Ya se suspendieron cirugías cardiacas por falta de insumos. El ministro denunció a los proveedores por colusión, pero la historia tiene más caras si se cuenta que el Gobierno restringió el gasto en salud, de forma que los hospitales y servicios no tienen el crédito que usaron todo este tiempo para sobrevivir y se enfrentan a una «situación peligrosa». Todo, mientras se anunciaron millonarios proyectos de infraestructura en regiones a principios de este año, para los que simplemente no hay plata.
En la madrugada del jueves, un paciente del hospital de Antofagasta murió sentado en una silla de ruedas, luego de tres horas esperando atención. No parece algo nuevo, salvo que al adulto mayor había sido hospitalizado hacía un mes y medio por un infarto cerebral y como parte del tratamiento se le instaló una sonda gástrica, a través de la cual recibía alimentación. El paciente ya de alta comenzó a tener problemas con la sonda. La familia lo llevó nuevamente al hospital y, en vez de una sonda gástrica, le pusieron una sonda uretral. Todo el alimento que recibía, lo devolvía. El hombre bajó de peso, se deshidrató y cuando fue al hospital el jueves, no había cama. Esperó y murió.
Además de la indignación de los familiares, se instaló la sospecha de que la sonda correcta no se instaló por una creciente falta de insumos. La sospecha toma fuerza si se considera que, desde mayo, los trabajadores del Hospital San José denunciaron que faltan los insumos básicos de laboratorio para realizar los exámenes de urgencia.
Paralelamente, en julio, los médicos del Hospital Eloísa Díaz, de La Florida, denunciaron el no pago de sueldos a los médicos de reemplazo y la contaminación de los insumos necesarios para realizar operaciones oftalmológicas, incluidas en las patologías cubiertas por el sistema GES. Estos últimos tres casos están en conocimiento del ministerio a través de oficios de fiscalización enviados oportunamente por la diputada Marcela Hernando. Pero no ha habido respuesta.
El viernes, un grupo de parlamentarios de la comisión de Salud de la Cámara de Diputados se quejó públicamente por la situación crítica que afecta a los hospitales públicos a lo largo de Chile.
El diputado Juan Luis Castro entregó un dato muy ilustrativo de la situación: “Tenemos un oficio con fecha de ayer de la jefa de farmacia del Hospital San José, donde le informa a todo el hospital que se acabó la ampicilina, que es un antibiótico de los más antiguos. Se acabó el metronidazol, la insulina y la heparina, agregando que dos laboratorios (Sanofi y Vitalis), están bloqueados por deudas impagas y, por lo tanto, bajo esa condición, no se cuenta con los suministros que el Hospital San José requiere. No habíamos visto, desde la década del ochenta, que hubiera tal nivel de crisis hospitalaria. Faltaría que le dijeran a la gente que lleve la sábana”.
El presidente de la comisión, Ricardo Celis, aseguró que los reportes con problemas de abastecimiento básico incluyen a varios hospitales que se encuentran en una situación crítica.»Hemos recibido información por parte del Colegio Médico y de trabajadores del sector de que estamos frente a una crisis financiera hospitalaria generalizada en el país, y que ha afectado principalmente a Antofagasta, Rancagua, al Hospital Carlos von Buren de Valparaíso, al Hospital Regional de Temuco y al Hospital San José de Santiago, entre otros. Y nuestra preocupación es que esta crisis financiera se transforme en una crisis sanitaria, por lo tanto, exigimos que se tomen las medidas pertinentes para darle liquidez al sistema y para que nuestros pacientes no se vean afectados».
