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Tres balancines sobre el muro Opinión

Tres balancines sobre el muro

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Fernando Reyes Matta
Por : Fernando Reyes Matta Exembajador en China, Director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, Universidad Andrés Bello.
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Son una burla directa e instalada sobre el escritorio de Trump en la Casa Blanca. Porque frente a la prepotencia, el autoritarismo o la demencia, aquellas escenas se convirtieron en una acción de arte que, desde la ironía, denuncia. Escenas que dicen que no es con un muro que construiremos la convivencia, es con la vida y la alegría compartida que sembraremos futuro.


Es posible que Donald Trump diga “y a mí qué me importa, que se sigan balanceando en la frontera y jueguen a lo que quieran, yo sigo con mi muro”. Pero esas son las miopías de los obcecados. Lo hecho por el profesor de arquitectura, Ronald Rael, al instalar esos tres balancines rosados en medio del muro que divide a México y Estados Unidos, tiene la fuerza del acto simple que se convierte en ícono. Es la escena de ternura humana, capaz de llegar a todo el mundo y ser vista por millones en todas las redes y países.

¿Por qué ocurre aquello? Porque esos tres balancines –donde jugaron y rieron niños y adultos– son una burla directa e instalada sobre el escritorio de Trump en la Casa Blanca. Porque frente a la prepotencia, el autoritarismo o la demencia, aquellas escenas se convirtieron en una acción de arte que, desde la ironía, hace denuncias. Escenas que dicen que no es con un muro que construiremos la convivencia, es con la vida y la alegría compartida que sembraremos futuro. Sí, a veces a mí me toca subir y otras bajar. Y para ti será lo mismo. Pero estamos en la misma aventura y compartiendo el mismo balancín. A un lado los de Ciudad Juárez; al otro, los de Sunland Park.

El profesor Rael, de la Universidad de Berkeley, junto a la profesora de diseño de la Universidad de San José, Virginia San Fratello, llevaban tiempo pensando en ejecutar esta acción. Pero nunca pensaron que sería tan oportuna como ahora. Niños en prisión separados de sus padres, migrantes retenidos por meses sin solución legal, todo ello está allí, mientras la respuesta es el muro, la separación.

El académico manifestó que “el muro se convirtió literalmente en un punto de apoyo para las relaciones entre niños y adultos de Estados Unidos y México que se vieron conectados de forma significativa al reconocer que las acciones que tienen lugar en un lado, tienen una consecuencia directa en el otro”.

[cita tipo=»destaque»]Puede que gente como Trump crea que tres balancines sobre un muro o las cruces blancas sobre un pavimento no dicen mucho. Pero son esos, exactamente, los fundamentos sobre los cuales encuentran inspiración los que luchan por más libertades para el ser ser humano. Cuando se menciona el nombre de Lotty Rosenfeld para el próximo Premio Nacional de Artes Plásticas, cabría tener esa profundidad en cuenta.[/cita]

Los significados de los videos y fotos tomadas en ese lugar, seguirán vigentes por largo tiempo. Es la fuerza de ciertas acciones, cuando interpretan sentimientos profundos y latentes en el sentir de hombres y mujeres en determinadas circunstancias.

Es la fuerza de lo hecho por Lotty Rosenfeld allá por 1979, en plena dictadura, y es válido el paralelo, porque lo suyo fue algo poético, simbólico, que dejó huellas para siempre en la memoria colectiva de una generación.

En diciembre de ese año, la artista intervino la avenida Manquehue, agregando líneas blancas horizontales sobre las verticales que dividen las pistas de los autos. Lo registró en video y fotos bajo el título “Una milla de cruces sobre el pavimento”, lo cual se convirtió en su obra ícono, la cual se ha reeditado en lugares llenos de historia: frente a la Casa Blanca en Washington; en el Allied Checkpoint en el Muro de Berlín o frente a la Puerta de Alcalá de Madrid.

Lotty señaló con fuerza lo hecho y sus alcances hasta hoy: “Estaba buscando una señal en el espacio público que me permitiera trabajar con la obediencia irreflexiva frente al orden establecido, intervenir el signo me permitió evidenciar una de las formas cotidianas en que opera el poder. Lo que menos se ve es lo que está más presente. He insistido en mi trabajo sobre la circulación de los discursos con que se ordena a los cuerpos individuales, haciéndolos políticamente sumisos. No solo me he inclinado en las calles para marcar el + sino que también mi producción de video, que ha sido intensa, ha incorporado los conflictos de la obediencia”.

Puede que gente como Trump crea que tres balancines sobre un muro o las cruces blancas sobre un pavimento no dicen mucho. Pero son esos, exactamente, los fundamentos sobre los cuales encuentran inspiración los que luchan por más libertades para el ser ser humano. Cuando se menciona el nombre de Lotty Rosenfeld para el próximo Premio Nacional de Artes Plásticas, cabría tener esa profundidad en cuenta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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