Las plantaciones forestales cumplen hoy el importante rol de abastecer a la industria forestal, donde hay un gran número de pymes madereras que requieren suministro para sobrevivir y crecer. Esta cadena de valor da empleo y moviliza el desarrollo de varias regiones del país. Si bien hoy este recurso se encuentra en equilibrio entre cosecha y reforestación, en la medida que el stock de plantaciones se incremente, dicho incremento capturará carbono a altas tasas, contribuyendo también a la búsqueda de un futuro carbono neutral.
La proximidad de la COP25 ha generado un sano clima de interés y efervescencia en torno a la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar las capturas de carbono para combatir el cambio climático. Ya en 2016 se calculó que los bosques aportan con una captura equivalente al 62% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, por lo que estos deben ser innegables protagonistas de cualquier política que apunte a lograr la carbono neutralidad de Chile.
Los procesos y políticas del ámbito forestal que busquen contribuir a este objetivo, deben enmarcarse en el concepto de desarrollo sustentable, el que, además de su ámbito medioambiental, tiene un plano social y otro de viabilidad económica.
Por otra parte, la que viene es denominada por la ONU “la década de la restauración”, cuyo propósito es –precisamente– restaurar territorios donde una diversidad de usos del suelo debe convivir para que el paisaje sea más funcional y mejore así el bienestar humano. Esto implica que la discusión de blanco o negro sobre el tema de cómo forestar, reforestar o restaurar, buscando hacer prevalecer visiones o recetas únicas, está obsoleta.
En efecto, como cada territorio tiene su historia particular, es necesario considerar las necesidades de la gente en cada uno, sin olvidar que muchas de las áreas objeto de intervenciones son privadas, con actores que requieren un retorno económico en plazos razonables y actividades industriales que también dependen de ello.
Por otra parte, los bosques nativos, al estar en crecimiento, aportan en forma muy significativa con las capturas de carbono. Si bien lo hacen a tasas inferiores a las plantaciones forestales de rápido crecimiento, existe una mucho mayor superficie de bosque nativo que permite contribuir con la captura total a nivel país y, además, este recurso no se hace principalmente cargo de la producción maderera, por lo que en muchos casos puede estar en crecimiento largo tiempo hasta poder entregar esta opción productiva, proporcionando valiosos servicios ambientales.
En el futuro se espera que estos bosques también contribuyan en mayor medida a las economías locales con producción maderera sustentable, cumpliendo con su función multipropósito.
Las plantaciones forestales cumplen hoy el importante rol de abastecer a la industria forestal, donde hay un gran número de pymes madereras que requieren suministro para sobrevivir y crecer. Esta cadena de valor da empleo y moviliza el desarrollo de varias regiones del país. Si bien hoy este recurso se encuentra en equilibrio entre cosecha y reforestación, en la medida que el stock de plantaciones se incremente, dicho incremento capturará carbono a altas tasas, contribuyendo también a la búsqueda de un futuro carbono neutral.
Enfrentamos la misión de plantar, manejar, regenerar los bosques y recuperar zonas desprovistas de vegetación en todo el país, expandiendo las superficies reverdecidas y los bosques nativos bajo gestión existentes. Lo anterior requerirá de grandes inversiones y, por ello, es muy importante para su viabilidad que exista alguna rentabilidad privada que permita convocar los recursos necesarios, sin cargar todo el costo al Estado, donde dichos recursos deberán competir con otras necesidades sociales críticas, como pensiones, salud o educación.
Necesitamos, entonces, una mirada realista y sustentable, que además de seleccionar los bosques por sus características físicas o ambientales, considere su factibilidad económica y su contribución social.
Las fuentes más importantes para generar ingresos de los bosques actualmente son la producción de madera y la posibilidad de comercializar certificados de captura de carbono, sin perjuicio de otras fuentes menores.
Con esta mirada podremos enfrentar exitosamente los compromisos país de establecer 100 mil hectáreas forestales, principalmente de especies nativas, y manejar y recuperar otras 100 mil, además de cumplir las metas propuestas por la Política Forestal 2015-2035, en torno a generar 500 mil hectáreas de plantaciones forestales en 20 años, en terrenos de pequeños y medianos propietarios y manejar 1 millón de hectáreas de bosque nativo.
Quizás el clima de interés, ad portas de la COP25, sea el impulso, entonces, para ir más allá.