El fracaso de la acusación constitucional impulsada por el Partido Socialista en contra de la ministra de Educación, Marcela Cubillos, no solo terminó por hipotecar la capacidad política de la tienda presidida por Álvaro Elizalde para articular con éxito al bloque, sino que también expuso a la oposición en su conjunto a la noche negra, ya que con esta acción ponía a prueba sus grados de unidad con miras a las negociaciones para las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales. Pero no solamente eso, el mal cálculo del PS no hizo más que dotar a la ministra –según fuentes de la oposición– de la capacidad para «hacer y deshacer», además de pavimentar una eventual carrera senatorial y fortalecer, de paso, al ministro del Interior, Andrés Chadwick.
Gritos y vítores llenaron parte de la galería de la Cámara de Diputados y, en medio del hemiciclo, la ministra Marcela Cubillos festejó su triunfo. Con una amplia sonrisa, repartió besos al aire y abrazó a ministros y parlamentarios de Chile Vamos. Al mismo tiempo, en la oposición se confirmaba el panorama pesimista que comenzó a dibujarse durante la tarde. No solo perdieron la acusación constitucional, sino que también terminaron proyectando a la titular de la cartera de Educación como una de las principales figuras políticas del oficialismo y, de paso, fortalecieron al ministro del Interior, Andrés Chadwick.
El resultado fue más negro de lo que se esperaba. No solamente fueron los parlamentarios “díscolos” de la Democracia Cristiana e independientes los que optaron por respaldar al Gobierno, sino que un voto de abstención de un exmilitante del Partido Socialista abultó el triunfo de Cubillos. La mayoría de la bancada socialista salió rauda y sin dar declaraciones de la Sala, “pero cómo es posible, ¡Rosas!”, exclamaron a regañadientes.
El recuento señala que el diputado por la Región de Los Ríos, Patricio Rosas, quien hasta hace unos meses militaba en el PS, se abstuvo de votar en contra de la ministra Cubillos, al igual que el independiente René Alinco. Los falangistas Matías Walker y Jorge Sabag optaron por rechazar, al igual que Pepe Auth, Pedro Velásquez y Karim Bianchi.
Y es que la arriesgada carta que se jugó la tienda liderada por el senador Álvaro Elizalde terminó por hipotecar no solo su capacidad política como articulador del bloque, sino que también expuso a la oposición en su conjunto a la noche negra, ya que esta debía demostrar grados de unidad con miras a las negociaciones para las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales. Finalmente, un 77 a 73 en contra, volvió a revelar la incapacidad de un sector que, a pesar de tener mayoría en el Parlamento, no fue capaz de hacerla valer, como en tantas otras ocasiones.
La primera reacción fue la de bajarle el perfil al fracaso consumado en el hemiciclo, argumentando el hito de haber logrado al menos que todas las bancadas apostaran al mismo objetivo. Sin embargo, ya más fríos, los cuestionamientos internos no se hicieron esperar, y estos nuevamente pusieron en entredicho la falta de visión y tiempos de la mesa PS y, por sobre todo, el fondo de una acusación que nunca convenció plenamente, ni siquiera a los propios.
Cabe recordar que, en primera instancia, la idea de sacar de su cargo a la ministra Cubillos a través de este mecanismo constitucional no convencía del todo, ni en la ex Nueva Mayoría ni tampoco al Frente Amplio (FA), y no fue sino hasta que sobrevinieron las encendidas declaraciones de la vocera Cecilia Pérez –que acusó una relación institucional del PS con el narcotráfico– que corrió el viento a favor para conseguir el impulso que los autores del libelo no habían sido capaces de entregar.
Fueron varias las críticas que se reiteraron en contra de la apuesta del Partido Socialista. Desde el Frente Amplio, los diputados de la Comisión de Educación, Camila Rojas y Gonzalo Winter, fueron quienes pusieron el énfasis en el mal momento político para impulsar la acusación.
