La cuenta regresiva estaría activada, señalan desde varios sectores del oficialismo y también los mandos medios de Palacio. Para varios es simplemente inexplicable que el Presidente Piñera no haya aprovechado el envión para renovar los aires en La Moneda y, al mismo tiempo, entregar una señal de sacrificio ante la Revuelta de Octubre, que independientemente de las medidas y compromisos anunciados, no ha bajado de intensidad en las calles del país.
Casi el único tema de conversación en los pasillos de La Moneda, este jueves, fue respecto de a qué hora o cuándo se vendría finalmente el cambio de gabinete, ese que distintos sectores del oficialismo vienen pidiendo desde el último ajuste ministerial. Se trata de los mismos que, insatisfechos con la renovación de rostros en Salud, Cancillería y Energía, además de subsecretarios, auguraron una crisis política sostenida en el desgaste del círculo de hierro del Mandatario.
No estaban tan equivocados. El problema fue que nadie vio venir la Revuelta de Octubre, que terminó por sepultar políticamente a los escuderos del Jefe de Estado y que –de pasada– desordenó todo cálculo, estrategia y esquema de aplicación que existía sobre la mesa del Presidente Sebastián Piñera.
La temperatura en Palacio es alta y el trabajo adquirió una doble complejidad, luego que en medio de la búsqueda de una salida al difícil escenario en que se mueven, se les cruzó la fecha límite de renuncia (y por ende, de reemplazo) de las autoridades gubernamentales que quieran postular al cargo de gobernadores regionales el próximo año.
Todo aquello habría estado encima de la mesa en la reunión que se llevó a cabo el jueves en la casa de Gobierno y que sentó a todo el equipo político, el mismo que desde Apoquindo 3000 acompaña al jefe de Estado en su toma de decisiones.
En Chile Vamos muchos se mostraron incrédulos por la demora, al ser consultados por cuándo creen que el Presidente debiese tomar la decisión, pero es claro que al interior del comité político barajan tesis enfrentadas. Una apunta a que ofrendar altos cargos, como el del ministro del Interior, Andrés Chadwick, entre otros, podría ayudar a bajar la temperatura de la calle, pero al mismo tiempo se corre el riesgo de manchar a su reemplazante.
La otra, apuesta por esperar que pase la tormenta, para dar una salida política menos deshonrosa a quienes tengan que dejar su puesto. Todo en el evento de que salga el sol, si es que sale.
Ya en momentos en que el Ejecutivo no lo pasaba bien, con los más bajos índices históricos de aprobación, la tesis que más fuerza tenía en la interna del grupo de hierro presidencial fue que resultaba innecesario sacar a un ministro en medio de la tormenta, por lo que se apostaba a que cuando se efectuara un refresco de mayor magnitud, este estuviese respaldado por un cambio en la estrategia, ya que la idea de “rostro por rostro” para la misma función no cobraba mucho sentido.
Dado aquello y con el cambio de papeles que sufrió el Ejecutivo en medio de la Revuelta de Octubre, todos entendieron que habría un cambio de estrategia, cumpliéndose así con las máximas necesarias para dar pie a un nuevo aire, una nueva mirada y un nuevo gabinete. A ello se suma la presión que ejercieron diferentes sectores del oficialismo debido a lo volátil del ambiente en la calle, pues en el primer intento por bajar la temperatura el Gobierno habría fallado, dado que, independientemente del paquete de medidas anunciado por el jefe de Estado, la calle no se ha dejado de copar.
Para el cientista político Claudio Fuentes, “en la medida en que las protestan sigan, y las violaciones a los Derechos Humanos y la represión continúen, yo creo que cada vez se va a hacer más imprescindible el gesto político de cambiar el gabinete y, obviamente, el primero en la línea debiese ser el ministro Chadwick (…). La presión que hoy siente Piñera se asocia también con un itinerario claro respecto del fin del estado de emergencia. Yo creo que esto se está haciendo insostenible y, mientras más represión haya, mayor es la presión por los cambios”.
En contraste, en opinión del analista Víctor Maldonado, “el Gobierno cree que terminará por controlar las movilizaciones. Hasta que la situación no se estabilice no van a hacer el cambio. Lo más probable es que evalúen este fin de semana si su diagnóstico se valida”.
Con una clase política con los bonos a la baja, la dificultad de convencer a un personero en específico de sumarse a los trabajos del Ejecutivo constituye una tarea mayor, y la máxima de que no se le puede decir “no” al Presidente al parecer ya no corre en estos tiempos. Un ejemplo de ello fue la respuesta negativa de la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, ante la consulta de qué haría si el propio Mandatario le pidiera ser candidata a gobernadora por la Región Metropolitana.
Sumado a esto, el escenario de crisis duplica la complejidad para llenar los cupos de quienes deban dejar su asiento en el Gobierno. Desde el propio bloque gobernante han reconocido la dificultad no solo de encontrar a personas idóneas, sino también el desmedido esfuerzo que se debe efectuar para convencerlas de subirse a un barco que navega en aguas turbulentas.
Previo al cierre de la jornada, además, se dieron a conocer los resultados de la encuesta Activa Research, los que presentaron números que dejaron por los suelos el manejo en crisis de La Moneda. Ante la pregunta de cómo el Presidente ha conducido a su Gobierno, el rechazo alcanzó el 78,8 por ciento, mientras que la evaluación de la labor del ministro de Interior recibió solo un 5 por ciento de calificación positiva, todo lo cual contrasta severamente con un rotundo 83 por ciento de apoyo a las movilizaciones.
El desafío que enfrentará quien llegue no es menor, dado el nuevo escenario en que caminará la administración, por lo cual Fuentes explicó que “no es solamente el cambio de gabinete, sino cómo el Presidente y su gabinete enfrentan un diálogo social del nuevo tipo. Acá ya no basta con reunirse con los presidentes de partido. Se requiere un esfuerzo mayor, más complejo, más diversificado, de diálogo, para pensar en agenda de mediano plazo, respecto de las reformas estructurales”.