Si bien en Chile se ha avanzado mucho en términos de acceso, y nueve de cada diez hogares tienen conexión a internet, el tipo de acceso devela las enormes desigualdades existentes en el país. Mientras en los hogares de altos ingresos más del 75% de este acceso es a través de líneas de banda ancha fija, este porcentaje cae a 46% para los hogares de clase media y a menos del 25% en los hogares más vulnerables. La gran penetración digital se da mediante líneas móviles, las cuales no son suficientes para poder responder a los desafíos que hoy se plantean, sobre todo en un contexto de teletrabajo o docencia virtual, entre otros.
Chile, Nueva Zelanda y Singapur han suscrito el Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA, por sus siglas en inglés). Tras más de un año de negociaciones, las tres economías del Pacífico acordaron un texto que busca dar institucionalidad a la economía digital, y con ello aumentar los beneficios y oportunidades para personas y empresas que se desarrollan en el ambiente digital. La firma del acuerdo se da en un contexto muy particular, en medio de la crisis sanitaria y económica derivada del COVID-19 y en la cual los tres países enfrentan situaciones muy diferentes respecto a la contención de la pandemia.
Esta crisis ha puesto en evidencia la relevancia de la economía digital en el desarrollo de los países. Si bien esta discusión ha existido desde antes de la pandemia, las restricciones de movimiento, políticas de cuarentenas y confinamientos implementadas en todo el mundo, han acelerado esta transformación digital, a medida que diversas actividades se han adaptado a plataformas virtuales, con un incremento del teletrabajo, la educación a distancia, y el comercio digital de bienes y servicios.
Estos elementos han dejado en evidencia la necesidad de contar con infraestructuras físicas e institucionales acordes con los nuevos desafíos de la economía digital, momento en el cual DEPA surge como una alternativa innovadora en la gestación de normas internacionales que permitan a los países consensuar estos aspectos. Específicamente, temas como la protección de la información personal y el acceso a datos, facturación y pagos digitales, incorporación de pequeñas y medianas empresas en el comercio digital, entre otros. Al discutir y acordar estos temas de forma multilateral, aunamos por el correcto aprovechamiento de las potencialidades de la economía digital, evitando su fragmentación.
Asimismo, el carácter plurilateral del acuerdo, que permite el ingreso de otros signatarios en el futuro, presenta al DEPA como un primer pilar para construir la institucionalidad multilateral y lograr el máximo aprovechamiento de los beneficios que genera el desarrollo tecnológico y digital. Ahora bien, para que estos beneficios sean percibidos por toda la sociedad, y contribuyan a un desarrollo sustentable e inclusivo, es necesario que existan las condiciones para que todas las personas puedan hacer uso de ellos.
La crisis provocada por el COVID-19 pone de manifiesto las brechas digitales. Si bien en Chile se ha avanzado mucho en términos de acceso, y nueve de cada diez hogares tienen conexión a internet, el tipo de acceso devela las enormes desigualdades existentes en el país. Mientras en los hogares de altos ingresos más del 75% de este acceso es a través de líneas de banda ancha fija, este porcentaje cae a 46% para los hogares de clase media y a menos del 25% en los hogares más vulnerables. La gran penetración digital se da mediante líneas móviles, las cuales no son suficientes para poder responder a los desafíos que hoy se plantean, sobre todo en un contexto de teletrabajo o docencia virtual, entre otros.
Esta misma situación se puede ver respecto de los dispositivos utilizados para acceder a internet y su disponibilidad. Al ser parte importante del acceso a internet la utilización de redes móviles, los dispositivos mayormente utilizados son teléfonos inteligentes, que pueden limitar el desarrollo de las actividades anteriormente mencionadas. La masificación de la docencia en línea en el marco de la pandemia ha dejado en evidencia que no todos(as) los(as) estudiantes del país tienen acceso exclusivo a un computador o tablet, en el mejor de los casos deben compartir el dispositivo entre diversos miembros del núcleo familiar. Aún más, las brechas en la alfabetización digital muestran cómo algunos pueden lograr un aprovechamiento mayor de las posibilidades que abre la economía digital, evidenciando, en este caso, principalmente brechas generacionales respecto del uso y acceso a las nuevas tecnologías.
Por lo anterior, y al igual que con los tratados de libre comercio firmados en las últimas décadas, nos encontramos ante la necesidad de asegurar que sus beneficios lleguen a todas las personas. Específicamente, para el correcto aprovechamiento de DEPA, es fundamental que todas las personas y empresas, independientemente de su posición, tengan acceso al entorno digital. Esto significa trabajar en dotar de una correcta infraestructura y alfabetización digital. Si como país no somos capaces de ello, estos acuerdos pueden magnificar las desigualdades existentes, permitiendo que solo algunos se beneficien de sus provisiones.