De esta manera, el fracaso de la estrategia socialista terminó por ser un arma de doble filo. Por un lado, dejó varios heridos al interior del partido y, por otro, terminó por entregarle un triunfo político que tanta falta le hacía al Gobierno y, de pasada, fortaleció la figura política de la ministra en cuestión. De aquí en más, el trabajo de Cubillos –sustentado desde La Moneda– quedó con manga ancha para hacer y deshacer. “Si lo que se buscó fue sacarla de la carrera, el mal cálculo del PS se terminó por transformar en pavimento, pensando una carrera senatorial para el 2022”, concluyeron desde la vereda opositora.
Para quienes se refugiaron en la postura –que calificaron de intransable– del diputado Pepe Auth, como ejemplo de las dificultades para haber logrado el quórum mínimo, la respuesta fue que, a sabiendas de que este parlamentario no es de derecha, aquello dio cuenta del poco convencimiento y peso de los argumentos plasmados en el papel. El solo hecho de unirse en contra del Gobierno, no alcanzó para marcar el hito que varios esperaban, previo a la discusión de varias de las reformas consideradas de alta sensibilidad, como lo son la Tributaria y la de Pensiones.
Para el diputado PS Juan Luis Castro, “sin dudas que esto es una derrota, no se puede negar ni minimizar, ahora bien, no era fácil de cuantificar cuántos votos se iban a traspasar al oficialismo (…), incluso si hubiéramos empatado, la acusación estaba fracasada. El empate en la cuestión previa fue un indicador de lo que venía después, porque se entendía que íbamos a tener una victoria y eso habría permitido descontar votos de descolgados. El empate fue decidor, ya que esto coloca en juego que ese instrumento de la acusación constitucional, al menos en el actual Gobierno, es muy difícil que vuelva a ser canalizada por los partidos de oposición, dados los dos resultados magros, primero con el ministro de Salud y ahora con Educación”.
Hubo varias reprimendas respecto a lo que durante semanas se trató de tapar, es decir, la falta de consistencia de la operación guiada desde el PS. Fueron más los abogados opositores que rechazaron los argumentos jurídicos que quienes los defendieron, y eso, para varios, fue una herramienta de reposo para sustentar su voto en contra. El trabajo en terreno, que consistió en tres fases, no alcanzó para cumplir el objetivo que devolvería el sitial de partido con la fuerza articuladora de antaño, más bien se terminó por asumir que se quemó el último cartucho, y no de la manera más inteligente, concluyeron.
Se intentó en todo momento arrinconar al diputado Matías Walker, es más, antes de la votación de la cuestión previa se vio a las diputadas Camila Vallejo y Natalia Castillo en una acalorada conversación con el parlamentario DC, quien a pesar de que rechazó la cuestión previa terminó respaldando a Cubillos y optó por rechazar la acusación en su contra.
Si bien la Democracia Cristiana volvió a ser factor a la hora de la desunión opositora, en la interna, y a diferencia de lo que se pensó, el actuar que tuvo el partido en general no recibió los dardos de sus pares opositores y esto se debió a un tema de señales concretas, indicaron. Al menos en esta ocasión, la DC intentó alinear de verdad a sus huestes y ese trabajo fue reconocido. Por primera vez, desde el presidente hasta el jefe de bancada, se la jugaron por ir en bloque.
Y es que en la colectividad dirigida por Fuad Chahin estaban al tanto de que esta acusación se transformaría en un hito para el trabajo en conjunto de aquí en adelante, y un nuevo desmarque, como ya sucedió con la Reforma Tributaria y también de Pensiones, “era fatal para nosotros”, sinceraron.
Aquello quedó de manifiesto en los últimos tres consejos generales, donde luego de encontrar un viento a favor en rechazo a lo que había sido la política del camino propio implementada por la mesa, el comentario de pasillo terminó siendo que, si se perdía la acusación, que “ojalá esta no fuera por un voto DC”.
