El panorama es complejo. Los contagios se mantienen sobre los 4 mil diarios, a pesar de las semanas de confinamiento, y la capacidad hospitalaria está al límite, con un 95% de ocupación de camas UCI. No solo eso, ayer el ministro Mañalich dijo que lo peor aún está por venir y que «el mes de junio es –probablemente– el más duro de la lucha contra la enfermedad”. En la comunidad médica y científica ya se considera evidente el fracaso de las cuarentenas dinámicas y el testeo masivo, que la pelea en la región se “está perdiendo por goleada” y el error de la autoridad radica en las decisiones que tomó el Gobierno desde la segunda quincena de abril.
Han pasado 100 días desde que la pandemia de COVID-19 llegó a Chile y el sector urbano de la Región Metropolitana está a punto de cumplir un mes en una compleja cuarentena, lo que ha puesto en el centro de las críticas al Gobierno y la estrategia que ha llevado adelante el ministro de Salud, Jaime Mañalich, para enfrentar la crisis sanitaria. Es que, a pesar del largo periodo de confinamiento, las cifras no han bajado y el Gran Santiago sigue concentrando más del 80% del total de casos de coronavirus en el país, con el mayor número de fallecidos.
El panorama es complejo. Los contagios se mantienen sobre los 4 mil diarios, la propagación del virus ha llevado a que, a partir de hoy, se sumen a la cuarentena total las comunas del área rural de la Región Metropolitana que fueron excluidas en la decisión del 13 de mayo, y la capacidad hospitalaria está al límite, con un 95% de ocupación de camas UCI. No solo eso, ayer el ministro Mañalich dijo que lo peor aún está por venir y que “el mes de junio es –probablemente– el más duro de la lucha contra la enfermedad”.
Al interior de la comunidad médica y científica ya se considera evidente que la estrategia de cuarentenas dinámicas y testeo masivo, impulsada por Mañalich, fracasó y que se “está perdiendo por goleada”, especialmente en la Región Metropolitana. Por eso, advierten que la denominada “Batalla por Santiago” –como la calificó el ministro de Salud el 3 de mayo– podría estar perdida si no se refuerza el giro que tomó la semana pasada, de entregar a la Atención Primaria de Salud la responsabilidad de trazar los contactos de los casos positivos de COVID-19, además de ampliar la red de residencias sanitarias para los contagiados. Es sí, hay quienes señalaron que uno de los principales problemas que ha tenido la autoridad para enfrentar la pandemia es la falta de confianza en el Gobierno y la poca credibilidad que tendría el jefe del Minsal.
“El problema es que desgraciadamente nosotros, como país, hicimos mucho énfasis en la detección y eso ha funcionado muy bien, pero tuvimos menos fuerza en la trazabilidad, que significa identificar a la persona enferma, aislarla y a sus contactos sospechosos. Eso falló y permitió que mucha gente que tuviera el virus lo siguiera diseminando. En la Región Metropolitana el 14% de la gente salía igual aunque estuviese enferma, allí hubo un error”, señaló en Chilevisión el miembro de la Mesa Social COVID-19, doctor Enrique Paris.
[cita tipo=»destaque»]Según los especialistas, el poco respeto a la cuarentena se debe a la desigualdad y la pobreza, que se han agudizado con la pandemia. En mayo se vivieron varias protestas en el sector sur de la capital, los vecinos demandaban mayor ayuda del Estado, lo que se tradujo en el anuncio de la entrega de 2,5 millones de cajas de alimentos, que ha tenido serios problemas de abastecimiento y distribución, al punto que varios municipios han visto reducida la cantidad comprometida por el Gobierno. Por eso se explica que –de acuerdo a un informe de la Escuela de Salud Pública de la U. Chile y el Colegio Médico– en “las comunas de ingresos altos” se disminuyeron en un 33,2% más las salidas a trabajar que las comunas vulnerables y precarias.[/cita]
Para el salubrista y miembro de Fundación Creando Salud, Matías Goyenechea, la situación en la RM «ya está descontrolada” y las malas cifras “son producto de malas decisiones para abordar el COVID-19, de una estrategia errada que básicamente se centró en la mantención de la apertura de la economía, por sobre la necesidad sanitaria y la salud de la población. En ese sentido, se buscó mitigar y no suprimir la pandemia”. Agregó que «los énfasis de la política sanitaria han estado puestos en lo hospitalario, en lo curativo, en los ventiladores, en las camas y no –desde un primer momento– en la identificación de los casos, trazabilidad, seguimiento y aislamiento, ese énfasis no llegó a tiempo (…). Estamos frente a un fracaso rotundo”.
A juicio del médico y máster en Salud Pública del Imperial College, Juan Carlos Said, los cambios en la estrategia del Gobierno han “llegado tarde” y a goteo: “Llevamos 4 semanas de cuarentena y no hay un descenso de los casos, crecen a una menor tasa, pero siguen creciendo”. Enfatizó que Mañalich no ha cambiado completamente la estrategia de las cuarentenas dinámicas y que mantener –hasta ahora– a comunas como Melipilla y Pirque fuera de la cuarentena, «fue un intento de decir que su estrategia también funcionaba”.
