Es cierto que ayer se anotó un triunfo con la aprobación, en primer trámite, de la Reforma Tributaria, pero es una victoria acotada. El jefe de la billetera fiscal es criticado por los parlamentarios por su falta de manejo político y su soberbia a la hora de escuchar consejos para la reactivación económica. Los empresarios todavía le dan un voto de confianza, pero hay dudas sobre sus decisiones prácticas para levantar la economía, pues cuestionan que no cuenta con una dupla política que lo fortalezca y esperan que ahora sí les cumpla la promesa de tener el tema tributario zanjado totalmente en noviembre. Algo que hoy no puede garantizar, dado el escenario adverso que enfrenta la iniciativa en el Senado.
«Hemos podido aprobar un proyecto sólido de modernización tributaria que contempla incentivos fuertes, profundos, para la inversión, para el crecimiento, para el empleo, para las pymes de Chile”, dijo ayer un aliviado ministro de Hacienda, Felipe Larraín, después que la Cámara de Diputados aprobara finalmente recién en primer trámite constitucional el “corazón» de la Reforma Tributaria, proyecto emblemático de la administración piñerista. Exultante, hizo alarde de su habilidad para lograr el acuerdo político que le permitió tener los votos en la Sala –84 a favor y 60 en contra– para sacar adelante la iniciativa: «Algunos trataron de decir que esto se iba a ganar por un voto o dos, aquí se ganó por casi 20 votos en muchos de los artículos que son los más debatidos».
Pero, más allá del triunfo obtenido ayer, Larraín sabe que esta es una celebración acotada, porque aún camina sobre una cornisa, ya que carga con meses de problemas en su gestión por la demora de la Reforma Tributaria y el complejo escenario económico del país. Por lo mismo, ya no tiene ningún margen para errores en pos de sortear el panorama político cuesta arriba que se le avecina.
“El proyecto llegará cojeando al Senado, donde obviamente experimentará modificaciones relevantes. Yo estoy seguro, apostaría mi cabeza, a que en el tercer trámite vamos a recibir un proyecto sustancialmente distinto al que está saliendo de la Cámara de Diputados”, advirtió el diputado Pepe Auth a la salida de la votación en la Sala.
[cita tipo=»destaque»]Otro de los senadores de la comisión de Hacienda confirmó esa crítica. “La guerra comercial entre China y Estados Unidos comenzó en febrero de 2018, un mes antes que asumiera. En julio del año pasado hubo una sesión especial del Senado para tratar el tema, donde se le preguntó qué iba a hacer el Gobierno, y de forma muy complaciente dijo que estaba bien. Pero la guerra se profundizó y se le vino la noche. El paquete de medidas que adoptó hace un mes o dos debió adoptarse a fines del año pasado, aprobando un presupuesto acorde con lo que venía. Hubo claramente una lentitud en la reacción”, precisó dicho parlamentario.[/cita]
No es el único. Un parlamentario integrante de la comisión de Hacienda del Senado graficó lo que podría ocurrir con la Reforma Tributaria en el segundo trámite en la Cámara Alta: “Para aprobar la reforma necesita 22 votos y tiene 19. Le faltan 3. En temas gruesos como la reintegración, en el PS o el PPD no va a conseguir ninguno. Le quedan cinco votos DC y los independientes como Bianchi o Guillier. En la DC podría sacar dos, quebrando a la Democracia Cristiana, porque ni la senadora (Yasna) Provoste ni (Francisco) Huenchumilla lo van a aprobar. Lo que se dio en la Cámara, no va a ocurrir en el Senado”.
En el Senado miran con preocupación el desempeño de Felipe Larraín. El senador Carlos Montes (PS) dijo que el ministro de Hacienda «no ha andado bien, partió su gestión muy agresivo, como se dice en fútbol, ‘con la pierna arriba’, partió atacando, descalificando al Gobierno anterior, a la oposición, diciendo que ahora llegaban los tiempos mejores. Al poco andar, tuvo que empezar a bajar su tono, asumir que tenía que dialogar con los distintos sectores y, posteriormente, se fijó en el proyecto de Reforma Tributaria. Logró los votos en la Cámara de Diputados, pero en definitiva ha gastado mucho tiempo, mucho capital político en algo cuyo impacto en el crecimiento y la inversión es bajo. Se ha visto muy poca iniciativa, muy poca creatividad”.
