En círculos de la derecha se comentó, durante estos días, que fue la presión constante durante las últimas semanas de un sector del mundo empresarial, aglutinado bajo las banderas de la opción del «Rechazo» a una nueva Constitución, lo que habría llevado al Presidente Piñera a verse obligado a hacer un guiño a dicho sector. Una vez más, desde Chile Vamos se acusó «desprolijidad” política en la estrategia presidencial, por el mal momento en que se planteó el tema y porque, como efecto colateral, generó algo que parecía imposible hace solo una semana: unir a la oposición desde el Frente Amplio hasta la DC.
Una reciente aparición del Presidente Sebastián Piñera generó nuevamente polémica en el seno del Gobierno, un nuevo flanco de tensión interna en el oficialismo. Es que las palabras del Mandatario el domingo en la noche, al relativizar la realización del plebiscito constitucional del 25 de octubre, esgrimiendo el factor de la crisis económica, no solo «despertaron» transversalmente a la oposición, sino que también complicaron las cosas puertas adentro en La Moneda y Chile Vamos.
Una vez más desde Chile Vamos se acusó «desprolijidad” política en la estrategia presidencial, no solo por el mal momento en que se planteó el tema, sino que además porque como, efecto colateral, generó algo que parecía imposible hace solo una semana: unir a la oposición desde el Frente Amplio hasta la DC, quienes sacaron una dura declaración recalcando la «incoherencia» del Gobierno.
En círculos de la derecha se comentó estos días que fue la presión constante durante las últimas semanas de un sector del mundo empresarial, aglutinado bajo las banderas de la opción del «Rechazo» a una nueva Constitución, lo que habría llevado al Presidente Piñera a verse obligado a hacer un guiño a dicho sector. «Se postergó para octubre, pero yo pienso, y estamos especulando, que quizás la recesión económica va a ser tan grande, va a poner tantos desafíos a todos los países, incluido Chile, que este es un tema que quizás se va a volver a discutir (…). Las prioridades han cambiado, estamos preocupados de dos cosas centrales: cómo enfrentar y proteger la salud de los chilenos por el coronavirus y cómo proteger los trabajos e ingresos de las familias», dijo el Jefe de Estado durante una entrevista el domingo a CNN en Español.
Para el académico de la USACH, René Jara, “la dilación del calendario del plebiscito es percibida como una señal por los partidarios del «Rechazo», pero también sugiere una voluntad del Gobierno por tomar el control de la agenda, cuestión que había extraviado durante un largo tiempo”.
Para nadie es un misterio la compleja situación económica que se está generando producto de la crisis sanitaria del coronavirus, lo que dio la excusa perfecta para que los sectores políticos ligados al «Rechazo» vieran la oportunidad de hacer tambalear un plebiscito del cual nunca han estado convencidos. Así, en el oficialismo aseguraron que, desde que se conocieron las primeras advertencias de la recesión que se avecina, se comenzó a gestar una silenciosa campaña del sector más duro y conservador de la derecha para suspender o, al menos, aplazar el proceso constituyente y que esta guarda directa relación con las palabras del Presidente el domingo en la noche.
[cita tipo=»destaque»]Desde La Moneda señalaron que importantes empresarios le han planteado explícitamente al Presidente Piñera que sumar a un proceso de crisis económica un escenario de cambio constitucional es “delicado”. Parte de los argumentos que habrían sido expuestos apuntaron a que la «nueva normalidad» se pueda ver aún más afectada y que los capitales extranjeros podrían no solo bajar, sino que ni siquiera llegar. Otras fuentes de Palacio señalaron que quien fue la voz de dicha «preocupación» fue el influyente y poderoso jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, quien logró poner el tema sobre la mesa del Mandatario.[/cita]
Explicaron que fue en varios círculos de carácter empresarial y político vinculados al «Rechazo» donde el factor económico se comenzó a instalar, de manera informal, como una razón de peso para no realizar el plebiscito en octubre. Desde hace unas semanas que en los pasillos de los partidos de Chile Vamos han circulado argumentos como el costo de 30 mil millones de pesos que implica la consulta, que las prioridades gubernamentales deberían estar en la crisis sanitaria y económica, como también se reflotó el viejo fantasma de la incertidumbre que genera al país un proceso constituyente de dos años que se inicia con la votación del 25 de octubre.
En ese contexto, el viernes 24 de abril se hizo público que durante un foro del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), Andrés Chadwick, planteó la necesidad de tener «Plan B» por si no se hace el plebiscito. Dos días después, el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, también relativizó la elección de octubre y, esa misma noche, el Presidente Piñera puso sobre la mesa el argumento económico en su entrevista con CNN en Español, que había sido grabada el 21 de abril. La guinda de la torta, el lunes en la mañana se difundió un resultado de la encuesta Cadem –ligada a La Moneda– que arrojó, casualmente, que el 50% de los consultados cree que el plebiscito debe ser postergado.
En la derecha no pocos consideraron que la seguidilla de hechos no eran gratuitos. En entrevista con Vía X, la diputada Ximena Ossandón (RN), dijo con todas sus letras que “al parecer está todo orquestado para que el plebiscito no funcione (…). Yo no creo que esto sea algo casual”. Agregó que “primero Blumel habla de postergación, después Piñera apunta a la crisis económica y en paralelo salen cartas en diario y hasta encuestas preguntando por eso”.
