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Paris en campo minado PAÍS Crédito: Agencia Uno

Paris en campo minado

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El nuevo jefe del Minsal aterrizó en un complejo escenario interno en Palacio, donde por estos días hay tensión, pero también más de un intento por tratar de culpar de todos los males a Jaime Mañalich y, así, eludir las responsabilidades por los errores cometidos, hasta ahora, en el manejo de la pandemia. Si bien Paris no está excluido de la mesa que conforman Piñera, Larroulet y Ubilla, en el Gobierno ya recalcaron que las grandes decisiones, como las cuarentenas, dejarán de pasar por el titular de la cartera de Salud y que este tendrá un papel más sectorial que político.


La salida del gabinete del criticado exministro de Salud, Jaime Mañalich, está lejos de haber simplificado las cosas al interior de Palacio. No solo hay un vacío de poder interno, sino que además abrió un flanco que preocupa en el Gobierno: su renuncia reafirma el fracaso de la estrategia de la administración de Sebastián Piñera, desde enero a la fecha, en el manejo de la pandemia y dejó un clima interno crispado en La Moneda, de desconfianza, en el que no pocos intentan culpar al exjefe del Minsal de todos los males para expiar sus propias responsabilidades. En ese campo minado es en el que debe operar y moverse ahora su sucesor, el doctor Enrique Paris, una figura con amplio respeto en lo técnico, pero sin poder político ni redes fuertes en los partidos de la coalición oficialista que lo sostengan si el escenario se le pone cuesta arriba.

Para el Presidente Piñera la salida de Mañalich fue doblemente complicada. No solo era alguien de confianza, un apoyo político, sino que también quedó expuesto a los cuestionamientos y responsabilidades por los errores cometidos en el manejo de la crisis sanitaria. No hay que olvidar que, desde el día 1 de la pandemia, las decisiones se tomaron siempre en un estrecho círculo, una mesa reducida donde solo se sentaban el Mandatario, el extitular del Minsal, el jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, y desde hace un mes, el exsubsecretario Rodrigo Ubilla, que volvió a Palacio para reforzar el trabajo durante estos meses.

Ya el lunes, en una columna en El Mostrador, el director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, advirtió sobre el alejamiento de Mañalich que «él será responsable de todos los pecados y, con su salida, se expían los errores y culpas del Gobierno, así como también de los inquilinos de La Moneda. Este diseño se complementa con la cuña del fin de una etapa y comienzo de una nueva”.

El analista no andaba tan ajeno a la realidad palaciega. En estos días las operaciones bajo cuerda en La Moneda se activaron rápidamente, con el objetivo de limpiar responsabilidades, las que –reconocieron en el Gobierno– no se extinguieron con la «ofrenda política» de hacer caer a Mañalich. «No se está hablando de un tema menor», afirmaron fuentes gubernamentales.

No fue casual, y menos gratuito, que en estos días se filtrara una supuesta intervención de último minuto a la gestión de Mañalich, la que habría sido pedida por el Mandatario y que llevaron a cabo tres estrechos colaboradores de Larroulet. Dicha investigación interna de las cifras –según consignó La Tercera– habría dado cuenta de “hallazgos metodológicos en el conteo de fallecidos” y que eso habría sellado el destino del otrora jerarca del Minsal, como su salida del Gobierno.

[cita tipo=»destaque»]»Un balazo en los pies», sentenciaron en el Gobierno. Eso, porque en La Moneda dan por hecho que ahora Mañalich será acusado en su momento y el foco de los argumentos recaería en las contradicciones de la información oficial, lo que conllevaría ineludiblemente poner frente a frente las versiones del Mandatario y de su exministro de Salud. No solo eso, molestó profundamente en sectores de la administración piñerista que los tres colaboradores cercanos de Larroulet «aparecieran» como interventores del Minsal, en circunstancias que desde un inicio han sido parte del día a día del manejo de la pandemia, a través de su jefe directo, y recordaron que fue desde ese mismo equipo que salieron los informes filtrados donde se comparaban los números de Argentina, lo que provocó un roce diplomático con el país vecino, así como el cuestionado documento titulado “Chile no va como España”.[/cita]

En La Moneda cayó pésimo dicha información. Algunos acusaron nerviosismo y un mal cálculo de parte de algunos inquilinos del estratégico segundo piso de Palacio, que con la intención de blindar de responsabilidades al Presidente Piñera y a ellos mismos, “culpando al muerto” –agregaron–, terminaron complicando más aún el escenario.

No solo dejaron plasmado en blanco y negro un argumento de peso para acusar constitucionalmente a Mañalich, sino que también a los supuestos interventores –Benjamín Salas, Pablo Eguiguren e Ignacio Parot– no les restaría más que esperar el llamado de la Cámara de Diputados para declarar si se materializa el libelo contra el exministro, ya que ellos habrían detectado el error en las cifras de fallecidos.

