Se trata de un escenario complejo para las pymes, en el que se están todavía ajustando los mecanismos para llegar a quienes se tiene que llegar con las medidas de apoyo anunciadas por el Estado. Pero esto demanda, a su vez, un esfuerzo de quienes necesitan acceder a los créditos por ajustarse, informarse y diseñar estrategias que permitan hacer viable un camino para obtener financiamiento y no solo “lanzarse” a postular sin haber hecho un mínimo autoanálisis de cuáles son las condiciones de mi empresa para lograr ese objetivo.
Desazón, frustración y la consecuencia de ambas: pesimismo. Es lo que abunda en las redes sociales y conversaciones diarias que mantengo con clientes y emprendedores, que sienten que el sistema los “rechaza” cuando no son acogidas sus expectativas o, bien, frente a una demora excesiva en la tramitación de un préstamo con garantía estatal.
Si a esto le sumamos desinformación y falta de orientación sobre cómo es realmente factible y viable para una pyme obtener este beneficio, es probable que nuestra sensación de frustración aumente hasta abandonarnos en la ira o el pánico, y con ello alejarnos aún más de un camino de solución a la contingencia. Ni hablar de proyectar, reconvertirse, o fortalecerse para lo que aún está por venir.
Si bien cerca de 15 mil solicitudes de créditos con garantía Fogape han sido rechazadas, de un total de 124.542 cursadas a nivel nacional, es destacable que instituciones como el BancoEstado, con el cambio de estrategia de su recién nombrado presidente, Sebastián Sichel, haya logrado en dos semanas colocar el 80% de los créditos hacia las microempresas y casi el 50% de todos los préstamos asignados por el sistema. Junto a lo anterior, se han ampliado los plazos de gracia para microempresas y pequeñas empresas del sector turismo, de 6 a 12 meses, además de la flexibilización de los criterios de evaluación de las morosidades que se han generado después de octubre pasado.
[cita tipo=»destaque»]Por otro lado, se debe tomar muy en cuenta que las instituciones financieras, más allá de los anuncios del Estado con relación a las medidas de apoyo y reactivación del tejido productivo, se basan y seguirán basando sus decisiones de colocación de préstamos en función de políticas, requisitos, parámetros y condiciones que las empresas deben cumplir. Hoy, más que nunca, resultará un factor crítico de éxito tomar conciencia de que los números importan –y mucho– y es precisamente este elemento diferenciador el que podrá abrirnos nuevos caminos y alternativas frente al actual derrotero del que, probablemente, hoy no le veamos llegada a buen puerto.[/cita]
En definitiva, se trata de un escenario complejo para las pymes, en el que se están todavía ajustando los mecanismos para llegar a quienes se tiene que llegar con las medidas de apoyo anunciadas por el Estado. Pero esto demanda, a su vez, un esfuerzo de quienes necesitan acceder a los créditos por ajustarse, informarse y diseñar estrategias que permitan hacer viable un camino para obtener financiamiento y no solo, “lanzarse” a postular sin haber hecho un mínimo autoanálisis de cuáles son las condiciones de mi empresa para lograr ese objetivo.
En esa perspectiva será necesario calmar las ansiedades y angustias y, primero, atender al menos a estos 10 elementos clave para tomar la mejor decisión a la hora de pedir un crédito:
1- Historial de crédito demasiado nuevo o insuficiente
Esto se refiere a que la empresa debería contar con, al menos, 1 año de historia comercial. En algunos bancos se exige incluso un historial comercial y financiero de a lo menos 3 años.
2- Mala calidad de las ganancias y/o flujo de caja
Este aspecto guarda relación con que el resultado operacional del negocio (ventas-costos variables-costos fijos) es insuficiente para poder cubrir obligaciones de deuda con el banco. Por otro lado, si la capacidad de generación de efectivo no se ajusta a un ciclo de caja equilibrado, eso será percibido como una debilidad ante acreedores ajenos al negocio (bancos, proveedores).
3- Garantías insuficientes
Las garantías, tanto reales como personales, se configuran como mecanismo de confianza en el sentido que facilitan el cumplimiento de las obligaciones. La garantía real permite al deudor responder frente al acreedor con bienes tangibles (propiedades, vehículos) y si estos no son suficientes de acuerdo con los análisis de riesgo de crédito, esto puede hacer inviable la consecución del préstamo. Por otro lado, las garantías personales se caracterizan por la existencia de un tercer actor, que pueda responder con su patrimonio personal en relación con la deuda contraída por el deudor principal. Normalmente a estos últimos se les denomina avales.
4- Endeudamiento excesivo
El negocio ya está enfrentando un excesivo endeudamiento de corto plazo, lo cual tras efectuar los análisis pertinentes, puede implicar que los actuales flujos operacionales que reporta el negocio no serán suficientes para dar cuenta del pago de un nuevo crédito.
