La Oficina de Planificación durante la dictadura, además de cumplir con un mandato técnico y administrativo, cumplió una función política fundamental para “apretar” las tuercas del modelo de desarrollo hoy en crisis. De los cientos de rostros que pasaron por el edificio ubicado en el centro de Santiago, existe un grupo reducido que desde entonces a la fecha “juega de memoria”, ocupando espacios relevantes en la administración tanto estatal como privada. Entre ellos destacan el jefe del segundo piso de La Moneda, Cristián Larroulet, el ex ministro del Interior Andrés Chadwick y la actual presidenta del Tribunal Constitucional, María Luisa Brahm, también funcionaria en el primer Gobierno del actual Mandatario.
Algunos la calificaron como la «cocina» de las reformas, el lugar donde se apretaron ciertas tuercas del modelo de desarrollo que hoy, en medio de la crisis, está puesto en cuestión, y que sectores de la oposición y también algunos en el oficialismo buscarán cambiar a través de una nueva Constitución. Se trata de la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), que en medio de la dictadura vio pasar un sinnúmero de personeros que, 30 años después, y a través de los dos gobiernos del Presidente Sebastián Piñera, se volvieron a encontrar en el aparataje público, equipos que “juegan de memoria” y en su cancha.
Para el doctor en historia de la Usach, Aníbal Pérez, “Odeplan en dictadura va a tener un rol muy importante, porque es el brazo izquierdo del Estado en lógica neoliberal (el brazo derecho más represivo; e izquierdo, política social), va a reflejar el nuevo paradigma de la aplicación de la política en clave neoliberal, ese paradigma se va a basar en la focalización, desechando, por tanto, toda la tradición del siglo XX chileno, con la idea según la cual el Estado tiene un rol importante en la entrega de derechos sociales universales”.
El edificio ubicado en Ahumada 48, en la capital, albergó personalidades de todo tipo y tuvo también un rol político fundamental, de consulta y modelamiento de las políticas públicas que se aplicaron en ese entonces, primero bajo la tutela de las ideas importadas que llegaron junto con los Chicago Boys, y después de aquello para entregar el sello a las denominadas leyes de amarre que se fraguaron tras la derrota del plebiscito de 1988 y previo a la asunción de Patricio Aylwin Azócar.
Durante el régimen militar, la entidad fue encabezada en un principio por Miguel Kast, una de las figuras que la derecha chilena siempre se ha preocupado de relevar cuando del ámbito social se debate, y quien dejó como uno de sus máximos sellos, palpables hasta el día de hoy, el modelo de la focalización de los recursos. Este modelo apuntaba principalmente a redestinar los gastos con miras a la extrema pobreza que vivía el país por ese entonces. El último de sus líderes, quien dejó el cargo tras la derrota en el plebiscito de 1988, fue Sergio Melnick Israel.
Pero si bien parecen tiempos pretéritos lo que acá se escribe, el mapa de quienes ocuparon cargos de alta responsabilidad en aquel entonces, demuestra que una de las entidades más simbólicas, ideológicamente hablando, entre 1973 y 1989, se encuentra más presente que nunca.
Vamos por parte, el edificio de 11 pisos concentró en tres de estos los departamentos de mayor relevancia para el trabajo y desarrollo de su misión. De abajo hacia arriba.
El piso quinto, albergó la fiscalía de la entidad. En aquel espacio, entre otros, ejerció quien fuera el ministro del Interior hasta el 28 de octubre del presente año, Andrés Chadwick Piñera, quien llegó a ocupar el cargo de fiscal de Odeplan luego de las gestiones hechas por Sergio Melnick. También ocupo ese mismo cargo Arturo Alessandri, expresidente del Colegio de Abogados. Como abogada de la oficina, aparece quien en aquel entonces era una alumna recién egresada de Derecho de la Universidad Católica, María Luisa Brahm.
Brahm llegó a formar parte de la Oficina de Planificación y arribó luego que su primo, José Yuraszeck Troncoso –quien ocupó distintos cargos en la entidad–, trajera previamente a su hermano, Joaquín Brahm, hijos ambos de Jorge Brahm Yuraszcek, quien ejerció como alcalde designado de Puerto Montt e intendente de Llanquihue y fue parte de los fundadores de Renovación Nacional (RN).