Parte de las conclusiones apuntaron a que, si se lograba pasar el filtro de la Cámara de Diputados, esta “se iba por un tubo” en el Senado, ya que el rol de Yasna Provoste y su trabajo para cuadrar a la bancada estaba “más que asegurado”. Sus cercanos apuntaron a que este golpe también resiente a la senadora, una de las principales parlamentarias que operó para revertir el fracaso que se advertía.
Y aunque hubo votos del partido que jugaron en favor del rechazo, la suma y resta en la interna dejó a la vista que los independientes jugaron un rol fundamental y que la actuación de la tienda logró pasar más inadvertida de lo que se esperaba.
Para el analista Víctor Maldonado, esta fue una derrota compartida. “En esta ocasión y con la disidencia del caso, de lo cual se puede decir que nadie está libre –hay exsocialistas, ex-PPD, etcétera, que votaron en contra–, habría sido una crisis de verdad en el caso de que esto se hubiera resuelto por un voto y este hubiera sido DC. Aquello habría traspasado los límites de lo que es una normal convivencia dentro de la oposición y la posibilidad de establecer acuerdos mayores”.
Para el Gobierno, esta acusación tomó ribetes de vida o muerte, y a cargo de la artillería que buscó y logró desactivar la ofensiva opositora, estuvo el ministro del Interior, Andrés Chadwick. Para varios, el orejero del Presidente se jugaba gran parte de su credibilidad ante los suyos, esto luego de los reiterados cuestionamientos que surgieron al interior del propio oficialismo desde el asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca, en agosto del 2019. Desde aquel entonces, son varios los episodios en que se puso en cuestión su fortaleza política, la misma que se le desatacó durante su paso por el primer Gobierno del Presidente Piñera. En esta pasada “se anotó un poroto”, sinceró uno de sus críticos.
Desde la oposición sorprendió el nivel de despliegue del gabinete desde que fuera presentada la acusación constitucional, lo que dio cuenta –señalaron– de la importancia que tenía para el Gobierno el evitar dejar caer a una de sus figuras con mayor valoración dentro del bloque, y la primera blindada por el también exvocero.
Desde la Democracia Cristiana –uno de los partidos afectados por el trabajo de pirquineo realizado por La Moneda–, acusaron una estrategia que calificaron como de “nanopolítica” empleada desde la casa de Gobierno, y que apuntó al ofrecimiento de dádivas para los distritos de los objetivos parlamentarios alcanzados. “Utilizaron todas las herramientas que tenían en su poder”, reconocieron.
Y si bien el salvataje a la ministra de Educación se anotó como un punto a favor, no todos están convencidos de que esto haya sido lo suficientemente significativo para desviar los cuestionamientos que existen al trabajo del círculo de hierro del Mandatario.
Las duras críticas a las que se vio expuesto el Jefe de Estado en varios de los conflictos aún vigentes, siguen rondando en las huestes oficialistas, donde no olvidaron la batería de acusaciones provenientes no solo de parlamentarios, sino también de columnistas y expertos del sector, y que han acusado insistentemente de populista el actuar del Presidente, principalmente en el desarrollo de la estrategia por intentar detener el proyecto de 40 horas impulsado por parlamentarias comunistas.
Aquello, sumado a las decenas de decisiones de último minuto que todos ensamblaron con las encuestas de los días lunes, sigue siendo una mochila pesada para la estructura edificada, previo al Gobierno, en las oficinas de Apoquindo 3000, y que varios ponen en duda que siga armada tal cual se encuentra después del mes de octubre, donde en Chile Vamos tienen asumido que se vendrá un nuevo ajuste ministerial.
Para el director de la Escuela de Publicidad de la UDP, Cristián Leporati, “en términos comunicacionales hay que entender que este juicio político le interesa a un mínimo de la población, un 10 por ciento, ese es el universo al cual impacta. En términos de la opinión pública, ellos ven una discusión más en el Congreso y la visión que va a prevalecer es que los honorables pierden su tiempo en discusiones con el Gobierno de turno”.