5- Rendimiento empresarial débil
La rentabilidad de la empresa (o rentabilidad de sus activos) se mide como la relación entre los beneficios que proporciona el negocio (resultado operacional) frente a una inversión (activos) efectuada. Esta rentabilidad, cuando se trata del rendimiento económico, se suele expresar en porcentajes. Con relación a lo anterior, si dicho porcentaje de rentabilidad resulta inferior a la tasa de interés de un crédito bancario, lo más probable es que esta situación pondere de manera negativa la clasificación del cliente.
6- Tamaño de la empresa
Si la empresa es muy pequeña, podrá acceder a un financiamiento muy acotado, dado su volumen de venta y capacidad de crecimiento en el tiempo.
7- Concentración de clientes
Si el acreedor determina que el negocio posee una alta concentración de sus ventas en uno o dos clientes, esto puede ser considerado como un elemento de valoración negativa a la hora de una evaluación de una solicitud de crédito, dado que el riesgo de los ingresos del solicitante no está diversificado en una mayor cantidad de clientes. Dicho de otra manera, si el cliente pierde un “gran cliente”, el riesgo de liquidez de dicho negocio se amplifica.
8- Gobierno corporativo inadecuado o inexistente
El gobierno corporativo es un mecanismo gerencial que funciona como un ente encargado de establecer y regular el cumplimiento de reglas dentro de una institución. Algunos de sus propósitos son el de mejorar la calidad financiera de una empresa, el logro de las metas y el crecimiento de la compañía. Se trata de un sistema que permite dirigir y controlar las empresas, de forma organizada, rigiéndose por sus principios, valores y velando por los intereses de todos los actores que forman parte de su estructura: socios fundadores, CEO, junta directiva, proveedores, accionistas, consumidores. Dicho esto, la implantación de buenas prácticas de gobierno corporativo puede ser un importante motor en la creación de valor de las empresas. Existen numerosos estudios que indican que aquellas compañías con sólidos sistemas de gobierno, suelen dar mejores resultados financieros que los de sus competidores.
9- Industria debilitada
Incluso, si producto de los efectos de la crisis en relación a la industria en la cual se desempeña el negocio o en la que se reconvertirá, para alcanzar un cierto nivel de operaciones y ventas, no garantizará que el negocio no pueda enfrentar problemas de viabilidad financiera, dado que, por ejemplo, en su cadena de valor no se logre una positiva negociación con los actuales o nuevos proveedores que le abastecerán de productos y/o servicios, impidiéndoles cumplir con la demanda nueva ni tampoco alcanzar niveles mínimos de sustentación, con ese nivel de ventas reducidas. Esta situación puede afectar la calificación crediticia del negocio, pues la probabilidad de mantener una estabilidad de sus ingresos será reducida una vez pasada la contingencia.
10- Contabilidad con sesgo tributario
La contabilidad tributaria visualiza una realidad económica muy distinta a la que presenta la contabilidad financiera, porque ambas tienen objetivos distintos. Mientras la primera permite, entre otros aspectos, determinar una base sobre la cual calcular el Impuesto a la Renta, la segunda sirve para «tomarle el pulso» a la rentabilidad del negocio. Tomar decisiones con la información que entrega una u otra, puede afectar de manera irremediable nuestro negocio, si no tenemos claro el objetivo en el uso de esta información. En este sentido, presentar una postulación a un crédito con una contabilidad con sesgo tributario y que no dé cuenta de la realidad económico-financiera de esta, hará que la institución que entrega el crédito, tras efectuar los respectivos análisis de los indicadores financieros del negocio, opte lisa y llanamente por rechazar dicha petición.
Considerando todos estos elementos, un buen diagnóstico de la salud financiera del negocio puede, aunque sea duro en un inicio, estimar si la empresa tiene alguna o ninguna posibilidad de acceder a un crédito. Esto, con el objetivo de percibir si las debilidades detectadas son subsanables en el corto plazo y poder salir airosos de este proceso.
Por otro lado, se debe tomar muy en cuenta que las instituciones financieras, más allá de los anuncios del Estado con relación a las medidas de apoyo y reactivación del tejido productivo, se basan y seguirán basando sus decisiones de colocación de préstamos en función de políticas, requisitos, parámetros y condiciones que las empresas deben cumplir. Hoy, más que nunca, resultará un factor crítico de éxito tomar conciencia de que los números importan –y mucho– y es precisamente este elemento diferenciador, el que podrá abrirnos nuevos caminos y alternativas frente al actual derrotero del que, probablemente, hoy no le veamos llegada a buen puerto.