Desde La Moneda señalaron que importantes empresarios le han planteado explícitamente al Presidente Piñera que sumar a un proceso de crisis económica un escenario de cambio constitucional es “delicado”. Parte de los argumentos que habrían sido expuestos apuntaron a que la «nueva normalidad» se pueda ver aún más afectada y que los capitales extranjeros podrían no solo bajar, sino que ni siquiera llegar. Otras fuentes de Palacio señalaron que quien fue la voz de dicha «preocupación» fue el influyente y poderoso jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, quien logró poner el tema sobre la mesa del Mandatario.
Algo que la diputada Ossandón también destacó: «Que me perdonen si estoy siendo injusta, pero creo que acá nuevamente está la mano del segundo piso y de Cristián Larroulet (…). yo he visto cómo La Moneda giró en esto, estaba muy pro plebiscito y ahora no quiere el plebiscito. Pienso en La Moneda y pienso en Cristián Larroulet. Hay un sector de derecha más extremo que nunca ha querido el plebiscito».
En Palacio explicaron que el factor económico a la hora de tomar cualquier decisión “es un bicho que siempre ha picado al Presidente” y que ese es un elemento que su «orejero» Larroulet, no solo comparte, sino que también lo pone en el primer lugar de las prioridades en las discusiones gubernamentales.
El intento desde el Ejecutivo por relativizar la realización del plebiscito no encontró muchos adeptos fuera del ala dura de la derecha. El académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, develó la poca sustancia de la idea de superponer razones económicas a dicha elección: “El plebiscito de 1988 se hizo en un país con más del 40% de pobres. Las elecciones de 1999 se organizaron en medio de la crisis asiática, y las de 2009 en el marco de la crisis subprime. No hay razón económica que impida una elección”, sentenció a través de sus redes sociales.
A través de una carta al director en El Mercurio, el Premio Nacional de Humanidades y académico de la Universidad de Valparaíso, Agustín Squella, cuestionó a quienes pretenden seguir poniendo trabas y dijo que “el proceso constitucional ya iniciado no podrá ser ganado por secretaría por quienes se oponen a él o lo consintieron solo labios afuera. Ganarlo por secretaría, digo, o sea, por coronavirus”.
El director de la Escuela de Publicidad de la UDP, Cristián Leporati, explicó que el hecho de que siempre se le cuestionen sus verdaderas intenciones a Piñera estaría relacionado directamente “con la falta de convicción en el discurso político». Agregó que “el Gobierno sigue sin entender que su historia no comienza en marzo del 2020, que ya hay una historia anterior y que, por lo mismo, mientras no entiendan eso, creen que con simplemente abordar bien o muy bien o regular la pandemia, van a borrar lo anterior. Eso incide cuando el Presidente o Blumel asocian el discurso a un posible cambio de fecha, las personas sienten que se las está engañando y que el discurso oficial no es de convicciones”.
En la interna de Chile Vamos no cayeron nada de bien las palabras del Presidente Piñera el domingo, porque con ellas revolvió una vez más las aguas internas de la derecha, otra vez se dividieron entre los que están por el «Apruebo» y los alineados con el «Rechazo», una friccionada batalla que en el oficialismo habían logrado esconder bajo la alfombra desde marzo gracias a la crisis sanitaria del coronavirus.
En la coalición oficialista recordaron que, previo a la pandemia, el nivel de virulencia con el que se estaba conviviendo en la coalición hacía insostenible poder darle una mayor gobernanza a la administración piñerista y episodios como el de esta semana sacan precisamente aquello a flote.
La UDI aprovechó la señal que entregó el Presidente Piñera para ir un paso más allá y apostar por una eventual suspensión del plebiscito. Los argumentos que pusieron sobre la mesa fueron el costo de la realización, como lo dijo su timonel Jacqueline Van Rysselberghe, y que las prioridades deben estar en la recuperación económica del país, la que estaría en desmedro con un escenario de incertidumbre constitucional.
Un discurso que comparten sectores de Renovación Nacional ligados a la opción del «Rechazo» y sacó ronchas entre quienes insisten, en la derecha, en que el estallido tiene que ser visto como la consecuencia de una realidad nacional y no como un foco delictual. Las aguas no solo se revolvieron en la coalición, sino también en círculos gubernamentales y cercanos al trabajo con el Presidente, en los que reconocieron no estar de acuerdo con cambiar las reglas del juego ya acordadas y, menos, usando el factor económico como argumento.
Para la jefa de carrera de Ciencia Política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Claudia Heiss, las palabras del Presidente fueron irresponsables políticamente, pues “el sistema político es muy frágil, tiene un gran descrédito de la ciudadanía, el sistema político logró ponerse de acuerdo en una salida institucional al estallido. Se firmó el acuerdo del 15 de noviembre, se logró hacer la reforma constitucional, entonces, ese acuerdo el Gobierno debiera cuidarlo, porque es lo que nos da la opción de tener una salida institucional al conflicto social, si no lo único que va a pasar es que se va a agudizar el conflicto social».
El Presidente Piñera se reunió con dirigentes de Chile Vamos y trató de ordenar y alinear las huestes oficialistas y, por lo mismo, desde ayer en la derecha se comenzó a acuñar el discurso respecto a que solo razones sanitarias podrían postergar el plebiscito, pero que eso es algo que no corresponde discutirlo antes de julio. No por nada, salió el ministro Blumel a afirmar que el itinerario electoral está vigente, dando así por cerrada una discusión que La Moneda inició equivocadamente en el peor momento.