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Tributo a Miguel y su Cristo de la Calle Opinión

Tributo a Miguel y su Cristo de la Calle

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Paulo Egenau
Por : Paulo Egenau Sicólogo. Director Social del Hogar de Cristo
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La dificultad de acceso a agua, a una alimentación adecuada, el tener que pernoctar muchas veces en lugares masivos, incrementan el riesgo de contagio de las personas en situación de calle y, una vez contraído el virus, por sus enfermedades físicas y mentales de base y el deterioro que acarrean, la posibilidad de muerte es altísima. A esto se suma el rechazo basado en el prejuicio y la discriminación que generan incluso en los servicios de salud, lo que se expresa en atención inadecuada y a destiempo.


Hogar de Cristo cuenta con 70 programas, 28 ambulatorios y 42 residenciales que ayudan a más de 2 mil 200 personas a diario. De los 42 programas residenciales, 36 están en “aislamiento social”.

En varios de ellos, hemos visto casos conmovedores de hombres que, al mantenerse confinados pero en convivencia con otros –muchos de ellos mayores, no valentes y muy deteriorados a consecuencia de su vida en calle–, han encontrado una causa, un hacer por los demás que les ha dado sentido. Esa ha sido una consecuencia colateral positiva de estos tiempos tremendos que estamos viviendo.

Experiencias transformadoras que nos recuerdan la de Miguel Valdivia, fundador de Cristo de la Calle y que murió por COVID-19 hace unos días, a los 58 años, sin dejar nunca su incansable labor de ayuda a las personas en situación de calle.

Miguel vivió en esa condición la mitad de su vida, sumido en el consumo problemático de alcohol y drogas, expuesto a la violencia, alejado de su familia y con graves problemas de todo tipo, hasta que un retiro espiritual en 2000 lo cambió todo. Miguel sobrevivió a la extrema vulnerabilidad de la calle y regresó, mejorado, a trabajar por los demás y creó en Renca su fundación, para ayudar a gente que como él lo había perdido todo.

[cita tipo=»destaque»]Reconocemos la creación de un Comité Asesor COVID-19 para Personas en Situación de Calle, que ha dispuesto una serie de medidas: alojamientos de contingencia para adultos mayores y enfermos crónicos no contagiados, adelantamiento del Plan de Invierno, reconversión de la red de alojamientos con estándares preventivos. Son medidas importantes, pero paliativas.[/cita]

Los efectos de la crisis sanitaria mundial entre las personas de calle son dramáticos.

Un problema concreto que el Hogar de Cristo está teniendo ahora es la necesidad de los participantes de salir de las hospederías para generar ingresos. Eso, además de exponerlos al contagio, los convierte en vectores de transmisión, poniendo en riesgo así a toda la población de los dispositivos.

Esta población es crítica frente al COVID-19.

La dificultad de acceso a agua, a alimentación adecuada, el pernoctar muchas veces en lugares masivos, incrementan su riesgo de contagio y, una vez contraído el virus, por sus enfermedades físicas y mentales de base y el deterioro que acarrean, la posibilidad de muerte es altísima. Paradójicamente, una población que vive en permanente aislamiento y exclusión social, no cuenta con condiciones de habitabilidad mínimas para confinarse. A esto se suma el rechazo basado en el prejuicio y la discriminación que generan incluso en los servicios de salud, lo que se expresa en atención inadecuada y a destiempo.

Reconocemos la creación de un Comité Asesor COVID-19 para Personas en Situación de Calle, que ha dispuesto una serie de medidas: alojamientos de contingencia para adultos mayores y enfermos crónicos no contagiados, adelantamiento del Plan de Invierno, reconversión de la red de alojamientos con estándares preventivos. Son medidas importantes, pero paliativas.

Dada la situación económica del país, es evidente que aumentarán las personas en situación de calle. Ayudarlas es prioridad; no solo durante la pandemia, sino a futuro con políticas que logren devolverles la vida que merecen, como sucedió con Miguel Valdivia antes de que el COVID lo matara.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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