En Chile existe una triste costumbre: siempre comparar con lo peor “podría ser peor”, para justificar que, comparado con lo malo, estamos muy bien. Hay que cambiar ese paradigma, aunque no les convenga a los gobiernos de turno. El parámetro son los países europeos. Noruega lidera el ranking de las pensiones en el mundo, con un promedio de $1 millón 800 mil y España con las m´sa bajas. con $ 875.000. Las pensiones que parecen irreales, son las que le dan dignidad al ser humano. Les otorgan calidad de vida. Tienen acceso a salud de primera – la mayoría gratuita-, buena alimentación y les sobra para pasar sus últimos años de vida, con regocijo y felicidad, viajando por diferentes partes del mundo. Así como para recreación y cultura.
No podía creerlo. Sencillamente no podía creerlo. Pero soy testigo. Ese viernes 22 de noviembre, lo vi y escuché en las pantallas de televisión abierta.
El Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, dictando una charla magistral, sobre su acuerdo con el Senado para aumentar las pensiones básicas solidarias en tres años, a los menores de 75 años. En dos años a las personas entre 75 y 79 años, al transcurrir los plazos, ambos grupos etarios, llegarán a recibir un monto de 165.302 pesos al mes.
Rodeado de periodistas y panelistas del matutino – que prácticamente no le cuestionaron nada- explicaba con orgullo, el histórico salto cuántico de aumento del 50% de las pensiones. Que las personas mayores de 80 años, lo recibirán en diciembre. O sea, los jubilados de esa edad o más, recibirán como pensión la misma paupérrima suma de $165.302 mensuales. Lo cual según el Gobierno, les cambiará radicalmente su calidad de vida.
Sin ningún amago de vergüenza y sin escrúpulos, Briones exaltaba la medida estrella para los pensionados básicos solidarios, en términos de previsión social. No cabía en mí cómo lo decía, muy pausadamente y con una sonrisa en la boca. Con qué desfachatez, mencionaba la típica excusa del Gobierno para no gastar ni un peso más: la “responsabilidad” fiscal. El presupuesto 2020 no daba para más. Repitió como el mantra de Piñera, que ellos no iban a crear falsas expectativas con montos mayores que, en el tiempo, no se podrían sostener. Eso sería populismo, demagogia, un engaño para el pueblo.
Además advertía que a los pensionados (solidarios) no les convenía gastar más de lo que recibían, pues se endeudarían para el resto de sus días, sabiendo perfectamente que ya están endeudados de 4 a 6 veces más de lo que reciben…hasta el resto de sus días. Y enfatizaba que tenían que sacar bien sus cuentas, para repartir los recursos en un mes. Siniestro….perverso.
¿Quién puede vivir con $165.000 en Chile? ¿Que alguien me diga quién? Pagando luz, agua, gas, medicamentos y locomoción ($40.000 mensuales) ¿Con qué comen?
No les queda otra que comprar los bienes más baratos, con casi cero valor nutritivo para no morir de inanición. Y de enfermedades intercurrentes propias del grupo etario, con alto riesgo de mortalidad… la mayoría malnutridos. Sí señor Briones, malnutridos. Una desgracia nacional sin precedente.
Pero también muchos de ellos, sobreviven con la ayuda solidaria de un pariente, un vecino…personas de muy buen corazón A todo esto se suma que la canasta familiar de Chile es la más cara del mundo. No hay palabras que dimensionen esta verdadera tragedia. Y una tragedia “normalizada” por las entidades gubernamentales y la clase política.
La perversión del gobierno de Piñera, regida por la ortodoxia del modelo neoliberal, personalizada ese viernes en el Ministro de Hacienda, no tiene nombre. Queda demasiado nítido que, para él, así como al modelo, no le interesa los seres humanos. Lo único que existen son las cifras económicas.
Lo más perverso es que Piñera y sus Ministros saben que el grito más desesperado en las protestas es: : “el pueblo está en la calle pidiendo dignidad”!! y “hasta que la dignidad se haga costumbre”!! De qué dignidad estamos hablando? Un verdadero escupo en la cara a nuestros adultos mayores.
Sin embargo, el Ministro Briones obvió por completo a los jubilados de las AFP., que no entregan seguridad social, sino mendicidad. Tengo de cerca un ejemplo claro de esta aseveración. Una amiga mía, que trabajó toda su vida, con un sueldo oneroso, recibe migajas de la AFP. El drama es que entre ISAPRE, gastos médicos, medicamentos, pago de servicios básicos, le quedan 50.000 para comer. Sí, está leyendo bien: 50000 pesos para comer! Lo más dramático es que, para poder alimentarse, tendrá que retirarse de la ISAPRE, para ser miembro de la miserable salud pública: Fonasa. Además está tan endeudada que la desesperación y falta de dignidad la tienen colapsada. Y como ella existen millones de chilenos que ya no resisten más.
Por eso hay carteles en las protestas que señalan: “cada nuevo jubilado de una AFP, es un nuevo mendigo”…y miles de carteles exigiendo ¡¡“NO MÁS AFP”!! Pero esta tragedia no la mencionan ni siquiera tangencialmente desde el gobierno ni en la clase política. El modelo no se toca.
En Chile existe una triste costumbre: siempre comparar con lo peor “podría ser peor”, para justificar que, comparado con lo malo, estamos muy bien.
Hay que cambiar ese paradigma, aunque no les convenga a los gobiernos de turno.
El parámetro son los países europeos. Noruega lidera el ranking de las pensiones en el mundo, con un promedio de 2.047 euros, o sea alrededor de $1 millón 800 mil. Y dentro de las más altas, de 2.666 euros, o sea $2 millones 350 mil. Sí… está leyendo bien. 2 millones 350 mil pesos. En Alemania la pensión promedio actual es de 1.124 euros, o sea casi un millón de pesos al mes Y la máxima es de 2.742 euros…2 millones 415 mil pesos. Si nos situamos en Francia la pensión media es de 1.086 euros, casi un millón de pesos, llegando a casi un millón doscientos mil pesos mensuales.
Y, de los países europeos, el que otorga una de las pensiones más bajas es España. Las mínimas son de 975 euros…$875.000. Y la media es de $1.077,5 euros, aproximadamente $950.000.
No nos sorprendamos. En esos países como en Suiza e Islandia, se respetan los derechos humanos mínimos, que se merece cada persona del planeta.
Las pensiones que parecen irreales, son las que le dan dignidad al ser humano. Les otorgan calidad de vida. Tienen acceso a salud de primera – la mayoría gratuita-, buena alimentación y les sobra para pasar sus últimos años de vida, con regocijo y felicidad, viajando por diferentes partes del mundo. Así como para recreación y cultura.
El “oasis”, el “milagro”, el “paraíso”, como calificaba a Chile el Presidente, hasta un poco antes de la revolución, estaba basado en el éxito rotundo del modelo socio económico neoliberal.
Si la tragedia que viven todos los chilenos jubilados, le tocara un poquito el corazón al Mandatario, no hubiese dudado en aumentar las pensiones básicas solidarias en un 400% más de las actuales – están a $110.000-, o sea una mínima de $500.000 líquidos mensuales.
No digamos que es la cifra ideal, ni menos que es un privilegio. Pero por lo menos nuestros adultos mayores gozarían de mínima mínima dignidad.