Desde el día siguiente de las PASO, que La Moneda se jugó de lleno por aplicar la estrategia de intentar tomar distancia lo más posible de las similitudes entre ambas administraciones, especialmente del hecho de que tanto Macri como Piñera sustentaron su llegada al poder en la promesa –hoy incumplida– de generar un mayor crecimiento económico. Así, con o sin micrófono, autoridades de Gobierno se han encargado en estos días de marcar los puntos diferenciadores: Chile no está en recesión, el desempleo se encuentra dentro de un margen aceptable, la pobreza no ha escalado y la inflación está controlada. Sin embargo, en el seno del oficialismo reconocieron que es indispensable que, cuanto antes, la administración piñerista empiece a “tocar tierra”, entender y conectarse con el ciudadano de a pie, como también que las cifras económicas mejoren en los próximos doce meses, si no, efectivamente el escenario «puede cambiar” para mal.
La estrepitosa derrota sufrida por el mandatario argentino, Mauricio Macri, el domingo en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), fueron la ratificación de una alarma que ya se había activado en el Gobierno chileno y también en la derecha. Las encuestas y las cifras que advertían de un eventual empate técnico con la dupla de Alberto y Cristina Fernández, ya se habían instalado como una preocupación en Chile Vamos y La Moneda, debido a las indefectibles similitudes de forma y fondo del Presidente Sebastián Piñera con su par trasandino, algo que en las épocas de bonanza política fue altamente destacado a este lado de la cordillera.
Desde el día siguiente de las PASO, que La Moneda se jugó de lleno por aplicar la estrategia de desmarque e intentar tomar distancia lo más posible de las similitudes entre ambas administraciones, especialmente del hecho de que tanto Macri como Piñera sustentaron su llegada al poder en la promesa –hoy incumplida– de generar un mayor crecimiento económico. Así, con o sin micrófono, autoridades de Gobierno se han encargado en estos días de marcar los puntos diferenciadores: Chile no está en recesión, el desempleo se encuentra dentro de un margen aceptable, la pobreza no ha escalado y la inflación está controlada.
Han recalcado, una y otra vez, que no hay alarma ni tampoco instrucciones de modificar la agenda de prioridades legislativas, pero en el seno del Gobierno sí reconocieron que es indispensable que, cuanto antes, la administración piñerista empiece a “tocar tierra”, entender y conectarse con el ciudadano de a pie, como también que las cifras económicas mejoren en los próximos doce meses, si no, ahí efectivamente el escenario «puede cambiar” para mal para La Moneda.
Según la última encuesta Cadem, el respaldo a la gestión económica del Gobierno de Piñera ha caído 20 puntos en relación con el año pasado, mientras que el rechazo subió a un 57%. Además, la principal preocupación económica de la gente es el desempleo, seguido de la inflación. A eso se suma que un 75% está estancado o retrocediendo.
A diferencia del desmarque y distancia que intenta La Moneda con la realidad de Macri, en la derecha no todos están convencidos. Un parlamentario de RN dijo que lo sucedido en Argentina es “absolutamente replicable” en Chile, si es que la administración piñerista no aprende del principal error que cometió el mandatario trasandino: “Por más que ordenaron los números, la gente nunca pudo percibir un cambio favorable”.
[cita tipo=»destaque»]Toda una cercanía política que en estos días no solo ha hecho ruido en la derecha, sino que hizo poco creíbles los intentos palaciegos por desmarcarse. El analista de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda, precisó que “sin lugar a dudas hay dos temas que el Gobierno debe atender, ciertamente hay uno de expectativas no cumplidas en gran parte del electorado (…), hay un grado de insatisfacción. Independientemente de que Chile no está económicamente en contracción, se escala y profundiza la sensación de insatisfacción. Lo que hoy día se ve como algo muy lejano, lo de Argentina, podría eventualmente ser”.[/cita]
Un punto clave del debate estos días, a puertas cerradas, en la derecha. Según fuentes del oficialismo, la sensación que instalaron las encuestas previas a las primarias en Argentina alertó a sectores, especialmente de Renovación Nacional, sobre los riesgos y daño que puede generar al Gobierno la desconexión con la clase media y los sectores más vulnerables.
Eso explicaría, agregaron, el descuelgue desde algunos en RN –como su timonel Mario Desbordes y el senador Manuel José Ossandon– de la dura línea que impuso La Moneda para fustigar el proyecto de la diputada PC, Camila Vallejo, sobre la reducción de la jornada laboral a 40 horas, idea que, según la encuesta Cadem, cuenta con un 75% de apoyo.