Según el presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, Daniel Núñez (PC), la aprobación ayer de la Reforma Tributaria “es un triunfo pírrico, porque lo más probable es que sea rechazada en el Senado. Por lo tanto, invirtió un año y algunos meses más de discusión y lo más probable es que no se materialice en sus aspectos esenciales. Creo que fue una apuesta errada empujar esta reforma de manera tan obsecuente”.
Sobre la gestión de Larraín, el diputado dijo que ve al titular de Hacienda “muy prisionero de una mirada antigua, retrógrada en términos económicos. Eso se refleja en la Reforma Tributaria, donde da una receta de los años 80, en este caso, bajar los impuestos a las grandes empresas. Se muestra absolutamente incapaz de enfrentar la desaceleración interna que tiene el país en términos económicos y, menos aún, lo que se visualiza a esta altura como una inminente recesión mundial. Creo que el ministro aparece sin herramientas para actuar frente a lo que viene”.
En eso coincide el senador Montes, quien aseguró que la falta de diálogo que mostró el ministro Larraín durante el primer año del Gobierno se reflejó en que no tomó en cuenta los consejos de los parlamentarios: “Un mes atrás empezó a decir que hay que fortalecer la inversión en infraestructura, con mucho retraso. Después, que hay que tener un plan de vivienda. Todo eso se le planteó a fin del año pasado, porque eso es lo que habíamos hecho en otras coyunturas a la baja y él creyó que tenía toda la verdad”.
Otro de los senadores de la comisión de Hacienda confirmó esa crítica. “La guerra comercial entre China y Estados Unidos comenzó en febrero de 2018, un mes antes que asumiera. En julio del año pasado hubo una sesión especial del Senado para tratar el tema, donde se le preguntó qué iba a hacer el Gobierno, y de forma muy complaciente dijo que estaba bien. Pero la guerra se profundizó y se le vino la noche. El paquete de medidas que adoptó hace un mes o dos debió adoptarse a fines del año pasado, aprobando un presupuesto acorde con lo que venía. Hubo claramente una lentitud en la reacción”, precisó dicho parlamentario.
En la vereda de los empresarios, todavía la credibilidad sobre las capacidades en el ámbito económico de Larraín se mantiene en pie, saben que es bueno con los números y que “lo que se mantiene más estable hasta ahora es la política macro”, según recalcaron desde uno de los gremios empresariales
Pero donde sí tienen dudas y reparos en el sector privado, es en la habilidad de Felipe Larraín para manejarse en la arena política. Quienes lo defendieron pusieron el acento en que no es tarea de un ministro de Hacienda salir a conseguir votos, aludiendo a las complicaciones que enfrentó en la Cámara de Diputados durante el año de tramitación de la Reforma Tributaria ahí y, por lo mismo, a nivel empresarial se considera que lo que le hace falta es una dupla política más competente para fortalecerlo, porque él –agregaron– entiende poco de esa área.
Entre los empresarios consultados, hay coincidencia en que “la orquesta no acompaña al ministro”, aludiendo el equipo del gabinete que hasta ahora ha secundado a Felipe Larraín: los primeros meses del Gobierno, el entonces ministro de Economía, José Ramón Valente y su errática gestión, y ahora el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, quien tomó la bandera mediática –no sin errores y problemas– del proyecto para reducir la jornada laboral, eclipsando al titular de Hacienda.
Extrañamente, Larraín se ha visto ausente públicamente de un debate que, según el propio Presidente Sebastián Piñera, afecta a la billetera fiscal. Una marginación sobre la cual circulan dos versiones: la primera y que nadie ha desmentido, es que el ministro de Hacienda se enteró por la prensa de la propuesta de las 41 horas promedio que hizo el ministro Monckeberg para tratar de contener la ofensiva liderada por Camila Vallejo, cuando ya los choques en el oficialismo por el tema estaban desatados. La otra, es que el Mandatario desoyó los consejos de Hacienda, y optó por involucrarse en el debate de la jornada laboral con el cuestionado proyecto que presentó el Gobierno.
