Sostengo que la gran mayoría de los chilenos –todavía sin expresarlo articuladamente– desea un país con capitalismo de mercado, pero más solidario, menos voraz, sin oligopolios o monopolios, a menos que estén severamente regulados y con elevados componentes de protección social. En otras palabras, los chilenos queremos mayoritariamente navegar en dirección al desarrollo del norte de Europa, Canadá o Nueva Zelanda, es decir, con diversos sabores de capitalismo socialdemocrático, dentro de los cuales tendremos que obligadamente desarrollar nuestra propia versión con sabor a vino carmenere –la única cepa nacional– y mote con huesillos.
(Aclaración previa: hacer propuestas para Chile en esta compleja situación no se puede reducir a una paginita de consignas. Este texto tiene seis páginas, y si siente que no tiene el tiempo o la paciencia, es preferible saltárselo. Creo que ha llegado la hora de las discusiones serenas y meditadas.)
¿Quedarnos en el barro de la mediocridad, o recuperar una visión de futuro y dar un salto para “salir jugando”? Chile está en un momento de gran incertidumbre para esta revolución socialdemócrata de la ciudadanía contra las élites políticas y económicas, que han generado nuestra profunda inequidad de ingresos y oportunidades, individualismo extremo y abusos varios, por los últimos 40 años. Mi amiga Evelyn Matthei está instalada en el pesimismo galopante, “ya nos fregamos” , dice. Espero refutarla con propuestas concretas y lo más documentadas posibles acerca de cómo dar el salto adelante.
Salvo en las mentes de los PC, de algunos FA, o de los aterrados JAKastistas y UDIólogos, esta NO es una revolución marxista, “chilezuélica”, o populistamente “argentínica”. El propio Presidente Piñera no parece concebir ni entender que, entre su creencia cuasi religiosa en el neoliberalismo extremo, y Chilezuela, puedan existir otros modelos posibles de desarrollo. No es de extrañar que un eje comunicacional clave de su campaña presidencial fue precisamente esta odiosa palabra.
Los chilenos creemos mayoritariamente en el esfuerzo individual como la principal manera de prosperar. Así lo muestran muchas encuestas. El estudio PNUD 2017 señaló que: “el alto valor del mérito y la importancia de las credenciales educativas en el progreso individual se contrastan con la relativa menor importancia de un principio de solidaridad en el discurso público”.
Sostengo que la gran mayoría de los chilenos, todavía sin expresarlo articuladamente, desean un país con capitalismo de mercado, pero más solidario, menos voraz, sin oligopolios o monopolios a menos que estén severamente regulados, y con elevados componentes de protección social. En otras palabras, los chilenos queremos mayoritariamente navegar en dirección al desarrollo del norte de Europa, Canadá, o Nueva Zelanda, es decir, con diversos sabores de capitalismo social democrático, dentro de los cuales tendremos que obligadamente desarrollar nuestra propia versión con sabor a vino Carmenere, la única cepa nacional, y mote con huesillos.
Eso es exactamente lo que los chilenos demandan al exigir – esta vez golpeando la mesa – mejor salud pública, mejores pensiones, educación pública gratuita y de calidad, mejores salarios, menos delincuencia física pero también menos delincuencia de cuello blanco, y autopistas sin peajes como en Suecia, aunque olvidan que la carga tributaria de aquel país es el doble que la nuestra. No estamos pidiendo la propiedad estatal de todos los medios de producción, pero a la vez, no queremos que algunos grandes monopolios u oligopolios sean dueños a perpetuidad de nuestros recursos naturales o del manejo de los fondos de las AFP, que en realidad son otro “recurso natural”. Tampoco queremos concentraciones aberrantes del ingreso y el capital en muy pocas manos.
Esta es la misma mayoría silenciosa que mira – miramos – con horror las insensatas violaciones de DDHH de los Carabineros, y también los incendios, saqueos y violencia desquiciada que se observa, a estas alturas con regularidad preocupante, en las calles de Santiago, con o sin manifestaciones, con o sin narcos en sus territorios “ocupados”.
Aclaremos que, a la vez, ésta también es la misma mayoría silenciosa que sigue apoyando o participando en las manifestaciones, huelgas o marchas pacíficas, hasta que a la elite “le caiga la chaucha” de que su modelito neoliberal extremo made in Chicago ya está agonizando aunque todavía se resista a morir. En la encuesta CADEM de la 1a semana de Diciembre, las mayores preocupaciones de la gente, con más de 60%, fueron:
Nada fácil lo que pide la gente: que sigan las movilizaciones, pero sin violencia de parte de manifestantes y policías, y al mismo tiempo tranquilizando a los pequeños, medianos y grandes empresarios de modo que retomen sus actividades y no caigamos en recesión.
De igual manera, más de la mitad de la gente vio como positivos, con más del 50% de opiniones, los siguientes anuncios:
Estos son pasos positivos, pero que están muy lejos de solucionar los problemas de la gente. Forman parte de la estrategia de La Moneda de ir de a poco dando un poco de “alpiste para el loro” en su esperanza de que la situación se descomprima gradualmente y esta pesadilla se les acabe. No quieren creer ni aceptar que van a tener que anunciar tarde o temprano un nuevo aumento gradual de los tributos para el pacto social, cosa que la mayoría de los propios empresarios están dispuestos a hacer. Eso sería para nuestro creyente Presidente Piñera el equivalente a atentar contra la Virgen de la Iglesia de San Milton Friedman, sacrilegio puro.
