Tanto entusiasmo por minar la credibilidad de la presidenta del Colmed debe tener algún financiamiento o, al menos, un centro rector que haya decidido ir sobre su creciente popularidad. En la última encuesta Criteria, apareció como presidenciable, y en todos los otros instrumentos de medición el Colegio Médico aparece bien evaluado en su desempeño en esta crisis. La pregunta es si dicha estrategia –porque está fuera de toda duda que se trata de una campaña– pueda tener éxito.
Todas las semanas aparece en redes sociales –por parte de trolls– alguna nueva revelación sobre Izkia Siches, actual presidenta del Colegio Médico (Colmed). Ya dijeron que era comunista, en una especie de «macartismo» digital, o que es del Frente Amplio, pese a que la dirigenta gremial es independiente. Otros activistas digitales se especializan en dar vuelta al revés y al derecho cuanta frase haya dicho la doctora en sus múltiples entrevistas. Hay un alto interés en destacar si desprestigió a su Colegio, a la profesión médica o si alguna vez puso like en un tuit de traficantes de pandas.
Tanto entusiasmo por minar la credibilidad de la doctora debe tener algún financiamiento o, al menos, un centro rector que haya decidido ir sobre su creciente popularidad. En la última encuesta Criteria, apareció como presidenciable, y en todos los otros instrumentos de medición el Colegio Médico aparece bien evaluado en su desempeño en esta crisis.
En contraste, el Ministerio de Salud y el Congreso, pese a todos los esfuerzos, no logran subir su nota. La televisión, que otorga poco espacio a las figuras de la oposición, le ha dado tribuna predilecta a la doctora Siches, quien, por su cercanía, sensibilidad y facilidad para explicar los asuntos complejos de salud, ha ganado en confianza y respeto. En contraste, la vieja oposición es solo representada por un exministro de varios gobiernos, propenso a las frases altisonantes y de pocas propuestas concretas.
[cita tipo=»destaque»]Es probable, entonces, que el síndrome del temor a Izkia que recorre a ciertos círculos de la derecha, haya hecho a algún entusiasta financista ocupar estrategias similares. No ha resultado muy útil, la opinión pública sigue valorando que llamó a los manifestantes a abandonar las protestas, solucionándole al Gobierno el problema de orden público. Más aún, tanto esfuerzo por desprestigiarla ha terminado convirtiéndola en figura más allá de su rol gremial.[/cita]
Por tanto, algunos pueden pensar que la doctora Siches puede convertirse en una figura con proyecciones presidenciales. Ha sido declarado así por la diputada Pamela Jiles y, por ello, es necesario hurgar en su vida para que ejércitos de trolls busquen desprestigiarla en el espacio digital. La pregunta es si dicha estrategia –porque está fuera de toda duda que se trata de una campaña– pueda tener éxito.
En el último tiempo hay evidencia suficiente de campañas digitales que han resultado. La intervención en la campaña Trump-Clinton, donde ejércitos de trolls atacaron a la exsecretaria de Estado y difundieron información selecta de su agenda, es un caso de estudio. También en la misma campaña, está el rol que le tocó a Cambridge Analytica al hacer ejercicios de big data sobre comportamientos de usuarios en Facebook y, con ello, dirigir la propaganda electoral del hoy presidente Trump.
En Chile, en la elección pasada, el escritor Roberto Ampuero publicó como verdad un supuesto tuit de apoyo de Nicolás Maduro al candidato Alejandro Guillier. Ese hecho, que no fue desmentido a tiempo, dio inicio a la estrategia denominada «Chilezuela», donde se buscaba crear un estado de opinión sobre un probable colapso del sistema democrático chileno si triunfaba el senador por Antofagasta. Aunque no ha habido evidencia cierta, la sospecha respecto a que el empujón del excanciller Ampuero ayudó a la victoria de Piñera, quedó ahí dando vueltas.
Otro caso famoso es el mito de los haitianos y la inmigración ilegal. El diseño hecho con objetivos electorales, se ocupa cada cierto tiempo para desprestigiar al excanciller Heraldo Muñoz, una de las pocas figuras de la oposición que tiene una alta valoración. La revisión de los trolls, que explotan en tiempo limitado y de manera coordinada, muestra también que se trata de campañas organizadas.
Es probable, entonces, que el síndrome del temor a Izkia que recorre a ciertos círculos de la derecha, haya hecho a algún entusiasta financista ocupar estrategias similares. No ha resultado muy útil, la opinión pública sigue valorando que llamó a los manifestantes a abandonar las protestas, solucionándole al Gobierno el problema de orden público. Más aún, tanto esfuerzo por desprestigiarla ha terminado convirtiéndola en figura más allá de su rol gremial.
Punto aparte es el rol de la doctora Siches y una supuesta proyección política. El peor de los errores es tratar de construir una candidatura en medio de la pandemia, como a algunos sectores de izquierda les gustaría hacer con la presidenta del Colegio Médico. Los intentos de aprovechamiento pueden ser el fin de cualquier carrera política.