión de desprenderse de sus acciones en la firma. Los socios actuales están apostando más por este negocio. Más que ser inversionistas, han dedicado su vida a esto y es su pasión», según comentó Etcheverry posteriormente a El Mercurio.
Mientras Ditec continuó con el desarrollo a nivel regional de sus marcas, Costabal optó por desarrollar otro negocio en Barcelona: aterrizó en España con la marca McLaren. ¿Cómo se tomó la noticia de que se ventilara la amistad entre De Cárcer y Fuente-Alba? Testigos aseguraron que le pareció bien que parte de la trama finalmente saliera a la luz.