Para la comunidad médica, el fracaso de la estrategia original del Minsal está centrada en las decisiones que el Gobierno tomó desde la segunda quincena de abril. A partir de esa fecha, se empezó a deslizar que para las autoridades del Ministerio de Salud lo mejor era la inmunidad de rebaño –expresada en el discurso de la «nueva normalidad» y que, dicho sea de paso, ya había fracasado en Reino Unido–, a lo que se sumó el anuncio del carné COVID-19, así como la flexibilidad de las cuarentena dinámicas que dividieron por la mitad a comunas como Puente Alto y Santiago Centro.
En ese mismo período, también se impulsó el «retorno seguro» de los trabajadores del sector público y la reapertura de centros comerciales, transmitidas en vivo por TV con el alcalde Joaquín Lavín en primer plano, todo con el discurso de fondo respecto a que había dos pandemias, la del coronavirus y “la económica”, que afectaría duramente al país. El problema, sentenció el doctor Said, es que “diez días antes de que se decretara la cuarentena en mayo (a fines de abril) empezó un incremento de la positividad en la RM. Allí el Gobierno llegó muy tarde y le costó asumir que la estrategia no había resultado”.
El fracaso de esta estrategia trazada por Mañalich queda en evidencia en varios aspectos y uno fundamental es que la gente en la RM no respeta la cuarentena. El último informe de movilidad de la Fundación Ciencia & Vida y el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la UV, estableció que la gran mayoría de las comunas de la región presenta una movilidad superior al 40%, que hay casos alarmantes, como San Ramón, que tiene un 93% de movilidad, o Puente Alto, que supera el 80%. Cifras pésimas –ya que lo ideal es que los confinamientos rebajen la movilidad a un 30%– y que ya llegaron al escritorio del ministro de Salud.
Según los especialistas, el poco respeto a la cuarentena se debe a la desigualdad y la pobreza, que se han agudizado con la pandemia. En mayo se vivieron varias protestas en el sector sur de la capital, los vecinos demandaban mayor ayuda del Estado, lo que se tradujo en el anuncio de la entrega de 2,5 millones de cajas de alimentos, que ha tenido serios problemas de abastecimiento y distribución, al punto que varios municipios han visto reducida la cantidad comprometida por el Gobierno. Por eso se explica que –de acuerdo a un informe de la Escuela de Salud Pública de la U. Chile y el Colegio Médico– en “las comunas de ingresos altos” se disminuyeron en un 33,2% más las salidas a trabajar que las comunas vulnerables y precarias.
La positividad diaria (cantidad de casos positivos por número de test informados) es otro de los indicadores para determinar si el efecto de la cuarentena está funcionando. A principios de junio, el Minsal dejó de publicar los datos que permitían calcular la positividad por región, pero este miércoles 10 de junio retomó su entrega. Para ese día, la positividad en la RM se disparó a un 59,3%, ayer fue de 35,8%, y al menos 1 de cada 3 personas testeadas resultó positiva para coronavirus. “Según los expertos, la tasa de positividad debe estar bajo 5% para considerar que la pandemia está controlada”, precisó Espacio Público en su último informe.
Estos no son los únicos indicadores claves a la hora de analizar los errores en la «Batalla por Santiago». Otro elemento fundamental ha sido la falta de confianza en las cifras oficiales que diariamente entrega el Ministerio de Salud y sus constantes cambios de metodología para contar los casos activos de coronavirus y los fallecidos.
El informe Epidemiológico del 8 de junio determinó que –hasta esa fecha– la Región Metropolitana contaba con 17.988 casos activos, una cifra “engañosa” en opinión de los especialistas, pues, debido al cambio metodológico para contabilizarlos desde el inicio de los síntomas y no desde la entrega del resultado PCR, el número entregado por Mañalich está subdimensionado.
Según Espacio Público, la cantidad de “casos activos ignorados” en los informes del Minsal para abril bordeaba el 9%, porcentaje que para principios de junio subió a un 38%, lo que se explicaría por el aumento en la demora de la entrega de resultados. En abril, una persona demoraba –en promedio– 4 días en recibir el resultado de su test PCR, en junio el retraso llega a los 9 días, “un 20% espera más de dos semanas para tener un resultado positivo”, dijo el doctor Carlos Said. Esto quiere decir que, si una persona tarda más de 3 días en ir al médico, desde el inicio de sus síntomas, nunca estará en las cifras de casos activos del Minsal.
Ricardo Baeza-Yates, director de Ciencia de Datos de Northeastern University, explicó que el subreporte de casos activos genera una falsa seguridad en las personas: “Si la gente ve que hay 25 mil activos, dice ‘bueno, cuál es la probabilidad que me encuentre con una de ellas’. La gente sale porque el Gobierno me está diciendo que hay poca gente activa, por lo tanto, no es tan peligroso. El mensaje comunicacional debe ser ‘tómense esto en serio y quédense en la casa’, pero si hasta el Ministerio de Salud te dijo que podrías salir a tomar un café con alguien, el mensaje es que básicamente no pasa nada. Para mí, el gran problema es la estrategia comunicacional”.