Al respecto, fuentes gubernamentales aseguraron que fue tal la premura por presentar el proyecto, que Hacienda no tuvo ni voz ni voto en el tema. De hecho, la decisión se fraguó en La Moneda solo con el visto bueno del segundo piso que dirige Cristián Larroulet y empujado por Monckeberg y la ministra Cecilia Pérez. “Larraín no puede salir respaldando algo que su formación económica y profesional no le permite justificar”, recalcó una fuente empresarial que conoce al jefe de la billetera fiscal.
Este hecho hace que los empresarios sigan viendo en el titular de Hacienda a una autoridad que tiene los pies en la tierra, moderado y sobrio, uno de los suyos. Pero la lectura del episodio en el mundo político es distinta. Desde la comisión de Hacienda del Senado, uno de los parlamentarios sentenció que eso “demuestra que hay un ministro poco empoderado”.
Larraín enfrenta, además, nuevos ajustes –siempre a la baja– del crecimiento país. La agencia clasificadora Moodys señaló que Chile podría crecer hasta 2% este año y un estudio de Gemines indicó que parece obvio que antes que termine agosto “el Gobierno revise su proyección de crecimiento (para 2019 situada en 3%). El Gobierno parece enzarzado en peleas particulares más que en proyectos globales. Y el problema es que escala estas peleas a campañas mediáticas que le hacen perder el foco y su papel en lo comunicacional. Llevar ministros a matinales de televisión no parece una estrategia acorde a la importancia de las ideas que se quieren impulsar. Más bien, parece a estas alturas una pelea personal contra una diputada, que se quiere ganar a toda costa. Cuesta convencer, ya que se llegó a ese nivel, que una hora más o menos en el proyecto hace tanta diferencia. Temas realmente relevantes, como la adaptabilidad de la jornada y pensar en la nueva realidad laboral frente al avance implacable de la tecnología, quedaron caricaturizados en la política de matinales y cayeron en una falsa dicotomía de a favor o en contra de los trabajadores”.
Es sabido que Felipe Larraín no se siente cómodo con la tendencia de «comunicar para el pueblo», algo que La Moneda ha querido hacer con casi todos sus ministros a través del despliegue permanente de autoridades –desde el propio Piñera– en todos los matinales. El ministro de Hacienda no hace eso, al contrario, le sigue hablando a la elite, va a foros universitarios, de empresas del sector financiero y habitualmente concede alguna entrevista a El Mercurio.
Es importante, para que Larraín no pierda la confianza empresarial, que pueda cumplir a dicho sector la promesa de que la Reforma Tributaria estará despachada totalmente de aquí a noviembre, más aún cuando el compromiso original era no pasar de septiembre, lo que a todas luces ya no fue. Ahora, si los cálculos fallan y por cualquier eventualidad política mal manejada por La Moneda la iniciativa se atrasa para el próximo año –con elecciones municipales y de gobernadores regionales–, ese sí sería un grave tropezón del cual Larraín no podría excusarse.
El gerente de estudios de Renta4, Guillermo Araya, dijo que la gestión del ministro ha sido errática en cuanto a instrumentos de reactivación. «Mi estimación es que actualmente se está dejando todo esfuerzo reactivador a la política monetaria. En la cuenta anual se mencionó algo de impulso fiscal, pero por ahora no ocupa un lugar preponderante en la agenda del Gobierno. Todo el esfuerzo se está focalizando en sacar adelante la Reforma Tributaria y, mientras eso no sucede, queda la sensación de que no hay otras herramientas. De la agenda pro inversión, no se han traspasado a la economía real las iniciativas que se señalaron hace un año. Desconocemos su grado de avance en cada una de las materias, pero efecto en la economía real, no ha habido”, sentenció.