Es cierto que no se trata de una situación nueva. La deuda hospitalaria, en general, durante los últimos años va en aumento. Según un estudio de la Dipres de 2015, en el período 2008-2015 la deuda promedio era de $184.850 millones, lo que representa un incremento anual de 18%. En 2015, según este estudio, la deuda fue de $255.131 millones, y el 98% de ese total corresponde a deuda con proveedores de bienes y servicios de consumo. La sonda gástrica, la insulina, los antibióticos. En marzo de 2019, de acuerdo a lo dicho por el entonces ministro Emilio Santelices, la deuda hospitalaria acumulaba $358 mil millones. Y no solo ha aumentado, sino que además los hospitales y servicios de salud dejaron de tener acceso a la “tarjeta de crédito” de Hacienda, que es como funcionaba en el pasado el Sistema de Gestión Financiera del Estado (SIGFE) y que, desde el año pasado, está centralizado por Hacienda, y el Ministerio de Salud no tiene acceso.
El estudio de la Dipres hecho por Benjamín Ahumada, Patricio Lagos y Daniela Sugg, explica cómo los hospitales y servicios de salud manejaban la deuda, que les permitía, con todas las dificultades, funcionar. “La concentración de la deuda hospitalaria en el subtítulo 22, [bienes y servicios de consumo en la glosa presupuestaria] se debe a que es posible por parte de los Servicios de Salud, y su respectivos hospitales, posponer en mayor medida el pago a los proveedores, ya que de lo contrario, tendrían que retrasar al mismo tiempo el pago de remuneraciones, lo que en términos administrativos y legales, es bastante más complejo. De esta manera, los establecimientos de salud dejan de cumplir sus obligaciones con las facturas comprometidas en el subtítulo 22, ya sea porque su presupuesto aprobado no da cuenta del nivel de gasto efectivo que generan y/o con la finalidad de disponer de recursos adicionales para el subtítulo 21. [gasto de personal]».
Con esa “bicicleta” los hospitales funcionaron hasta ahora. Los gastos podían ser pospuestos hasta octubre, cuando Hacienda entregaba los recursos. Pero los proveedores ya no venden “a crédito”.
El viernes, el ministro Jaime Mañalich denunció a la Asociación de Proveedores de la Salud a la FNE por eventual “colusión”. Según Mañalich, los proveedores “se han puesto de acuerdo para no entregar insumos al sector público”, luego que se suspendieran cirugías cardiacas por falta de tales insumos en el mencionado sector. Pero el gremio de 43 empresas asegura que varios de sus asociados están quebrados por el arrastre de millonarias deudas.
Rafael Urriola, presidente de la Asociación de Economistas de Salud (AES), puntualiza que la deuda hospitalaria siempre ha ido al alza, que es un error responsabilizar al equipo A o B, según el que esté en el Gobierno. “Lo diferente ahora es que está centralizado el manejo de la deuda. Ya la gente no puede hacer lo mismo de antes, porque no maneja la chequera, por así decirlo. Entonces, no es que haya cambiado la situación sino que lo que se mantiene es un déficit hace muchos años. Yo tengo, por ejemplo, los datos de los últimos cinco años: que el déficit está aumentando anualmente a 30 por ciento. Llegando ahora a un poco más de mil cien millones de dólares. Ese déficit incluye todos los gastos que están más allá del presupuesto inicial. Lo que sucedía es que Hacienda estaba entregando permanentemente una parte de ese déficit”, sostiene.
La restricción del gasto, motivada por el ahorro, ya que el crecimiento explosivo no llegó, tiene el mismo nivel de estrictez en salud que en otros rubros. “Se supone que hay restricciones para hacer las compras. Ese es el gran problema. Uno puede decir ‘vamos a ahorrar sacándole a la atención primaria para darle al GES’. Ese ahorro no sirve. Eso desordenaría. Por eso creo que, si esto no se plantea de manera seria, vamos a tener una crisis cada vez mayor”, advierte Urriola.
Efectivamente, uno de los sectores donde se han hecho ahorros es en la Atención Primaria de Salud (APS), que se gestiona en conjunto con las municipalidades. Gabriela Flores, presidenta de la Confusam, explica cómo la disminución del gasto per cápita del Estado por usuario inscrito subió solo 380 pesos. “El año pasado nos informaron en una reunión que el per cápita iba a llegar a 7 mil pesos. Pero posteriormente nos explicaron que hubo una mala interpretación de las personas que elaboraron el presupuesto y que solo llegaría a $6.389, lo que representa un aumento de 380 pesos, cuando en otros años subía hasta mil pesos”, afirma.
