Un panorama muy poco conocido es el de la educación rural. Del total de estudiantes de escuelas municipales y de servicios locales de educación, un 40% no cuenta con conexión a internet, siendo la mayoría de ellos de escuelas rurales. Sin embargo, las profesoras y profesores rurales han debido hacer grandes esfuerzos por mantener el proceso educativo de sus estudiantes. Han expuesto su salud yendo hasta sus hogares, no solo a llevarles material de aprendizaje impreso, sino también a darles contención emocional a ellos y sus familias en estos difíciles momentos de emergencia; se desplazan en sus autos particulares, caminan largos tramos, navegan en lanchas e incluso montan a caballo durante horas para llegar a los lugares más aislados. A su vez, el celular ha pasado a ser el dispositivo de uso más frecuente y se fijan horarios de atención telefónica a los estudiantes, pero dicho gasto es cubierto por los docentes con sus propios recursos en la mayoría de los casos.
Frente a la situación de pandemia producto del coronavirus, el Ministerio de Educación suspendió las actividades presenciales en todos los establecimientos educacionales y habilitó una plataforma de aprendizaje en línea. De esta forma los profesores realizan sus clases via online, apoyados en la plataforma virtual y a través del envío por correo electrónico de guías de trabajo para los estudiantes. Las diferencias materiales en la disponibilidad de aparatos tecnológicos y acceso a internet para esta nueva forma de enseñanza y aprendizaje, han evidenciado las grandes desigualdades socioeconómicas y la segregación escolar de nuestro sistema educativo, pues mientras profesores y estudiantes de escuelas particulares privadas cuentan con los medios necesarios, los de escuelas municipales se encuentran en clara desventaja, junto a otro sector de escuelas particulares subvencionadas.
Un panorama muy poco conocido es el de la educación rural. Del total de estudiantes de escuelas municipales y de servicios locales de educación, un 40% no cuenta con conexión a internet, siendo la mayoría de ellos de escuelas rurales, según María Alejandra Grebe, directora de Educación Pública del MINEDUC. Existen aproximadamente 3000 establecimientos rurales distribuidos por toda nuestra larga y compleja geografía, los que reciben a estudiantes de una gran diversidad cultural, de pueblos originarios, migrantes y últimamente, también se han constituido en un verdadero refugio para aquellos estudiantes que han sido excluidos de las escuelas urbanas, a pesar de la Ley de Inclusión vigente. A su vez, el Índice de Vulnerabilidad Escolar promedio de estas escuelas supera el 80%, es decir, más del 80% de sus estudiantes son categorizados como vulnerables por la JUNAEB. La escuela rural acostumbra a responder a esta diversidad de estudiantes con los pocos recursos que cuenta, pero en esta pandemia la situación se ha vuelto crítica. No solo los estudiantes no cuentan con conectividad ni computadores, sino que muchos establecimientos educativos tampoco.
El trabajo docente en las plataformas actuales es muy poco factible en estas escuelas sin conectividad, o con señal muy baja o intermitente. Esta realidad no es nueva, en el contexto de la pandemia solo viene a hacerse evidente dado que la conectividad ha pasado a ser el soporte de la única modalidad educativa posible en estas circunstancias. En efecto, tanto la Red de Universidades Chilenas para la Educación Rural y la Agrupación Nacional de Profesores Rurales han denunciado sistemáticamente esta situación al MINEDUC y la Agrupación ha realizado gestiones con la Subsecretaria de Telecomunicaciones entre los años 2004 y 2017, encontrando vagas respuestas y promesas de hacerlas realidad. El problema principal, estaría dado por la poca rentabilidad que significaría para las empresas de telecomunicaciones dotar de conectividad a sectores con poca demanda, pues las zonas rurales poseen menor población. Es decir, se ha dejado en manos de la ley de la oferta y la demanda que prima en el mercado, las posibilidades de desarrollo digital de una parte importante de nuestros estudiantes y comunidades. Según la UNESCO (2014), los recursos tecnológicos vienen a fortalecer la calidad de la educación y disminuir la brecha existente entre los establecimientos educacionales en zonas urbanas y rurales, cuestión que ha sido muy poco considerada en nuestro país.
Dentro de las iniciativas que se han anunciado, se encuentra el Fondo de Desarrollo de Telecomunicaciones, el cual no obstante algunos avances, persisten múltiples obstáculos burocráticos y financieros para completar la conectividad en un número considerables de escuelas. Asimismo la Comisión Asesora de Expertos Todos al Aula, creada por el MINEDUC el año 2018, la consideró en su propuesta N° 38 «propiciar a mediano plazo, la instalación de una buena conexión a Internet especialmente en las escuelas rurales». Resulta llamativo a su vez, que en la Política Nacional de Desarrollo Rural promulgada en enero de este año, si bien se contempla la conectividad como un aspecto a mejorar, solo se incluyen tres líneas sobre educación. Dicha política se construyó intersectorialmente entre la mayoría de los ministerios, de modo de abordar integralmente el desarrollo rural, con excepción del Ministerio de Educación. Esto resulta altamente preocupante, por cuanto nos hace temer que la educación rural permanecerá invisible antes, durante y después de esta pandemia.
Frente a la falta de conectividad, el Mineduc en conjunto con la FACH, han distribuido material impreso para que las escuelas los distribuyan a sus estudiantes; sin embargo, según los contactos permanentes que mantiene la Agrupación Nacional de Profesores Rurales con sus docentes, el material no ha llegado a todas las escuelas, siendo indeterminada la cobertura que ha tenido esta medida.
Durante este tiempo, las profesoras y profesores rurales han debido hacer grandes esfuerzos por mantener el proceso educativo de sus estudiantes. Han expuesto su salud yendo hasta sus hogares, no solo a llevarles material de aprendizaje impreso, sino también a darles contención emocional a ellos y sus familias en estos difíciles momentos de emergencia; se desplazan en sus autos particulares, caminan largos tramos, navegan en lanchas e incluso montan a caballo durante horas para llegar a los lugares más aislados. A su vez, el celular ha pasado a ser el dispositivo de uso más frecuente y se fijan horarios de atención telefónica a los estudiantes, pero dicho gasto es cubierto por los docentes con sus propios recursos en la mayoría de los casos.
Junto con reconocer la labor fundamental de las y los médicos en esta pandemia, creemos importante reconocer el compromiso y vocación de las y los docentes rurales en este contexto. Saben muy bien que la falta de conectividad es solo la punta del iceberg del abandono en que se encuentra la educación rural en Chile desde hace años. Quizás este virus sea una oportunidad para conectarnos con ella.