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Abusos en el sistema previsional chileno Opinión

Abusos en el sistema previsional chileno

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Sergio Fernández Figueroa
Por : Sergio Fernández Figueroa Ingeniero comercial de la Universidad de Chile. Ha ocupado cargos gerenciales en el área de Administración, Contabilidad y Finanzas, y se ha desempeñado como consultor tributario y contable en el ámbito de la Pyme.
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La diferencia fundamental entre un ahorrante y un inversionista es el riesgo que cada uno asume. El ahorrante va a la segura. Deposita su dinero sabiendo de antemano qué intereses ganará. El inversionista lo arriesga. No tiene certeza de cuáles serán sus ganancias e incluso podría perderlo. Los afiliados compramos cuotas de los fondos de pensiones con nuestras cotizaciones (con una parte de ellas, al menos) y estos fondos invierten nuestro dinero en instrumentos de inversión. Nunca hemos sido ahorrantes. Somos pequeños inversionistas; podríamos decir inversionistas previsionales. Y, como tales, deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro inversionista, pero no los tenemos.


Despejado el tema constitucional , corresponde ahora que nos dediquemos de lleno a combatir los abusos que no requieren de una nueva constitución para ser extirpados. En particular —y dado que, según Sebastián Piñera, las pensiones son el nuevo acuerdo que se requiere—, los que se perpetran contra todos los afiliados a las AFP, a vista y paciencia de quienes podrían hacer algo para combatirlos, en el sistema previsional vigente.

En este artículo me referiré a los abusos que se cometen con las comisiones anticipadas y las “comisiones fantasmas” que cobran las AFP a sus afiliados por la administración de los fondos de pensiones. En artículos posteriores expondré cómo, a través del método de cálculo del retiro programado (que es una de las principales causas de las pensiones ínfimas), se favorece a las pensiones vitalicias; cómo se oculta a los afiliados, de manera brutal, la información básica que les permitiría conocer su real situación previsional; quiénes son los cómplices, activos y pasivos, que han permitido ocultar estos abusos; y qué cambios permitirían transformar el actual sistema abusivo en un generador de buenas pensiones y un verdadero motor de desarrollo para el país. Dentro de esto último, explicaré cómo se podría eliminar el CAE por medio de los fondos de pensiones, beneficiando a todo Chile menos a los bancos; y cómo se debería solucionar sin mayor trámite el caso de la profesora antofagastina María Angélica Ojeda (y muchos otros por el estilo). Por último, expondré un mecanismo que, sin cambios legislativos y con las mismas cotizaciones que se pagan en la actualidad, permitiría incrementar las inversiones de los afiliados en los fondos de pensiones y provocaría, en muy corto plazo, el derrumbe de las comisiones actuales de las AFP.

Partamos aclarando un par de conceptos básicos:

  1. Ningún afiliado cotiza, ni ha cotizado jamás, un 10% de su remuneración imponible.

En efecto, todos cotizamos más que eso (y en el pasado muchísimo más). Mire la siguiente tabla:

Como puede apreciar —y constatar revisando su liquidación de sueldo (es fácil: solo tiene que dividir todo el descuento que le efectúan por concepto de cotizaciones de AFP por el monto de su sueldo imponible y multiplicar el resultado por 100)—, los afiliados cotizamos, dependiendo de cuál sea nuestra AFP, entre un 10,69% y un 11,45% de nuestro sueldo imponible. Luego, esa cotización se divide en dos: el 10% que va al fondo de pensiones y la diferencia, que ingresa directo a las arcas de las AFP. Así que la próxima vez que escuche a un “experto” hablando de que todos cotizamos hoy un 10%, tenga la plena certeza de que o es un ignorante o un mentiroso.

  1. Los afiliados a las AFP no somos ahorrantes, sino inversionistas.

Como usted puede constatar en la Wikipedia o en sitios web especializados, la diferencia fundamental entre un ahorrante y un inversionista es el riesgo que cada uno asume. El ahorrante va a la segura. Deposita su dinero sabiendo de antemano qué intereses ganará. El inversionista lo arriesga. No tiene certeza de cuáles serán sus ganancias e incluso podría perderlo. Los afiliados compramos cuotas de los fondos de pensiones con nuestras cotizaciones (con una parte de ellas, al menos) y estos fondos invierten nuestro dinero en instrumentos de inversión. Nunca hemos sido ahorrantes. Somos pequeños inversionistas; podríamos decir inversionistas previsionales. Y, como tales, deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro inversionista (pero no los tenemos, como le comprobaré en los próximos artículos).