Quienes conocen a María Luisa Brahm, siempre la han destacado por capacidad y trabajo, calificada como una “dura”, pero de fácil entendimiento. Hoy Brahm es la presidenta del Tribunal Constitucional (TC), votada por sus pares tras el fin de la era Aróstica, pero su llegada al TC fue durante el primer Gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
En aquel entonces y tras pasos como asesora legislativa de RN, conocida como la “brújula legislativa” una vez de regreso la democracia, luego directora del Instituto Libertad y miembro del grupo Tantauco, impresionó al actual Mandatario, quien no solo se la llevó a comandar el segundo piso, sino que el día después del juramento, en la reunión en Cerro Castillo, fue calificada por el propio jefe de Estado como “mis ojos y oídos”. Algunos de quienes conocieron su trabajo, le achacaron diferencias con el aquel entonces ministro de la Segpres, Cristián Larroulet (doctrinaria versus político), para que finalmente le fuera entregado el “paracaídas dorado”, es decir, una salida honrosa, lo que se transformó en su llegada al TC.
En el sexto piso –y quizás el de mayor relevancia– se encontraban los departamentos de Planes y de Inversiones. El primero estuvo encabezado por el actual jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, el denominado “último guardián del modelo”, y al que se le acusa de no haber estado acorde a los tiempos respecto del tipo de resoluciones que ha entregado al Presidente en momentos de crisis en la actualidad. Dicho cargo también fue ocupado por María Luisa Brahm. En el caso de Larroulet, Aníbal Pérez lo explica señalando que “la salida a la crisis que ha propuesto y que tiene que ver con la agenda social, el problema que tiene es que está en clave neoliberal, en clave de focalización, habla de ampliar la focalización”.
A cargo de Larroulet aparecen otros tres nombres totalmente vigentes, como sectorialista de educación, encontramos el nombre de Harald Beyer, hoy rector de la Universidad Adolfo Ibáñez y, en el primer mandato de Piñera, ministro de Educación, cargo que tuvo que dejar luego de una acusación constitucional en su contra y que lo tuvo cinco años imposibilitado de ejercer cargos públicos.
Dependiente del mismo departamento, pero a cargo del área de sociología, se puede leer el nombre del actual subsecretario de Interior, Rodrigo Ubilla, cercano a Brahm, con quien además compartió en el Instituto Libertad, también asesor directo del entonces diputado y actual senador Andrés Allamand.
Compartieron el puesto de sectorialistas con Patricia Matte, la empresaria educacional e ideóloga del proyecto alternativo en la materia que, en su minuto, postuló la extinta Alianza por Chile, además de Rodrigo Danus, exejecutivo de Endesa.
Departamento de Inversiones, área a cuyo cargo estuvo Gerardo Jofré Miranda, quien una vez fuera de Odeplan, desde 1989 y hasta el año 2004, fue gerente senior en el banco Santander. Después, recién asumido el primer Gobierno de Sebastián Piñera, fue nombrado como presidente del directorio de Codelco.
Piso siete, en este nivel se encontraba el despacho del ministro, en aquel entonces Miguel Kast, quien en ese entonces tuvo como jefe de gabinete al actual alcalde de las Condes, Joaquín Lavín Infante. Lavín, luego de haber sido candidato presidencial y haber perdido por un estrecho margen con Ricardo Lagos Escobar, y después además de haber perdido la competencia interna con el Presidente Piñera, también fue convocado a trabajar en la administración. Primero como ministro de Educación y, después de una tormentosa salida a raíz de las manifestaciones encabezadas por «los pingüinos», lo instalaron como cabeza del entonces llamado Mideplan.
En el mismo piso, en la oficina contigua, aparecen como subdirector nacional Julio Dittborn, exdiputado UDI, y exsubsecretario de Hacienda entre 2011 y 2014, y Luis Larraín Arroyo, actual director del Instituto Libertad y Desarrollo, misma oficina en la que ofició, en el Departamento de Apoyo Regional, el actual decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, en este caso, ambos sin cargos en las administraciones del actual Mandatario.
Para el director de formación del Instituto Res Publica y académico de la Universidad San Sebastián, Alejandro San Francisco, “Odeplan fue muy relevante en esos años, en un doble sentido, primero en términos de políticas públicas; en segundo lugar, como un reclutamiento de jóvenes que querían servicio público, y los que no, Miguel Kast los convenció (…). El tema central donde se puede ver la influencia de Odeplan, una de las obsesiones de Kast, es en la definición y precisión en el mapa de la extrema pobreza, focalización del gasto público, que el gasto se enfocase para allá, uno de los temas que trascendió, durante los 90 y 2000, y que solo cambia cuando se comienzan a discutir derechos universales como la gratuidad universitaria”.