Una orden de Cancillería impide a los funcionarios del organismo realizar «inspección o control» en estas instalaciones. Frente a esto, la directora del instituto Consuelo Contreras, dijo creer que «no se ve afectado nuestro trabajo en frontera por esta restricción que pone el Gobierno, pero sí es un hecho lamentable que el Gobierno entregue indicaciones para que algunas instituciones o agentes del Estado queden fuera de la supervisión en materia de derechos humanos». A su voz se sumó la del abogado Carlos Peña, quien apuntó a una «flagrante inconsistencia» entre la conducta del Presidente en su visita a Cúcuta (envuelto en fugaces sueños de protagonismo continental) y la que ahora mantiene frente a los venezolanos que anhelan entrar a Chile”.
La dramática situación de los venezolanos varados en la frontera de Chacalluta no sólo ha causado gran preocupación por el drama humanitario que enfrentan estos ciudadanos, sino también abrió un duro frente a frente entre instituciones como el Servicio Jesuita Migrantes (SJM) y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) con el Gobierno. Este último, calificó hace unos días al Ejecutivo de dejar «en la calle» a los venezolanos.
Hoy, en medio de la polémica, el Gobierno restringió el acceso de los funcionarios del organismo a las embajadas y consulados chilenos. La orden fue dada a conocer a través de un mensaje del director general de Asuntos Consulares, Raúl Sanhueza, enviado a todas las embajadas y consulados de Chile en el extranjero el pasado jueves.
Según consigna La Tercera, en el mensaje se expresa que «en relación con eventuales visitas de funcionarios o autoridades del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile a embajadas y consulados de nuestro país (…) usted deberá, en consecuencia, acoger a una eventual visita de funcionarios de esa entidad con la cortesía republicana que corresponde a una autoridad chilena».
«Sin embargo, no deberá permitir que se realice inspección o control a sus instalaciones», añade la orden.
En conversación con Cooperativa, la directora del INDH, Consuelo Contreras, dijo creer que «no se ve afectado nuestro trabajo en frontera por esta restricción que pone el Gobierno, pero sí es un hecho lamentable que el Gobierno entregue indicaciones para que algunas instituciones o agentes del Estado queden fuera de la supervisión en materia de derechos humanos».
«Yo lo encuentro preocupante y extraño», manifestó.
Cristian Barros, ex Embajador y Subsecretario RREE, comentó a través de Twitter que el INDH puede perfectamente ingresar a oficina consular, ya que esta «no es una embajada».
«Esto debe ser por el traslado en buses de cuatrocientos venezolanos desde Chacalluta a las oficinas consulares en Tacna donde esperan ser atendidos. El INDH debe querer constatar el trato reciben después de la mala experiencia en Chacalluta que ellos denunciaron», añadió.
Barros concluyó que la pregunta sería «qué se quiere ocultar a la opinión pública que no se permite esa fiscalización por un organismo nacional».
A su voz también se sumo el exembajador Álvaro Díaz, quien señaló que estas actuaciones del Gobierno «no solo provocaron el problema sino que lo siguen agravando».
Díaz agregó que esto es un accionar cruel y muy grave. «El gobierno debe corregir sus errores. La sociedad chilena no puede permitir que la compasión y la solidaridad, valores básicos de una sociedad democrática, sean atropellados de la forma como ocurre hoy en Chile».
En su segmento dominical publicado en El mercurio, el abogado y rector de la UDP, Carlos Peña, se refirió a la situación de los venezolanos desplazados en la frontera norte del país, donde se están apiñando y exigiendo que Chile los deje entrar.
Peña apuntó a que el Mandatario chileno está actuando con un doble discurso en este tema: “Piñera se está comportando como el portero de Kafka. Dijo a los venezolanos que tenían una puerta solo para ellos. Y ahora va y la cierra”, dijo.
Para el jurista, el problema más obvio en el caso es la «flagrante inconsistencia entre la conducta del Presidente en su visita a Cúcuta (envuelto en fugaces sueños de protagonismo continental) y la que ahora mantiene frente a los venezolanos que anhelan entrar a Chile (impidiéndoles el paso con rigor reglamentario)».
«¿Cómo compatibilizar la generosidad entonces ofrecida con la mezquindad de ahora?», se pregunta Peña. «La visita a Cúcuta para entregar —en medio de aspavientos y gestos de cuidado heroísmo— ayuda humanitaria no se condice con la que se mantiene hora, más cercana a la de Trump que a la del Piñera envuelto en sueños de libertador», sentenció.