«Un balazo en los pies», sentenciaron en el Gobierno. Eso, porque en La Moneda dan por hecho que ahora Mañalich será acusado en su momento y el foco de los argumentos recaería en las contradicciones de la información oficial, lo que conllevaría ineludiblemente poner frente a frente las versiones del Mandatario y de su exministro de Salud. No solo eso, molestó profundamente en sectores de la administración piñerista que los tres colaboradores cercanos de Larroulet «aparecieran» como interventores del Minsal, en circunstancias que desde un inicio han sido parte del día a día del manejo de la pandemia, a través de su jefe directo, y recordaron que fue desde ese mismo equipo que salieron los informes filtrados donde se comparaban los números de Argentina, lo que provocó un roce diplomático con el país vecino, así como el cuestionado documento titulado “Chile no va como España”.

En sectores del Gobierno hay preocupación en cuanto a que la errática maniobra del segundo piso salga cara y retorne como búmeran a Palacio, no solamente por una posible acusación constitucional, sino además por lo delicado de querer culpar de todo a una figura que fue tan cercana al Presidente.

Al respecto, el analista político Tomás Duval explicó que la importancia que adquirió Mañalich y que podría explicar en parte las consecuencias de su salida, se refiere a que “tras los sucesos de octubre pasado, fue la figura política que encabezó, para el Gobierno y sus adherentes, un nuevo desafío marcado en la gestión para el combate de la pandemia, lo cual tenía dos efectos: el de revalorizar al Gobierno y al Presidente Piñera y, lo segundo, demostrar qué Gobierno podría proyectarse más allá de esta administración (…). Lo que para algunos es visto como la peor semana del Gobierno, para sus adherentes fue una suerte de ignominia por lo que había representado el ministro Mañalich”.

Complejo aterrizaje

En este clima aterrizó el nuevo ministro de Salud, quien deberá resolver los problemas de dotación hospitalaria y la coordinación con las seremías. Si bien Paris no está excluido de la mesa que conforman Piñera, Larroulet y Ubilla, en el Gobierno ya recalcaron que las grandes decisiones, como las cuarentenas, dejarán de pasar por las manos del jefe del Minsal y que este tendrá un papel más sectorial que político.

En la administración piñerista insistieron en que la decisión no pasa por mirarlo en menos o quitarle piso al flamante nuevo secretario de Estado, sino que por el hecho de que el expresidente del Colegio Médico carece de ciertas características claves para entrar y operar de lleno en el círculo de hierro del Primer Mandatario: no pertenece al club del piñerismo, no es históricamente cercano al Presidente y tampoco es una figura política de peso de alguno de los partidos de Chile Vamos.

Considerando que no cuenta con redes políticas que lo sostengan, en el Gobierno afirmaron que Ubilla se ha alineado tras el ministro Paris para darle soporte político. Un respaldo no menor, ya que, si bien regresó a Palacio para colaborar con la gestión técnica de la pandemia, en solo un mes ha recuperado terreno y poder interno.

Es precisamente a Ubilla a quien se le atribuye –agregaron asesores gubernamentales– el nuevo diseño comunicacional inaugurado por Paris esta semana en los reportes diarios del Minsal, cambios que no pasaron inadvertidos y que tienen un objetivo político. El ministro, con un evidente tono menos soberbio que su antecesor,  cada día ha compartido la vocería con figuras externas al Gobierno –como el alcalde de Huechuraba, Carlos Caudrado (PPD), o el presidente de la Sochimi, Tomás Regueira–, con el objetivo de dar una señal de apertura, de que el Gobierno ahora no solo escucha, sino que asimismo incorpora las voces de los distintos actores involucrados en la lucha contra el coronavirus.

Como casi todos los episodios palaciegos, sobre este cambio de diseño también existe más de una versión y hay quienes aseguran que la decisión de modificar el formato de las vocerías estaba decidido de antes que saliera Mañalich y que el exministro no alcanzó a implementarla.

Un factor no menor con el que tendrá que saber moverse el ministro Paris, precisaron en La Moneda, es con el poder de Larroulet y no solo por la línea directa de la que este goza con el Presidente Piñera. Esto, porque el influyente jefe de asesores del segundo piso mantiene intacto todo su poder dentro del Gobierno, ya sea para injerir en las decisiones del Mandatario, así como en el rumbo que toma la actual administración.

El exdirector de Libertad y Desarrollo es una figura controvertida en el Gobierno. Precisamente por el poder que tiene, muchos prefieren llevar «la fiesta en paz con él» e, incluso, no cruzarse en su camino. Códigos políticos que el actual titular de la cartera de Salud deberá aprender a manejar.

Sobre los desafíos que enfrenta el ministro Paris, el director de formación de la Fundación Jaime Guzmán, Claudio Arqueros, planteó que existen tres puntos que se deben tomar en cuenta: “El primero es evitar que el sistema de salud colapse, para ello debe además contar con el apoyo de las demás autoridades, para que las medidas que buscan evitarlo se cumplan. En segundo lugar y al mismo tiempo, debería incorporar más a los diferentes actores críticos, tanto para conciliar el ambiente como para hacerlos parte (al menos en algo) de la responsabilidad de los resultados. El tercer desafío es lograr que bajen los niveles de contagio, aquello importa la difícil tarea de permear comunicacionalmente en una parte de la población que aún no incorpora a su cotidianidad los cambios de hábitos necesarios que demanda la pandemia”.

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