Tomando en cuenta la realidad informativa en la que vivimos, cuesta visualizar una solución concreta. Sin embargo, la hay. Según Alfons Cornella, “el problema y su solución comparten el mismo origen: la red. Internet nos satura de información pero al mismo tiempo nos proporciona las herramientas para no morir ‘infoxicados’”. El punto crítico está en comunicar más eficientemente.
El término infoxicación fue acuñado 1996 por el psicólogo inglés David Lewis, quien ya en esos años sentenciaba: “Knowledge is power, but information is not”. Luego, fue explicado por Alfons Cornella, quien entregó su significado actual.
¿Pero qué significa? Básicamente estamos hablando de una sobrecarga de información. Y es ahí la similitud con intoxicación. No se trata de evitar la información, es evidente que los seres humanos informados actuamos mejor, ¿pero qué sucede cuándo se produce una avalancha de datos, noticias, audios, videos, comentarios, spam, anuncios, correos, mailing en nuestro día a día? Peor aún, ¿qué sucede cuando el 50% de la información que recibimos en RRSS es acuñada como una fake news?
Ocurre que llega cierto punto de tal estímulo informativo, que somos incapaces de determinar lo real de lo falso, las certezas de lo incierto y vamos cayendo en una espiral de incertidumbre que, a fin de cuentas, genera un desgaste y un desequilibrio emocional tremendos, que además tienen manifestaciones físicas.
Si aterrizamos en el conflicto social que estalló en nuestro país, podemos ver cómo día a día, desde ese inolvidable 18 de octubre, hemos estado expuestos a cientos de miles de bytes de información, polarizados por uno u otro sector, llegando todos al mismo tiempo, cada uno de esos mensajes con fines diversos. Algunos expresaban opinión, otros eran informativos, otros desinformativos, algunos falsos, otras percepciones personales, rumores, que acrecentaban aún más el descontento social y la percepción de descontrol que estaba presente en el país.
Desde ahí que el análisis se hace necesario para poder determinar qué leemos, qué escuchamos, a qué hacemos caso. Actuar como propios filtros de lo que recibimos.
Más de alguno ha escuchado de un amigo o ha determinado por voluntad propia el prescindir de las redes sociales por un tiempo, no leer más noticias o simplemente eliminar de los time line todo lo que les hace daño.
Ahora, tomando en cuenta la realidad informativa en la que vivimos, cuesta visualizar una solución concreta, sin embargo, la hay. Según Alfons Cornella, “el problema y su solución comparten el mismo origen: la red. Internet nos satura de información pero al mismo tiempo nos proporciona las herramientas para no morir ‘infoxicados’”. El punto crítico está en comunicar más eficientemente.
Es entonces que la tarea recae no solo en los medios de comunicación, sino también en cada una de las personas que cuentan con un espacio en la red social global. Es el momento de ser más críticos con lo que vemos, leemos y compartimos. Tomar conciencia de la masificación que tienen las palabras es fundamental para poder manejar este proceso y no tener que acudir a desintoxicaciones masivas de información.
Resulta tan evidente, que estamos ante una temática mundial, que marcas tan importantes como Ikea o Windows Phone, han motivado sus campañas en pro de la desconexión, en pro del relacionamiento real o lo que se podría llamar como una “cura informativa”
Te invitamos a verlas:
Windows Phone:
Ikea: