Urgen propuestas concretas. Es también prioritario crear las bases para un debate constitucional al interior de nuestras instituciones, un lugar de encuentro para analizar la Carta Fundamental. En este diálogo, las universidades deben estar disponibles a producir un encuentro, una expresión de ideas diversas y a buscar caminos de verdad. Con todo el respeto, pluralismo, diversidad y amor a la verdad, el bien y la belleza que deben caracterizar a nuestras universidades.
En las últimas semanas, hemos vivido la principal crisis institucional y social desde el retorno a la democracia. Desde hace ya más de cuarenta días un grupo significativo de la población se ha manifestado de manera pacífica, demostrando su legítima molestia por la desigualdad, el abuso, la precariedad de sus ingresos, las bajas pensiones, la falta de acceso a la salud y a los medicamentos, entre otras demandas. Son preocupaciones que afectan a la mayoría de las familias de nuestro país. Se ha presentado una nutrida agenda social a la que se sumó el crucial debate constitucional.
Por otra parte, un grupo minoritario de la población ha realizado múltiples actos de violencia y vandalismo que han destrozado propiedad pública y privada, afectando a nuestra población más vulnerable. El orden público ha sido seriamente afectado, creando caos y temor.
Así también ha quedado demostrado que Carabineros ha cometido actos de violaciones de los Derechos Humanos, lo que es inaceptable y debe ser investigado con rigurosidad. A esto se suma que han existido violentas e inaceptables agresiones a miembros de Carabineros y de la Policía de Investigaciones, que ponen en serio riesgo el orden público y la seguridad del país. En el momento actual es imprescindible condenar todo tipo de violencia, llamar a respetar a Carabineros y restablecer el orden público.
En la situación en que vivimos, debemos preguntarnos por el rol de las universidades en aportar a las vías de resolución del conflicto. Creo que se requiere un nuevo acuerdo país que considere algunos aspectos prioritarios que se han planteado desde el inicio del movimiento social.
Me parece que hoy debe ser un tiempo de diálogo, escucha activa y reflexión para conocer qué sentimos, lo que nos duele, lo que nos asusta y los miedos que tenemos. Debemos entender que el trabajo por la paz social y la resolución de los conflictos se debe canalizar por medio de las instituciones que la sociedad nos entrega. Así, es tiempo de escuchar y ponerse en el lugar del otro. La plataforma de diálogo respetuoso y fecundo de las universidades debe ser el denominador común de nuestro aporte.
Uno de los problemas más serios que nos afecta como país no es solo la desigualdad económica, es también la de tipo social, cultural y de respeto a la dignidad de las personas. El clasismo, la segregación, los abusos y las faltas de cuidado y respeto a diferentes grupos de nuestro país se han normalizado.
La falta de consideración a los pobres, a los adultos mayores, a las mujeres, a los migrantes, a nuestros pueblos originarios, y a una larga lista de miembros de nuestra comunidad nacional, hace que nuestra convivencia esté dañada y requiera de una especial dedicación y cuidado.
Al interior de la UC, en las Facultades, Escuelas, Institutos y Unidades, hemos trabajado de manera colectiva en el análisis y reflexión en torno a nuestra realidad país y universitaria. Esto, para poder avanzar en la comprensión de cuáles son las temáticas prioritarias, en la responsabilidad institucional y de cada uno en lo que ha ocurrido, en la construcción de nuevas realidades y en la elaboración de propuestas que colaboren en hacer frente a los problemas planteados. El diálogo entre diferentes generaciones, que es diverso y complementario, es un gran aporte a entregar por las universidades.
Este diálogo debe incluir a todos los sectores, es decir, al Gobierno, Parlamento, partidos políticos, trabajadores, sector productivo, universidades, gremios y sociedad civil. Es vital entender las causas de fondo de este malestar social, la desigualdad, los bajos salarios, la incertidumbre en temas de salud y pensiones. Son temas que se deben abordar de manera prioritaria.
Producto de este trabajo, urgen propuestas concretas. Es también prioritario crear las bases para un debate constitucional al interior de nuestras instituciones, un lugar de encuentro para analizar la Carta Fundamental. En este diálogo, las universidades deben estar disponibles a producir un encuentro, una expresión de ideas diversas y a buscar caminos de verdad. Con todo el respeto, pluralismo, diversidad y amor a la verdad, el bien y la belleza que deben caracterizar a nuestras universidades.
Avanzar hacia un nuevo acuerdo social, aprobar nuevas leyes que den mayores beneficios sociales a nuestra población más vulnerable y reflexionar sobre el tema constitucional son aspectos prioritarios en la situación que hoy vive nuestro país. Sin embargo, solo la paz y la justicia nos traerán un nuevo Chile, que se base en el respeto a la vida y a la dignidad de cada una de las personas.
Tenemos la gran oportunidad de poder resolver conflictos e inequidades que se han acumulado durante muchos años y que en este momento se unieron para producir este verdadero estallido social. El desarrollo sustentable de nuestro país está en juego. El aporte desde las universidades es crucial, no puede esperar, en bien de Chile y de su pueblo. Este es nuestro rol y desafío.