Los Cesfam con menos presupuesto y los hospitales sin chequera. La diputada Marcela Hernando, doctora y exdirectora del Servicio de Salud de Antofagasta, explica que “esto funcionaba como un crédito habitual. Si le decía al proveedor ‘le voy a pagar en tres meses’, yo no contabilizaba eso altiro, por lo tanto, no lo anotaba en el Sigfe. Y así vivían los hospitales. Hoy día el ministerio maneja centralizadamente el Sigfe, lo juntó con ChileCompra. Entonces, cuando yo encargo diez aspirinas, aunque no me hayan llegado, ya se sabe en el Sigfe y me descontaron esa plata. Eso hace que los hospitales y servicios prácticamente tengan gastado el presupuesto total del año”, afirma.
Sobre soluciones posibles a la vista, aparece más de una. La primera es, según el diputado Daniel Verdessi (DC), otro exdirector de servicio de salud, es transparentar el presupuesto, que el ministerio diga la verdad completa. «Antes nos vendían igual y ahora no. El gran problema es que no se está dando crédito a los hospitales. Yo le pedí al ministro Mañalich transparentar el presupuesto, digamos que no hay plata para nada que no sea lo esencial. No podemos dejar de comprar lo básico”, dice Verdessi.
En medio de esta seria crisis, el Gobierno no ha ahorrado en anuncios. El último fue el de un nuevo hospital para Colina. El sábado, el ministro Mañalich junto a Alfredo Moreno, de Obras Públicas, llamaron a una pauta de prensa para aterrizar el anuncio por US$230 millones. Mucho antes, desde comienzos de este año, el anterior titular de la cartera de Salud, Emilio Santelices, recorrió las regiones anunciando grandes inversiones en infraestructura para el período 2019-2026. Concretamente, inversiones conjuntas entre el ministerio y los gobiernos regionales para infraestructura, consistentes en 100 mil millones de pesos en Los Lagos, 570 mil en el Maule, 117 mil millones en Valparaíso. Todo muy publicitado. Pero la plata no está.
Una fuente del Ministerio de Salud lo explica: “¿Qué hizo Santelices? Llegó y se fue a pasear de manera muy populista por las distintas regiones. Se tomó fotos con los intendentes, firmando los convenios de programación. Pero no le había preguntado a Hacienda. Entonces, ahora Mañalich llega junto con el subsecretario y las lucas no están autorizadas”.
Mientras que un diputado de la comisión de Salud confirma que “extraoficialmente directores de servicios de salud del país me han informado que en el Ministerio de Salud ya les dijeron que no había plata para inversiones este año ni el próximo. Por lo tanto, todas aquellas cosas que estaban programadas, se están recortando. Por ejemplo, si iba a partir una obra, se programa que va a haber plata para licitación, pero se pone para septiembre, octubre, cosa de pelotearla. Se disminuyen los recursos, pero en general es postergar. La voz del ministerio es que no hay platas para inversión 2019-2020”.
Desde la cartera de Salud no quisieron participar en este reportaje, a pesar de que se envió un cuestionario con preguntas.
Para el economista Rafael Urriola hay un problema del modelo de atención en salud, pero también de gestión. «Si se fortaleciera la atención primaria, en enfermedades que son típicas de atención primaria, como prevenir algunos elementos de diabetes antes que se llegue al nivel de hospitalización, o ataques pulmonares o de asma. Eso podría liberar hasta un 17% de las camas. Por lo tanto, podría haber eventuales ahorros porque esas camas serían usadas por pacientes que son enviados al sector privado y que son costos muchísimo más caros. Falta organización sistémica, como concepto. Una nueva modalidad de atención. Hay otras modalidades de ahorro. Comprar más por Cenabast. Los mismos productos salen 30 o 50 por ciento más caros. Con licitaciones específicas y no por las licitaciones generales», concluye.