Nos guste o no, la televisión y el encierro se potencian, hacen de los programas televisivos verdaderos agentes socializadores. Es por ello, que junto con pensar una nueva dinámica familiar para los tiempos del COVID-19, debemos pensar una televisión para los tiempos de esta pandemia. No solo necesitamos cadenas nacionales, sino también verdaderas franjas culturales.
El rol de los medios de comunicación y en especial el de la televisión, siempre ha sido motivo de debate. Para algunos la comunicación audiovisual es una mercancía, cuya parrilla programática la debe regular el mercado y para otros, debiera ser un espacio educativo, formativo para la gente, que ponga los intereses ciudadanos por sobre la relación de la oferta y la demanda.
Con todo, una cosa es segura, los medios masivos de comunicación son formadores del sentido común de la ciudadanía, tienen una función ideológica y educadora que nunca es neutral y, por supuesto, orientan la conducta, los pensamientos y los deseos de las personas.
En Chile, según la encuesta 2019 del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), cada persona ve en promedio 3,31 horas de televisión al día y, fundamentalmente, consume señales abiertas. Dicha encuesta, rebeló además una situación particular con respecto al consumo televisivo de niños y niñas: ellos ven un promedio de 57 minutos de televisión al día y la mayor parte (25,9%) prefiere el consumo de teleseries, seguido de programas informativos y “misceláneos”.
[cita tipo=»destaque»]Hoy los niños y las niñas de Chile son consumidores potenciales de programas que no están pensados para ellos, porque en una situación habitual estarían en el colegio. De ahí que creo necesario que como país tomemos cartas en el asunto. Presentaremos un proyecto de ley, para potenciar la televisión que hoy necesita el país, con programas infantiles, formativos e informativos, que entreguen los valores que Chile quiere transmitir, en un formato adecuado.[/cita]
Una cuestión que debe llamarnos la atención, pues ninguno de esos contenidos es producido específicamente para ellos y otros, directamente, son producidos con un enfoque para adultos.
Analizar este fenómeno cobra especial relevancia hoy, en momento en que nuestro país y el mundo se ven asediados por la amenaza del COVID-19 y que para evitar contagios, se han dispuesto medidas de aislamiento social, tales como la suspensión de clases y las cuarentenas, lo que provoca que los niños y niñas pasen mucho más tiempo frente a la pantalla. Esto sucede sobre todo si se piensa en los hijos de las familias trabajadoras, muchas veces monoparentales o en las que ambos padres deben trabajar y por lo tanto, dejar a los niños solos en casa, sin mucha orientación.
Nos guste o no, la televisión y el encierro se potencian, hacen de los programas televisivos verdaderos agentes socializadores. Es por ello, que junto con pensar una nueva dinámica familiar para los tiempos del COVID-19, debemos pensar una televisión para los tiempos de esta pandemia. No solo necesitamos cadenas nacionales, sino también verdaderas franjas culturales.
¿Qué tipo de programación es la que Chile le entregará a su infancia, relegada por exigencias sanitarias, a sus hogares? Sabemos que la parrilla programática para tiempos comunes está pensada para los públicos que tienen
acceso al consumo televisivo en determinados horarios. Con los niños y niñas en casa, necesitamos una televisión formativa, en materia de cuidados de salud, física, psicológica y familiar, así como una televisión instructiva.
Se ha dicho que para los adultos es teletrabajo y no vacaciones, pues para los niños y niñas, estar en la casa en tiempos de pandemia, tampoco pueden ser vacaciones, menos ahora que vienen tiempos difíciles y, tendremos que echar mano a todo nuestro cariño y a todo nuestro talento para salir adelante.
Hoy los niños y las niñas de Chile son consumidores potenciales de programas que no están pensados para ellos, porque en una situación habitual estarían en el colegio. De ahí que creo necesario que como país tomemos cartas
en el asunto. Presentaremos un proyecto de ley, para potenciar la televisión que hoy necesita el país, con programas infantiles, formativos e informativos, que entreguen los valores que Chile quiere transmitir, en un formato adecuado.
Ante el COVID-19, los niños y niñas también deben estar primeros, incluso para la televisión.