Aclarados ambos puntos, vamos ahora a los abusos:

Las comisiones de administración de los fondos de pensiones

Pagamos a las AFP mes a mes comisiones de administración, algunas junto con cada cotización y otras que se nos descuentan directamente de nuestros fondos previsionales. ¿Sabe usted a cuánto ascienden en total? Véalo en el cuadro siguiente. Siéntese primero, eso sí.

No se preocupe, leyó bien. Y no está equivocada la tabla. Al 31.12.2018, las comisiones cobradas por las AFP totalizaron ¡1 billón 109 mil millones de pesos!, equivalentes a casi 1.500 millones de dólares. Los chilenos afiliados a las AFP les pagamos, entre todos, 1.500 millones de dólares al año a las AFP por administrar nuestros fondos de pensiones. ¡Cerca del 2% del presupuesto nacional y un 14,1% del presupuesto de prestaciones sociales del 2020! ¿Qué le parece?

Como puede usted apreciar, las comisiones anticipadas y las fantasmas representan el grueso de los ingresos de las AFP —un 60% y un 36%, respectivamente—. Por eso, es indispensable saber qué son y cómo funcionan. Veámoslo a continuación:

  1. (1)Datos obtenidos de los estados financieros de las AFP.

Las comisiones anticipadas de administración

Nada mejor que un ejemplo para entenderlo: suponga el caso de un afiliado a Provida cuyo sueldo imponible es de $ 500.000.  Todos los meses él cotizará $ 57.250, de los cuales $ 50.000 ingresarán al fondo de pensiones y $ 7.250 serán cobrados por Provida por concepto de comisión anticipada de administración. ¿Qué son esos $ 7.250? Son la comisión de administración de los $ 50.000. Si usted compara ambas cifras, constatará que la comisión es de un 14,5%, lo que a todas luces es disparatado. Eso es porque los $ 7.250 son la comisión de administración de los $ 50.000 desde el momento en que se efectuó la cotización hasta que el afiliado se jubile.

Traduzcámoslo: si usted tiene 25 años y es hombre, en cada cotización que efectúe estará pagando la administración del 10% de su sueldo ¡por 40 años! Si tiene 30 años y es mujer, lo estará haciendo ¡por 30 años! El sistema previsional vigente nos obliga a pagar, por ley, comisiones de administración anticipadas por décadas.

Cuando alguien contrata a un administrador de inversiones, debe pagarle una comisión de administración. No cabe duda alguna. Lo adecuado, no obstante, es que se la pague vencida —es decir, después de que prestó el servicio— y en relación con el monto administrado (o, en algunos casos, con el resultado obtenido). A ningún inversionista sensato se le ocurriría pagar una comisión de administración anticipada, no solo por los inconvenientes que ella le generaría —el prestador podría “fundirse” con el pago anticipado; y este no tendría relación alguna con el servicio recibido, lo que impediría controlar su calidad e incentivaría al prestador a reducirla—, sino, lo más relevante, porque dicho pago no tiene justificación alguna, ya que solo le genera perjuicios y absolutamente ningún beneficio a quien lo efectúa. Piense, ¿por qué razón alguien debería pagar por un servicio de manera anticipada? ¿Y por qué el anticipo debería ser por décadas? El solo hecho, ¿no le parece escandaloso?

El asunto es mucho más grave aún, ya que, como veremos más adelante, este abuso genera un brutal perjuicio financiero a los afiliados y una ganancia que multiplica las comisiones cobradas por las AFP.

Las “comisiones fantasmas”

El 2002, junto con los multifondos, Ricardo Lagos y el parlamento de esa época (algunos de cuyos integrantes todavía están en funciones) crearon las “comisiones fantasmas”. ¿Qué son? Son comisiones que debemos pagar a otros fondos de inversión por administrar inversiones por cuenta de las AFP. Estas simpáticas empresas no hacen el trabajo para el cual están contratadas por los afiliados, sino que lo subcontratan; les pagan a otros fondos de inversión para que lo hagan por cuenta de ellas, y la comisión que esos fondos les cobran por ello, Ricardo Lagos mediante, nos la cobran a los afiliados. Es un vulgar despojo. Es lo mismo que si usted contratase a una constructora para que le construya una casa, se la pagase y después tuviese que volver a pagársela a la otra constructora que fue subcontratada por la primera para hacer la obra. Es como si le pagase el pan a la panadería y después tuviese que volver a pagárselo al panadero. Así de inmoral.

¿Su límite se fija por ley? Pues no. Lo fijan de común acuerdo el superintendente de pensiones con algún funcionario de la CMF. ¿En base a qué criterios? Se desconoce, pero el límite crece año a año. ¿A quién se le pagan? ¿A empresas relacionadas con las AFP, tal vez? Tampoco se sabe. La idea es que vivamos tranquilos inmersos en nuestra ignorancia.

Respecto de los multifondos, solo le haré tres preguntas: (1) ¿Qué porcentaje de afiliados cree usted que poseen los conocimientos financieros suficientes como para entenderlos y hacer uso de ellos? (2) ¿Qué porcentaje de los anteriores cree usted que disponen del tiempo necesario para dedicarlo a dicha tarea? Y (3) Según sus respuestas anteriores, ¿de verdad cree usted que el objetivo de los multifondos es darle a los afiliados la posibilidad de manejar su propio riesgo e influir en la rentabilidad de su fondo de pensiones? La triste verdad es que, según parece, solo fueron una pantalla para introducir y validar las comisiones fantasmas.

Los efectos de las comisiones anticipadas y fantasmas

Se los aclaro con un ejemplo. Supongamos un nuevo afiliado varón de 25 años que acaba de ingresar al sistema —siendo asignado en forma automática a la AFP Uno— y cuya renta imponible es de $ 500.000. Supongamos, además, que decidió cambiarse a AFP Provida y que el fondo que eligió (cualquiera) tiene una rentabilidad promedio mensual pareja de un 0,5% (6% anual).

A comienzos del primer mes, el afiliado cotizará un 11,45% de su sueldo imponible (ver tabla de más arriba), esto es $ 57.250. Provida descontará su comisión, $ 7.250. y quedarán $ 50.000 en el fondo de pensiones. Al terminar el mes, los intereses ganados serán de $ 250 (0,5% de $ 50.000) y las comisiones fantasmas que se descontarán directamente del fondo sumarán $ 13 (0,3%*50.500/12). Luego, el saldo acumulado de la cuenta, obtenido con una inversión de $ 57.250, será de $ 50.237 (50.000+250-13). Como puede apreciar, el afiliado perdió $ 7.013 (invirtió $ 57.250 y tiene solo $ 50.237).

Antes de hacer algún comentario, veamos qué pasa en el segundo mes: el afiliado invertirá otros $ 57.250, Provida le volverá a descontar $ 7.250, entrarán $ 50.000 al fondo con lo que su saldo aumentará a $ 100.237, ganará intereses por $ 501 (0.5% de $ 100.237) y pagará comisiones fantasmas por $ 25, con lo que su saldo quedará en $ 100.713. Como su inversión acumulada es de $ 114.500, su pérdida hasta ese momento ascenderá a $ 13.787. ¿Me sigue?

No comentemos nada todavía. Veamos qué ocurre más adelante en el cuadro siguiente (cifras en miles de $):

Mire bien el cuadro y fíjese en especial en las columnas “Beneficio”, “Rentabilidad promedio” y “Comisión promedio”. ¿Hay algo que le llame la atención?

Ok… lo primero que tendría que haberle puesto los pelos de punta son los resultados negativos que se producen durante los primeros cuatro años de inversión (vea la columna Beneficio). No hay un error ahí. ¡Todos los afiliados a Provida tienen, con esta rentabilidad promedio, resultados negativos durante los primeros cuatro años de cotizaciones! Absolutamente todos, sin excepción.

Si no me cree, replique las primeras seis columnas de esta tabla con sus doce últimas remuneraciones y con las rentabilidades reales obtenidas por el fondo C de Provida, que están publicadas en el sitio web de la SP. Por lo demás, es lógico que así sea, ya que el porcentaje de comisión anticipada que le descuenta la AFP a sus afiliados en cada cotización es mucho mayor que la rentabilidad mensual de los fondos. Observe las columnas Comisión acumulada e Intereses ganados y corrobore que las diferencias iniciales entre lo que usted paga (las comisiones) y lo que gana (los intereses) son bestiales.

Esta situación no es privativa de Provida. Ocurre, en igual o menor medida, con todas las AFP. A medida que pasan los años, la rentabilidad acumulada del fondo va compensando el enorme impacto de la comisión anticipada, pero ese proceso se demora más de cuatro años en Provida, Capital y Cuprum, que tienen las comisiones anticipadas más altas; más de tres en Hábitat y Planvital; y más de dos en Modelo y Uno. Durante los primeros dos años de cotizaciones, en todas las AFP los afiliados pierden dinero. Así que mucho ojo afiliados a AFP Uno: durante sus primeros dos años de inversiones todos perderán dinero. Y, por supuesto, que no se les vaya a ocurrir cambiarse de Uno a alguna de las AFP más caras, porque tendrán dos años más de saldo negativo.

