A todos, pidamos perdón por habernos deslizado crecientemente en esta peligrosa pendiente de locura colectiva. Pidamos perdón a nuestros hijos y nietos por lo que hemos estado haciendo, y comprometámonos a colaborar y reinventar un país que ellos puedan disfrutar conviviendo en paz.
Pido:
A la elite política, que pidan perdón por haber construido durante treinta años las reglas del juego que han llevado a tan prodigiosa concentración del ingreso en manos de unos pocos.
A la elite económica, que pidan perdón por la codicia ilimitada que han demostrado durante medio siglo, que los ha llevado a acumular todos los años la mitad de lo que produce el país en el cinco por ciento de la población, es decir, ustedes.
A los grandes empresarios, que pidan perdón por haber cedido casi siempre a la tentación miope de decir que cualquier incremento salarial o tributario afectará el crecimiento. No es verdad, es codicia.
A los integrantes de la elite política y económica con tejado de vidrio, los que han trampeado, evadido, eludido, coludido, usureado, monopolizado y robado, que pidan perdón por la codicia inmoral que han exhibido en este período, y que acrecentó la ira legítima de la ciudadanía.
A la ciudadanía que marcha pacíficamente, que sean firmes en su pacifismo, que hagan lo que puedan por evitar hechos violentos, y que pidan perdón si han aplaudido a los violentistas.
A los violentistas, que pidan perdón por su violencia desbocada, por haber dañado infraestructuras críticas, y que comprendan que, por mucha rabia que tengan acumulada, están sumergiendo al país en un caos crecientemente irreversible. Además, pidan perdón a los millones de ciudadanos, los más pobres, que han sufrido de manera directa o indirecta como resultado de sus acciones, y a los 1800 carabineros heridos por ustedes.
A los que están reclamando, pacífica o violentamente, que pidan perdón por haber incurrido en prácticas fascistoides, como obligar a la gente a bailar si quieren pasar, violando sus derechos humanos y humillándolos, muestra emblemática de las degradaciones éticas en que sigue cayendo el país.
A las fuerzas de carabineros, que pidan perdón por su falta de preparación y por la violencia innecesaria en que han incurrido, de manera deliberada o casual, cometiendo violaciones clarísimas a los derechos humanos de adultos y niños. Pidan perdón a los 3500 ciudadanos heridos leves y graves, y comprendan que con estas acciones están incrementando la rabia ciudadana y prolongando el conflicto.
A los integrantes del sistema nacional de seguridad, que pidan perdón por la enorme ineptitud y falta de preparación que han mostrado para combatir la creciente amenaza de los narcos que aterrorizan a la población, así como identificar a los anarquistas que iniciaron y están continuando su labor prácticamente sin obstáculos, y reclutando violentistas tácita o explícitamente para desarrollarla.
A las fuerzas de oposición al gobierno, que pidan perdón cuando ceden a la mezquindad de pretender que, si a río revuelto ganancia de pescadores, con esto puedan hacerse con el poder más fácilmente en las próximas elecciones. No es el momento.
Al gobierno y su coalición de apoyo, que pidan perdón por la miopía de pretender que esto se resuelve entregando algunos regalitos de a poco, en lugar de presentarle al país un plan de bienestar social, tributario y jurídico, para resolver en serio esta crisis, darnos la esperanza de construir un país justo, y cortar los abusos que se siguen cometiendo a diario.
A todos, pidamos perdón por habernos deslizado crecientemente en esta peligrosa pendiente de locura colectiva. Pidamos perdón a nuestros hijos y nietos por lo que hemos estado haciendo, y comprometámonos a colaborar y reinventar un país que ellos puedan disfrutar conviviendo en paz.