El analista político y académico de la Universidad de Talca, Guillermo Holzmann, señaló que lo sucedido a Macri se explica por “la pérdida de credibilidad que gatilla el comportamiento electoral, perder credibilidad es el detonante». Y añadió que el Gobierno de Piñera «actuará conforme a su interpretación de los resultados desde una perspectiva político-electoral. Si su interpretación se centra en populismo y/o izquierda como ejes, las elecciones siguientes podrán tener un influjo de lo sucedido en Argentina; si su interpretación es la debilidad de la economía argentina versus la chilena, el resultado será similar, lo cual no implica necesariamente que sean procesos comparables”.
Para Holzmann, “la enseñanza de esta elección es que el no cumplimiento de expectativas y promesas, trae un costo electoral, que hace mirar hacia el otro lado en un clima de polarización creciente (..) y genera al menos un voto de castigo. Ya no se trata de una votación ideológica, sino más bien de un pragmatismo ideológico”.
Más allá del hecho de ser ambos de derecha, es desde sus tiempos como empresarios, pasando por la época en que uno presidió Boca Juniors y el otro Colo-Colo y Lan Chile, que la cercanía entre Piñera y Macri se fue haciendo cada vez más “fructífera”.
La llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, tras un paso como gobernador de la provincia de Buenos Aires, con un discurso de campaña considerado por algunos de los propios analistas trasandinos de la época como desmesurado, por las expectativas desmedidas que creó, fue la escuela y modelo de la campaña presidencial de Piñera el 2017.
El discurso electoral de Macri apuntó a que la recuperación económica arribaría como efecto positivo de su llegada al poder y habló de recuperar a Argentina en un año. Una vez en el gobierno, debutó con un discurso unificador, conciliador e insistió en que “queremos el aporte de todos, de los que se sienten de derecha y de izquierda, de los peronistas y de los antiperonistas (…), necesitamos armar equipos diversos, sumar versiones distintas de nuestra realidad”.
Casi como un calco, Piñera instaló en Chile el concepto de los «tiempos mejores» e inauguró su segundo mandato con un discurso conciliador: “El Gobierno que inauguramos será un Gobierno que busque siempre la unidad entre los chilenos, que reemplazará la errónea lógica de la retroexcavadora y el enfrentamiento, por la sana cultura del diálogo, los acuerdos y la colaboración”.
Durante el 2017, los guiños entre ambos sobraron. En un foro para líderes empresariales y gubernamentales llevado a cabo en Buenos Aires, organizado por la revista The Economist, fue la ocasión para una cita bilateral entre Piñera y Macri, la que se repitió cinco meses después en la Quinta de Olivos. Ese mismo año, a través de un video, el mandatario argentino entregó todo su respaldo a su amigo Piñera, con un mensaje que señalaba que «primero, ante todo, quiero mucho al pueblo chileno, tengo un profundo afecto y deseo que tengan la mejor elección. Y en eso no soy objetivo, porque hace muchos años que soy amigo de Sebastián, lo admiro y creo que es un gran dirigente”.
A eso se sumaron varias visitas del hijo del actual ministro de Interior Andrés Chadwick para aprender, precisamente, de una de las herramientas estrella del triunfo de Macri: el manejo de las redes sociales, lo que ha sido casi una biblia para la definición de estrategias político-comunicacionales desde el segundo piso de La Moneda.
Toda una cercanía política que en estos días no solo ha hecho ruido en la derecha, sino que hizo poco creíbles los intentos palaciegos por desmarcarse. El analista de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda, precisó que “sin lugar a dudas hay dos temas que el Gobierno debe atender, ciertamente hay uno de expectativas no cumplidas en gran parte del electorado (…), hay un grado de insatisfacción. Independientemente de que Chile no está económicamente en contracción, se escala y profundiza la sensación de insatisfacción. Lo que hoy día se ve como algo muy lejano, lo de Argentina, podría eventualmente ser”.
Aranda puso el foco en otra arista de análisis, que la primera lección de las PASO es para la oposición chilena, aprender que “es posible competir con posibilidades y perspectivas de triunfo si es que hay unidad en el sector. En Argentina esto parecía imposible hace unos meses, hasta que Cristina se puso como segunda y dio paso a un líder peronista moderado”. Un punto del que en la derecha algunos ya tomaron nota y advirtieron que “no podemos seguir apostando a que la oposición nunca va a conseguir rearmarse”.