Baeza-Yates agregó que, actualmente, de cada 5 test, 3 resultan positivos, por lo tanto, en el país se deberían «hacer 100 mil test, pero Chile no tiene la capacidad. Mientras más enfermos hay, es más difícil trazar. De hecho, ahora no se puede, Chile perdió esa batalla en Santiago, pero sí se puede en regiones. La mayoría de los test se deberían tomar en regiones, en Santiago se necesitan otras medidas”.
Al subreporte de casos activos y las complicaciones con los números de fallecidos, se suma el colapso hospitalario evidenciado en el Hospital San José de la RM. El último informe de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) estableció que el 95% de las camas UCI de la región se encuentra ocupado. La zona Sur está casi en su tope con un 99% de ocupación, la zona Sur Oriente llega a un 98%, Occidente a un 97% y la Norte a un 96% de su capacidad. La zona Centro de la capital es la menos saturada, con un 89%.
El 25 de mayo, el Servicio Metropolitano Sur registró el copamiento al 100% de su capacidad de camas UCI y desde esa fecha no ha bajado del 97%. Desde el 20 de junio, el Servicio Metropolitano Sur Oriente pasó casi una semana completa con su capacidad al 100%, salvo el 28 de mayo, que registró un 99% de ocupación. A pesar de estas cifras, fuentes desde la Subsecretaría de Redes Asistenciales afirmaron que “no hay un colapso del sistema hospitalario en la Región Metropolitana” y destacaron que “evidentemente hay mayor demanda y seguirá aumentando”, pero que la implementación de “nuevas camas UCI y la capacidad de trasladar a pacientes críticos ha salvado vidas”.
Al interior del mundo hospitalario tienen una opinión distinta y aseguraron que ha habido “diversos indicios del colapso en Santiago”. Uno de estos son los pacientes en ventilación mecánica (VMI) hospitalizados fuera de las Unidades de Pacientes Críticos (UPC) de adultos, las que han sido habilitadas ante la ocupación crítica de las unidades convencionales y, según el informe de Sochimi, corresponden a “unidades de urgencias, pabellones y unidades pediátricas”. Esa cifra se ha cuadruplicado en menos de un mes en la Región Metropolitana.
El 18 de mayo, Sochimi informó que se registraban 88 pacientes con VMI fuera de unidades críticas en los centros hospitalarios de la RM, para el 10 de junio –con más de tres semanas en cuarentena para el Gran Santiago– la cantidad de pacientes con ventilación mecánica fuera de las UPC llegó a las 334 personas. Una cifra que se suma a la de pacientes con COVID-19 o sospechosos de tener la enfermedad, que han fallecido en las unidades de urgencia. Según publicó La Tercera, entre el 21 de mayo y el 1 de junio, la SOCHIMI informó el fallecimiento de 204 personas en los servicios de urgencia, con coronavirus o sospechosa de tenerlo.
En el centro de todas las críticas está el ministro Mañalich. Al interior del oficialismo señalaron que, pese a que el Presidente le dio un espaldarazo al mantenerlo en su cargo, en la derecha hay conciencia de que los errores que ha cometido «se pagarán caro cuando el coronavirus pase”.
Es que la inminencia de una acusación constitucional contra el jefe del Minsal ha sido una constante conversación de pasillo en el Congreso, principalmente entre las bancadas de la oposición. Lo único que podría “salvarlo” sería que Mañalich diera “voluntariamente un paso al costado», aunque no hay luces por ahora respecto a que eso ocurra.
Durante la última semana han surgido distintas iniciativas para dotar de mayor confianza y representatividad la vocería del Gobierno frente a la pandemia. Se ha hablado de un ente fiscalizador de las cifras que entrega el Minsal, principalmente de los fallecidos, que tienen en una espiral de críticas al ministro, ya que a pesar de haber optado por tomar como base de datos al Registro Civil, prefirió no incorporar la recomendación de la OMS y dejar fuera de las cifras oficiales a los fallecidos sospechosas de COVID-19, pero que no tuvieran un PCR positivo.
La fórmula de anunciar los fallecidos cambió, por lo tanto, ya no se ingresa una cifra total de nuevos fallecidos del día anterior, sino que un total desagregado en el tiempo, lo que aumentó el descrédito y críticas hacia la figura del ministro.
En el mundo científico y Espacio Público han propuesto una fórmula para salvaguardar la fe pública en medio de la pandemia: que los datos sean procesados y visados por universidades u otro organismo autónomo. Además, el Colegio Médico propuso que se abriera un espacio con mayor peso político que la Mesa Social, ya que el Gobierno no estaría asistiendo a dicha instancia, propuestas que –según Mañalich– no están en discusión por el momento.
Igual se estaría barajando una nueva fórmula para respaldar los datos, ya que la idea de poner esta semana al ministro de Ciencia, Andrés Couve, en las vocerías, “no dio ningún resultado”, reconocieron desde el oficialismo.