En Chile y a pocos meses del plebiscito del 25 de octubre, se percibe a una clase política paralizada en torno al tema, como teniendo culpa o vergüenza de plantear puntos de vistas en medio de tanta muerte. Como si fuera incompatible actuar y pensar en el presente sanitario junto con lo democrático del corto plazo, pues las medidas que se tomen para octubre deberán ser muy parecidas si los comicios de realizan en diciembre o abril del próximo año. El virus igual buscará aglomeraciones irresponsables en los próximos años.
Sabemos que Corea del Sur no es Chile y que la disciplina criolla no es la asiática, pero allí se tomaron todas las consideraciones y adaptaciones como si los que votaran fueran chilenos.
Los surcoreanos votaron el 15 de abril pasado para elegir a los 300 parlamentarios de la Asamblea Nacional, con una asistencia récord de casi 30 millones, el 65% del padrón y la más alta registrada en la historia electoral del país. Esta cifra récord proviene, en parte, de una votación anticipada, en la cual sufragó aproximadamente el 27% de los 44 millones de inscritos.
Votaron los contagiados por correo (cerca de 3 mil en ese momento), las personas en cuarentena por trazabilidad (13 mil) y todos los que tenían sospecha de estar enfermos. No fue solo una elección de parlamentarios, fue un plebiscito sobre el manejo de la pandemia y así lo entendió el gobierno de ese país, el cual vio en esta elección una oportunidad de compatibilizar democracia y cuidados sanitarios (les tomó la temperatura a los 30 millones e hizo numerosos test). Algo que no se observa ni cerca aún en Chile.
[cita tipo=»destaque»]Urge que el legislador, el Servel y por sobre todo los alcaldes se reúnan para dar viabilidad a las modificaciones legales que se deben implementar, pues no es menor la doble jornada de los vocales de mesa, el contingente de apoyo al interior de cada local, el resguardo de las urnas en los recintos de votaciones, de una noche a la otra, más las medidas sanitarias que se deben aplicar.[/cita]
En Chile y a pocos meses del plebiscito del 25 de octubre, se percibe a una clase política paralizada en torno al tema, como teniendo culpa o vergüenza de plantear puntos de vistas en medio de tanta muerte. Como si fuera incompatible actuar y pensar en el presente sanitario junto con lo democrático del corto plazo, pues las medidas que se tomen para octubre, deberán ser muy parecidas si los comicios de realizan en diciembre o abril del próximo año. El virus igual buscará aglomeraciones irresponsables en los próximos años.
La clave para la realización de las elecciones no pasa solo por aumentar el número de días para votar, pasa por segregar los grupos de riesgo y no mezclarlos en filas y aglomeraciones. Más locales y más días.
La primera medida que debería tomar el legislador, en conjunto con Servel, es conversar con los alcaldes y alcaldesas y ver cómo se pueden habilitar más locales de votación, sobre todo en la Región Metropolita, y ciudades de alta densidad. En Chile se utilizan casi 2 mil locales en cada elección y estos deberían aumentar en las comunas densas y distantes de sus electores. Al haber más locales se evitarán viajes innecesarios, pues nadie debería estar a más de 12 minutos caminado de su local.
Evidentemente, el horario actual de votación está diseñado para tiempos de abstención (hasta las 18 horas), es decir, contener a nos más de 7 u 8 millones de electores, pero todas las encuestas dan una participación mucho más alta para este plebiscito. No sería para nada raro que votaran 10 millones (70% del padrón) o más, con lo cual, y dados los hábitos de los electores, de concentrarse a partir de las 11 a.m. hasta la hora de almuerzo y luego concurrir desde las 16 horas, se pudiera segregar por edad y grupo de riesgo a los asistentes.
Al menos dos días se requieren para realizar el plebiscito, con horarios más extensos a los actuales (mínimo hasta las 20 horas). Para lo cual es muy necesario convocar a los mayores de 60 años (3,2 millones de electores), personas con enfermedades crónicas y otros casos especiales, el primer día, tomando evidentemente todos los resguardos de temperatura, distancia social, mascarillas e higiene dentro y fuera de los locales de votación. En el entendido que, donde se pueda, deberían emplazarse las mesas receptoras al aire libre. Este grupo de personas diseminado en las 42 mil mesas que hay actualmente en Chile, no deberían ser un gran desafío logístico para la autoridad. En Corea del Sur se testeó minuciosamente en varios lugares de votación de zonas de más riesgo esos días.
El resto de la población menor de 60 años votaría el domingo, es decir, más de 9,5 millones de potenciales electores, concurren bajo las mismas condiciones del día anterior, ojalá segregados por horario-letras del apellido, para producir aún más dispersión. Considerando el porcentaje de abstención que habrá de todas maneras y las precauciones ya implementadas, no debería ser esta elección una amenaza para lo sanitario, entendiendo que las preferencias a marcar ese día no tomarán más de 2 minutos por elector. En otras palabras, esta elección será la más rápida desde 1988.
A partir de lo anterior, urge que el legislador, el Servel y por sobre todo los alcaldes se reúnan para dar viabilidad a las modificaciones legales que se deben implementar, pues no es menor la doble jornada de los vocales de mesa, el contingente de apoyo al interior de cada local, el resguardo de las urnas en los recintos de votaciones, de una noche a la otra, más las medidas sanitarias que se deben aplicar.