La educación ambiental es crucial en el contexto de cambio climático que vive el planeta y donde Chile es, además, especialmente vulnerable a este fenómeno, dados sus altos niveles de desigualdad y su economía basada en la extracción de recursos naturales. Por lo tanto, una campaña de ahorro de agua impulsada por el Gobierno y que apunta a crear conciencia en la ciudadanía es valorable, pero completamente insuficiente en el contexto del país y del mundo.
La semana pasada, en el marco del Día Mundial del Agua, el Ministerio de Medio Ambiente promovió una campaña llamada #DuchateEn3 con un video de la ministra, Carolina Schmidt, instando a la población a no malgastar el agua y ducharse en solo 3 minutos.
La educación ambiental es crucial en el contexto de cambio climático que vive el planeta y donde Chile es, además, especialmente vulnerable a este fenómeno, dados sus altos niveles de desigualdad y su economía basada en la extracción de recursos naturales. Por lo tanto, una campaña de ahorro de agua impulsada por el Gobierno y que apunta a crear conciencia en la ciudadanía es valorable, pero completamente insuficiente en el contexto del país y del mundo.
La ciencia nos indica que el planeta está experimentando un cambio abrupto e irreversible, en que los ecosistemas han superado diferentes umbrales críticos, que somos los seres humanos los que somos responsables de eso y que ello afectará a los más pobres. Por tanto, una campaña que interpela solo a la ciudadanía –como si fuera la gran consumidora de este vital bien común– no da cuenta de nuestra realidad.
En la actualidad, el agua para consumo humano representa solo 6% del agua de Chile, muy por debajo del uso que hacen los distintos sectores productivos como la minería, energía y, especialmente, la agroindustria, la cual ni siquiera somete los proyectos agrícolas a una evaluación de impacto ambiental.
[cita tipo=»destaque»]El énfasis exclusivo en las responsabilidades ciudadanas permite esconder el deber del Estado de manejar la crisis hídrica y de regular a las empresas, para garantizar un desarrollo país que debe ser integral y perdurable, es decir, sustentable.[/cita]
Una campaña de educación ambiental debe hacerse cargo de la grave situación que viven numerosos territorios de nuestro país, debido a la falta de agua y la injusticia en la distribución de este recurso. Ejemplos hay muchos, pero destaco especialmente lo que ocurre en La Ligua, Petorca, Cabildo, Llay-Llay y Panquehue.
Por otra parte, el llamado a cuidar el agua por parte del Gobierno no se entiende, ya que no se condice con su reciente propuesta de Reforma al Código de Aguas, en la que incluye ideas como el seguir entregando derechos de agua a perpetuidad y crear un panel de supuestos “expertos”, que lo único que harán será restringir y supervisar, innecesariamente, las ya burocráticas decisiones de la Dirección General de Aguas.
Por ello, creo que no debemos perder de vista la real postura del Gobierno en materia de aguas –a pesar de las campañas de educación ambiental– y debemos rechazarla, porque borra más de ocho años de trabajo en que se avanzó hacia una propuesta de sociedad más justa en esta materia, priorizando el consumo humano.
Reitero mi creencia en la educación ambiental, fundamental para que la ciudadanía tome conciencia sobre lo que sucede en el planeta. Sin embargo, creo que esta debe ser entregada con un mensaje adecuado, completo y consecuente.
El énfasis exclusivo en las responsabilidades ciudadanas permite esconder el deber del Estado de manejar la crisis hídrica y de regular a las empresas, para garantizar un desarrollo país que debe ser integral y perdurable, es decir, sustentable.
Lo anterior, es aún más importante de cara a la COP25 que se realizará en diciembre en nuestro país y donde el mundo entero mirará a Chile y evaluará su estándar ambiental.