Hay otros datos muy relevantes para comprender la situación actual: la información de Fiscalía en cuanto a que, en los meses de Octubre y Noviembre, desde el inicio del estallido, la cifra de personas que pasaron por audiencias de control de detención y que acabaron siendo formalizados es de nada menos que 20.217, con 1.957 en prisión preventiva. Asimismo, se han abierto 2.670 investigaciones penales contra las fuerzas de seguridad por presuntas violaciones a los derechos humanos, entre las que se encuentran lesiones por armas de fuego, torturas, violencia sexual y la comisión de graves lesiones por el empleo de escopetas.
En suma, la Fiscalía ha estado más activa de lo que muchos creíamos, se ha detenido y formalizado a un gran número de violentistas – lo cual puede explicar en parte el importante descenso reciente de su actividad – y el desprestigio de Carabineros ya está completamente avalado, no solo por 4 informes internacionales, sino por el sistema chileno de persecución penal. Las instituciones a veces SI funcionan. Aplausos para los Fiscales, incluso cuando paran en seco a La Moneda en sus afirmaciones. El Fiscal venezolano ya estaría encarcelado por insubordinación a Maduro.
Entonces…
¿Qué hacer?
La situación actual es endemoniadamente compleja y peligrosa, tanto así que un escenario muy posible es que Chile, aun con nueva Constitución, inicie un proceso de deterioro progresivo por muchos años; de mediocridad rampante; con universidades capturadas por alumnos aun más mediocres pero hábiles operadores del asambleísmo; con decrecimiento económico sostenido; caída en la inversión y el empleo; deterioro urbano en las grandes ciudades; un deterioro aun más profundo del sistema político que incurriría en una propuesta populista tras otra; con el matonaje y la funa política como práctica cotidiana en el Congreso, las universidades y las redes sociales, y con “el que baila pasa” en las calles; con réplicas periódicas del terremoto de violencia urbana que estamos viviendo; y narcos que en esta pasada, si es que no lo planearon u organizaron al inicio, a lo menos se “subieron por el chorro” de los desmanes y podrían terminar adueñándose de cerca del 20% del territorio habitado, con su secuela de corrupción a niveles nunca vistos, de policías, fiscales, políticos, jueces, militares y empresarios que les colaboren por la fuerza del dinero o de las amenazas.
Si alguien cree que exagero, recuerde lo que significó para Colombia el narco máximo, Pablo Escobar Gaviria, o bien lo invito a darse una vuelta por México, donde ya quedan pocos territorios libres de esta pesadilla de violencia. No vamos a llegar nunca a ese nivel, por su cercanía con EEUU, el principal mercado, pero ya tenemos bandas internacionalizadas que importan, manufacturan y exportan cocaína y drogas sintéticas. Ya han caído un concejal de RN, un alcalde PS, y hay carabineros involucrados. El sueño dorado de los narcos es aliarse con alcaldes para lavar dinero. Ya se detuvieron además dos containers con armas ligeras en la primera quincena de octubre, justo antes del primer estallido. Curiosa coincidencia.
En suma, este escenario negativo se expresaría como una regresión a los peores rasgos de América Latina en materia de mediocridad, populismo, vaivenes económicos, violencia y delincuencia, una cruza entre lo peor de México, Venezuela y Argentina. Chimexargezuela. De nuestro sueño de algún día alcanzar el desarrollo, podríamos irnos olvidando, como afirma con certeza absoluta la alcaldesa de Providencia.
¿Está todo perdido? No! Aun hay patria ciudadanos, aunque la posible solución es muy multidimensional, compleja y difícil de lograr. Requerirá de sangre, sudor y lágrimas como dijo Mr. Winston C. En la jerga de políticas públicas, Chile está frente a un wicked problem, o problema maligno, en que interactúan múltiples causas, cada una con consecuencias que empeoran a otras de las causas en un círculo perversamente vicioso. La experiencia mundial es que para estos casos no hay bala de plata posible (la renuncia de Piñera, una nueva constitución, etc.) sino que es necesario un conjunto articulado de acciones en a lo menos ocho dimensiones:
Estas son las ocho propuestas, ni tan pobres pero muy honradas. Fiel a mis convicciones, en su conjunto caminan equilibradamente por el ancho y amarillo camino del medio. Con todo, cada una de ellas es de gran dificultad, y es la suma de ellas la necesaria para darle viabilidad y dar un salto adelante para nuestra amenazada nación. Ninguna es una bala de plata por separado. Si no son estas, entonces que alguien proponga otras mejores, pero llegó la hora de que comencemos a consensuar calmadamente algún camino ordenado de salida hacia adelante, no para el lado o peor aún, hacia atrás.
Esto también requiere disminuir la grave crispación y polarización nacional, alimentada por delirantes redes sociales, y que nuestros próceres políticos dejen de dar sus tristes espectáculos en el Congreso, funándose entre si, mirando a sus redes afines en su celular, comportándose como barras bravas. Comiencen por favor a discutir entre todos una salida seria y estructurada, y ojalá, se lo pido a San Expedito, que el Presidente Piñera atine de una vez por todas escuchando a sus Desbordes, Briones y Ossandones, y dándole un honroso retiro del segundo piso a Larroulet.
Veamos ahora el vaso medio lleno. Salir de esta crisis con un verdadero salto adelante, recuperando la paz e iniciando la navegación hacia el mundo socialdemocrático, sería un motivo de orgullo y prosperidad nacional de carácter histórico.