Cuando el sistema partió, allá por los ’80, era muchísimo peor: la comisión de Provida, por ejemplo, era de un 3,48% y no era la más cara. Eso significaba que durante los primeros 9 años de inversiones previsionales, los afiliados íbamos a pérdida. Recién en el décimo año comenzábamos a obtener utilidades. ¿Se imagina el grado de abuso? De hecho, Provida cobró un 2,64% hasta fines del 2009, con pérdidas durante los siete primeros años de cotizaciones para los afiliados (las demás AFP cobraron porcentajes similares salvo Planvital, que era atrozmente cara; la única que no participó en esa verdadera carnicería, porque aún no existía, fue Modelo).

Usted me perdonará, pero un sistema previsional que obliga a los afiliados a efectuar inversiones donde tendrán resultados y rentabilidades negativos durante los primeros dos, tres, cuatro, siete o nueve años, dependiendo de a qué AFP esté afiliado y en qué período las haya hecho, es una completa basura. ¡Una mugre de sistema!

Pero no se detienen ahí los atroces efectos de las comisiones anticipadas de administración. ¡No señor! Observe las columnas de Rentabilidad promedio y Comisión promedio y comprobará que estas no son parejas. Debido al impacto de las comisiones de administración anticipadas, la rentabilidad promedio va aumentando y la comisión promedio disminuyendo a medida que pasan los años. ¡El sistema discrimina por antigüedad! Las mujeres, con una vida laboral más corta que los hombres, enfrentan rentabilidades promedio menores y comisiones promedio más elevadas que estos. Una persona que deba pensionarse por enfermedad a los veinte años de cotizaciones, obtendrá un 15% menos de rentabilidad promedio y pagará casi el triple en comisiones promedio. ¡Y que Dios tenga piedad de usted si tiene que pensionarse a los 10 años! La equidad, como puede usted apreciar, no es una característica de este deleznable sistema previsional.

El mega abuso financiero de las comisiones anticipadas

Como usted bien sabe, o debería saber, todo pago anticipado genera un costo para el que lo efectúa y un beneficio para el que lo recibe, que corresponde a los intereses que deja de ganar el primero y que, como contrapartida, se embolsa el segundo. Imagine usted, entonces, qué ocurre con ese costo-beneficio si el anticipo es en promedio, de dos décadas. Debería ser cuantioso, ¿verdad? Investiguemos para ver a cuánto asciende.

Lo invito a revisar el cuadro siguiente, donde se muestra para el ejemplo anterior una comparación entre el sistema actual y uno donde toda la cotización ingresa al fondo de pensiones, la comisión se paga vencida y no existen las comisiones fantasmas. Se ha supuesto la misma rentabilidad promedio de un 6% anual capitalizada mensualmente que veníamos usando y una comisión de administración calculada sobre el fondo administrado de un 0,3% anual pagada mensualmente, la que, según las AFP, es equivalente a la anticipada que hoy se cobra (las AFP sostienen que existe un estudio del Banco Mundial que respalda su afirmación lo que, de ser efectivo, hablaría muy mal de dicha institución).

Cómo puede usted apreciar en las tres últimas columnas, en un sistema con pago de comisiones vencidas el afiliado del ejemplo obtendría, a igual cotización, beneficios desde el primer mes respecto del sistema vigente, tanto por el pago de menores comisiones de administración como por el sustancial incremento de los intereses ganados. En el ejemplo, ahorraría casi $ 3 millones en comisiones de administración y ganaría casi $ 10,5 millones en intereses adicionales. Eso es lo que pierde o deja de ganar con el actual sistema: $ 13,4 millones, que representa alrededor de un 15% de su fondo de pensiones. Es el brutal costo que asume este afiliado por estar obligado a permanecer en él.

Por cierto, como es obvio, ese monto aumenta en la medida de que la rentabilidad promedio también lo hace o que la comisión de administración mensual se reduce.

Pepito paga doble

Cuando el renunciado presidente de las AFP denominó «Pepito paga doble» a este sistema, tenía toda la razón: ese es el apodo que le corresponde. Porque, ¿qué ocurre con esos $ 10,5 millones de intereses que el afiliado del ejemplo deja de ganar con el actual sistema? ¿Se diluyen en la nada? Pues no. Ese dinero no desaparece en la inmensidad del universo. Aquí es plenamente aplicable la Ley de conservación de la materia de Lomonósov y Lavoisier. Todo ese considerable monto va a parar a los bolsillos de quienes administran los fondos de pensiones. Son las AFP quienes al recibir las comisiones anticipadas se embolsan los beneficios financieros que ellas generan.

De manera que lo que en verdad se embolsaría Provida a costa del afiliado del ejemplo, sería:

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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