La selva tropical de la Amazonía lleva semanas ardiendo. La tragedia ha provocado indignación y preocupación más allá de las fronteras de Brasil, con líderes mundiales y medios comunicación globales que advierten que se está quemando «el pulmón del mundo». Benavides, investigador del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Unab, es categórico en desmentir la afirmación. «Esa es una información errada». El oxígeno que produce esta selva tropical, explica, es consumido por la propia Amazonía. La catástrofe de los incendios –que tienen causa en la deforestación y las quemas ilegales– impacta en otro lugar: en el río volador, un gigantesco caudal de agua en estado gaseoso que está sobre la cuenca del Amazonas, responsable de las precipitaciones en América Latina y del control del clima, en un planeta que vive los estragos del calentamiento global.